Teatro en Yucatán: la tragicómica historia de sus espacios alternativos

Cada uno de nosotros tiene un interés particular y objetivo propio en lo que a las artes escénicas se refiere. Estas diferencias, lejos de vulnerarnos como gremio deberían hacernos fuertes, pues la variedad de lenguajes en la escena es resultado de la misma variedad en nuestra cultura. Es un hecho que el teatro es parte medular de la cultura yucateca: desde el Siglo XIX el teatro regional se constituyó como una expresión original y cercana al pueblo.  El Siglo XX y el cine diversificaron los temas y las manifestaciones.  En los años 80 y 90 la actividad teatral se diversificó y fortaleció: algunos jóvenes emigraron al Distrito Federal y a Xalapa, regresando a Yucatán al concluir sus estudios, lo que enriqueció las propuestas y la pedagogía teatral en el estado.

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Skhole Teatro, por el rumbo de La Ermita

En la actualidad existe una incipiente oferta educativa en lo que actuación se refiere, desde talleres impartidos por escuelas y centros de actuación particulares hasta la licenciatura en Teatro de la Escuela Superior de Artes de Yucatán, sin dejar de lado el único bachillerato artístico en la localidad: el Cedart.

Todo esto ha hecho que la actividad teatral se multiplique, con una gran variedad de ofertas que van desde el teatro estudiantil amateur hasta importantes propuestas contemporáneas reconocidas a nivel nacional. Hace algunos años el extinto Instituto de Cultura de Yucatán dio un salto atrás al retomar las políticas culturales de los años ochenta, lo cual, lejos de generar condiciones para el crecimiento del arte, nos apabulló con el paternalismo gubernamental como medio de control sobre la mayoría de los artistas.

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La Rendija Teatro

La creación de la Secretaría de la Cultura y las Artes del Gobierno del Estado de Yucatán, lejos de mejorar las condiciones para el acto escénico construyó nuevos laberintos burocráticos para la obtención de recursos. Asimismo, legalizó un golpe artero a los creadores escénicos al permitir que los políticos (ignorantes de la actividad artística y cultural) decidieran sobre las normas de acceso a los teatros de la ciudad (esto ocurrió durante el breve mandato de Rául Vela al frente de dicho organismo, de 2013 al 2014, cuando fue relevado por Roger Metri).

Hoy en día los grupos independientes tienen cerrado el acceso a menos que sea por medio de la misma Sedeculta a través de alguno de sus festivales o programas oficialistas, lo cual implica la gratuidad del evento o bien, pagando el 25% de la renta del teatro lo cual de la manera que se quiera ver es una cantidad exorbitante para cualquier grupo independiente.

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Teatro Casa Tanicho

Estas disposiciones de la Secretaría de Administración y Finanzas vulneran al teatro, pues es imposible realizar temporadas en cualquier recinto teatral del estado a menos que se tengan los medios financieros para solventarlo. Pero la terquedad del hacedor de teatro se ha manifestado con la creación de espacios independientes que -afortunadamente- a pesar de las malas artes de los funcionarios de cultura se mantienen trabajando.

La oferta teatral de la ciudad es abundante gracias a los espacios independientes que permiten a los creadores mostrar su trabajo sin más requerimiento que apoyar financieramente al espacio en el que se presentan, que a pesar de sufrir con el dinero suelen ser mucho más generosos que los espacios oficiales que se supone tienen amplio presupuesto para operar. Luego entonces, va una felicitación a los espacios como Tapanco Centro Cultural, Foro Alternativo Rubén Chacón, La Rendija, La Camarita, Skhole Teatro, Teatro Casa Tanicho, Teatro Pedrito, Fuera de Centro, Conservatorio de Danza de Yucatán, etc., pues  a pesar de todo y todos continúan luchando día a día por brindar un espacio al creador y al espectador para encontrarse.

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