Catástrofe en el Macay

Cancelan el programa Taller Itinerante de Arte, enfocado a niños del interior del estado

A principios del presente año, ha ocurrido una catástrofe en el Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán (Macay), que afectan severamente a la población en general y a los niños en particular. El Macay ha cancelado este año uno de sus programas sustantivos: el Taller Itinerante de Arte, dirigido a las poblaciones infantiles de todas las comunidades de Yucatán, excepto la ciudad de Mérida por tener el museo en la capital yucateca para ser visitado por escolares.

Según el Consejo Internacional de Museos (ICOM por sus siglas en inglés), un museo es una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, y abierta al público, que se ocupa de la adquisición, conservación, investigación, transmisión de información y exposición de testimonios materiales de los individuos y su medio ambiente, con fines de estudio, educación y recreación. Bajo esta premisa, parece que quienes dirigen el Macay están más preocupados por la administración burocrática de los recintos que por proveer lo necesario para brindar un servicio comunitario de calidad a través del cual sea posible promover el arte entre la población a la que se deben.

En lugar de fortalecer uno de sus programas sustantivos con fines educativos y recreativos, el Macay encontró por todos los medios la manera de cancelarlo por supuestos recortes presupuestales, cuando en realidad no hay interés en fomentar la apreciación artística y cultural entre las nuevas generaciones y la consecuente formación de públicos. Los museos deben estar siempre al servicio de la sociedad con un enfoque fundamentalmente formativo. En este sentido, el museo adquiere una función educativa, como la escuela, aunque con otra modalidad: en lugar de funcionar como un centro de educación formal actúa como un recinto de educación no escolar, es decir, de formación abierta y voluntaria.

La cancelación de este programa eminentemente educativo abrirá un hueco en los servicios que el museo ofrecía a la población infantil ávida de disfrutar el arte contemporáneo que el Taller Itinerante de Arte para niños difundía en las comunidades rurales de Yucatán. Sin duda, este acontecimiento desfavorece la necesaria cercanía que la gente debe tener con los bienes culturales y artísticos que la sociedad ha creado para sí y no para mantenerlos encerrados y sin oportunidad de disfrutarlos en su apreciación y de favorecer la formación de los ciudadanos de hoy y del futuro.

Desde el siglo XVIII, los museos adquirieron el perfil moderno con el que hasta la fecha todo mundo conoce: colecciones de arte o bienes culturales para ser conservados y exhibidos. Este perfil aún es el que ostenta el museo actual, al que habrá que añadir una función imprescindible que adquirió el museo cuando se hizo cada vez más público: la investigación. Sin embargo, el enfoque pedagógico que los grandes museos adquirieron desde el siglo XIX ha permeado cada vez con mayor importancia a estos recintos, lo cual ha permitido que aquellos museos con vitrinas exhibidoras fueran transformados en centros que generan dinámicas interactivas. Fue el momento en que surge el museo actual como un recinto de exhibiciones, conservación, investigación, difusión y educación. Con este enfoque integral, junto con el surgimiento del ICOM y su definición de museo, estos centros públicos de la cultura y el arte han logrado trascender a ser considerados espacios enfocados a la educación y al deleite recreativo de los visitantes.

En el caso específico del Taller Itinerante de Arte, programa destinado a la población infantil de las comunidades de Yucatán y que fue operado desde marzo de 2010 (hoy estaría cumpliendo siete años), esta modalidad educativa del museo, consistente en recorrer las comunidades rurales a través de un remolque para trabajar con los niños pintura, literatura y cine, ya había logrado objetivos relevantes y conseguido metas extraordinarias: en el último año fue posible atender a poco más de 18 mil alumnos de 3º a 6º grados de primaria. Además de ofrecer los talleres señalados, los niños que participaron en las actividades del remolque recibían cada semestre escolar un cuaderno de trabajo con ejercicios de pintura, literatura y cine, uno diferente en cada ocasión, y en el último año fueron distribuidos poco más de 66 mil ejemplares de ocho diferentes números.

Por si fuera poco, el programa impulsó la apertura de Espacios Culturales en las cabeceras municipales, que, hasta finales del año pasado, ya sumaban 15 de estos sitios en los que eran montadas exposiciones de arte contemporáneo y una pequeña biblioteca de arte y literatura para leer y mirar. El total de visitantes a estos cinco Espacios Culturales municipales sumaron poco más de 15 mil, entre niños y adultos acompañantes. En realidad, programas como éste, que se desarrollan fuera las salas museográficas, deberían multiplicarse, intensificarse, diversificarse, para lograr objetivos que no sería posible conseguir sólo a través de las exposiciones en el museo.

Lamentablemente, la cancelación del programa Taller Itinerante de Arte, que operaba el Macay, por razones administrativas aún oscuras, sólo ha mostrado la insensibilidad, el desinterés y la ignorancia de quienes decidieron desaparecer este programa. También ha demostrado que la administración bolchevique del Macay fue capaz de negar a la población infantil de Yucatán la satisfacción de cubrir sus necesidades de recreación, formación artística y cultural. El resultado de todo lo anterior: la marginación.

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