Cyberpunk & Steampunk: distopías del presente

“El ser humano tiene la fantasía de que la época en la que está viviendo será siempre la última, en ella se ubica el fin del mundo; tiene también la fantasía de un futuro siempre distópico. ¿No es acaso eso lo que nos lleva siempre a un presente sin futuro y lo que nos llevará precisamente a un futuro distópico?”. Herbert George Wells

El fin y por lo tanto el inicio de un ciclo siempre traen consigo esperanza, desesperanza y especulaciones. Se analiza lo que se hizo “bien” o “mal” y el cómo hacerlo “mejor”; se fantasea sobre lo que pudo y podrá ser, y gracias a la magia detrás los artistas, el pasado y futuro que fueron y serán, aunque no hayan sido ni vayan a ser. Hablando estrictamente de lo que sería especular, los escritores y cineastas siempre especulan sin importar qué tan ficticia o real sea esta especulación; puede ser una comedia romántica simple y posible o un retrato; la reconstrucción de algo que sucedió en el pasado de acuerdo a cierta evidencia o incluso de algo que podría suceder de acuerdo a esta misma evidencia. Por ejemplo, la Ciencia Ficción expone situaciones e historias ya sea en un presente o en un futuro inmediato que podrían -de acuerdo a hipótesis científicas válidas-, suceder en la “vida real” pero que no están sucediendo.

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Estética del Steampunk

Increíble es que mucho de lo que en algún momento fue simple Ciencia Ficción ahora es una realidad, basta recordar a Jules Verne y sus obras para usar como evidencia de que la diferencia entre ficción y realidad depende muchas veces sólo de la tinta y la voluntad. Ejemplificando lo anterior, del mismo modo podríamos escribir historias sobre un pasado que nunca sucedió. Esto es el génesis del género de ficción llamado Steampunk.

Es importante mencionar que una obra literaria o cinematográfica debe tener, como decía Ingmar Bergman, una verdadera lógica dentro de su ficción, de modo que cree su propio universo: he aquí el valor de una obra de ficción especulativa.  Entre finales de los años 70 y principios de los 80 surge el género Cyberpunk, el cual comenzó a mostrar dentro de la Ciencia Ficción futuros distópicos basándose en realidades presentes de su momento: la Guerra Fría, el morbo por las computadoras y las máquinas, las exploraciones espaciales…

Neuromancer, una serie de novelas, obras maestras de William Gibson y Eclipse de John Sherley, fueron los primeros y más grandes movimientos de esta máquina literaria. No hace falta decir que su inspiración estaba en autores anteriores como el mismo Jules Verne, Isaac Asimov y Ray Bradbury, los grandes de la ciencia ficción, al igual que en las distopías creadas en novelas como 1984 de George Orwell y A Brave New World de Aldous Huxley.

La diferencia y autenticidad aquí no sólo radican en que toda historia era distópica, sino que los elementos tecnológicos y la guerra, así como la fascinación por sociedades autodestruidas fue revisada tanto como en su tiempo lo fueron el amor y la muerte por los escritores románticos de finales del siglo XIX. Como dijo Alan Moore sobre su novela gráfica V For Vendetta, ninguna historia que narre un futuro distópico lo está inventando, sólo está expresando lo que está sucediendo, expone en un futuro ficticio lo que está sucediendo en un presente real.

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El icónico personaje de Moore

En el caso del Steampunk, el imaginario y la “ficción real” de la que hablan Bergman y Moore radica en dos factores: la tecnología que se exalta es la de la época, en este caso la máquina de vapor, lo que se pudo hacer con ella y lo realmente “distópica” que era la sociedad en aquellos años, finales del siglo XIX y principios del XX, ya sea en la Gran Bretaña o en los Estados Unidos. Coloco entre comillas la palabra “distópica” pues esta se aplica sólo en el futuro, pero el Steampunk alude junto con la ciencia ficción del pasado los horrores propios de la sociedad victoriana.

El Steampunk inició como una ironía del Cyberpunk cuando el escritor Kevin Wayne Jeter (autor de Morlock Night, la secuela de The Time Machine de H. G. Wells) trató de darle un nombre a lo que él y sus colegas Tim Powers (autor de The Anubis Gates) y James Blaylock (autor de Homunculus) estaban creando: un “Futurismo o Ciencia Ficción en el pasado”, es decir, algo que nunca sucedió pero que pudo haber sucedido (en cuanto a tecnología se refiere). En vez de computadoras siniestras y máquinas laser, prótesis y armas de vapor; en vez de capacidad de volar con energía nuclear, volar con un cohete de vapor; en vez de la estética Punk exagerada de los años 70, la estética exaltada de la era victoriana; sus vestidos y sus lentes de aviador, el sombrero de caballero o vaquero, los diseños únicos de las pistolas y rifles que jamás existieron.

Estética del Cyberpunk

Tanto el Cyberpunk como el Steampunk han tenido una increíble influencia no sólo en la literatura sino en el cine; películas y series de culto, sobre todo apocalípticas, desde Mad Max (George Miller, 1979), hasta Matrix (Lana y Lily Wachowski, 1999) dejan ver claramente esta influencia. En el caso de la estética y narrativa del Steampunk, ¿quién puede olvidar a Vincent Price y Charles Bronson en Master of the World (William Whitney, 1961) o, recientemente, a Robert Downey Jr. Como Sherlock Holmes en Sherlock Holmes: A Game of Shadows (Guy Ritchie, 2011)?

Cada época es especial para el ser humano que la vive al punto de darle un fin al mundo o alabar su tecnología, y es que en realidad el final de cada época es el fin del mundo para los que la han vivido. Lo fascinante de ambos géneros radica, tal y como empezamos este texto, en el hecho de que no podemos hablar de algo que no estamos viviendo, si una obra distópica en realidad proyecta un presente inmediato en un futuro o un pasado, significa que estamos creando una “distopía” continuamente, pues la ironía estriba en que confiamos más en esto que en la creación de utopías.

No por nada Heinrich VIII, rey de Inglaterra e iniciador de la revolución anglicana, comentó a su amigo y consejero, el filósofo Thomas More, que había preferido seguir lo que Nicolás Maquiavelo planteaba en El Príncipe  en relación a cómo debe portarse un líder que lo que él planteaba en su ensayo Utopía: “El Príncipe me dice cómo ser un verdadero líder en esta sociedad llena de lobos, el tuyo es demasiado utópico…”

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