Banalización de la lectura y la literatura

Las redes sociales hoy en día tienden a banalizar casi todo, incluso lo más sublime como  el arte, pretenden reducirlo inconmensurablemente a una simple frase, imagen, micro video o, peor aún,  a una simple moda, tendencia o trending topic.

La literatura, por supuesto no es la excepción, incluso podría decir que es de lo más difundido y banalizado en estos espacios, se saca de contexto a las palabras para convertirlas en frases y  darles otro sentido que podría ser o no inspirador, motivador o incluso catártico, pero repetido y compartido una y mil veces se vuelve prácticamente banal. Algunos hablan de  una forma de hacer que las personas se acerquen a las obras de esos escritores multicitados y compartidos en redes sociales, podría ser que un uno por ciento de  todos los que las leen y  comparten lo hagan, sin embargo, no creo que esa sea su finalidad; incluso pasa, o me ha pasado a mí, que de ser una lectora empedernida de Benedetti, comienza a perder su valor y mi interés cuando leo unas cuantas frases que se comparten al infinito en Facebook y otras redes sociales, porque su obra va más allá de sólo esas cuantas palabras e incluso algunas fuera del sentido global que tienen en el poema de donde se sustraen.

Lo preocupante es el hecho de no darle el valor que tiene al arte, sin duda también se comparten videos y otros recursos muy interesantes para difundir y promocionarlo, acabo hace poco de compartir en mi muro de Facebook el de una pequeña violinista,  Masha Marshon, de 11 años de edad, con la Orquesta Filarmónica de Israel interpretando sublimemente “Meditación de  Thaïs” de Jules Massenet, y entonces ahí el arte tiene vida, tiene sentido porque no está fragmentado, ni tampoco importa cuántas veces se comparta, cuantos likes o reproducciones tenga, la pieza musical por sí sola ha trascendido a lo largo de los años y sigue siendo una exquisitez escucharla, incluso encontrada en el face.

Pero regresando a la literatura, muchas veces se olvida que “ no tiene deberes de coherencia ideológica, no tiene que proponer mensaje ni enunciar sistemas filosóficos y morales; puede y debe representar la contradictoria experiencia del todo y la nada de la vida, de su valor y de su absurdidad” (Claudio Magris), por eso reducir la obra literaria a unas simples palabras para intentar explicar o darle sentido a la existencia es, para mí, perder el valor que tiene la literatura en su capacidad global de hacernos sentir lo mismo que mirar una pintura o una representación teatral o cualquier otra manifestación artística, no sería lo mismo si sólo pudiéramos mirar una parte de un cuadro o escuchar seis notas musicales de una composición, fragmentar no significa que sea del todo equivocado, pero sí cuando damos la impresión de que es el todo y que con eso basta. Por supuesto el tema es mucho más sustancial y debatible, desde diferentes enfoques, sin embargo, el peligro que involucra no crear la conciencia de que la literatura va más allá de esas simples frases es un compromiso del escritor, del crítico literario, del promotor de lectura, del lector en general, en especial para dirigirse a los nativos digitales a quienes sus experiencias de lectura están o estarán más nutridas en espacios y plataformas virtuales que en libros en físico, lo cual, tampoco es malo, sólo que debemos mostrarles que no es el único camino.

Somos al fin y al cabo, la comunidad literaria los que debemos contrarrestar esta banalización de la lectura y la literatura, no en una franca confrontación con el otro ni con las redes sociales que incluso usamos y donde también hemos encontrado recursos interesantes que sirven para el mismo fin, la idea es buscar las formas de difundir o incluso, aclarar lo erróneo que puede estar circulando por las redes sociales. He visto y he leído también poemas, cuentos o artículos completos que se comparten en Twitter o Facebook y, aunque esos pocos los leen, regresamos a la idea de que la literatura no se mide por el número de “Me gusta” sino porque aun teniendo un solo lector, a éste le transmitió algo, la calidad no se mide cuantitativamente jamás en el arte.

La literatura, por mucho que se difunda, no está para salvar vidas, ni para mejorar la salud ni mucho menos para hacer mejores personas, la literatura y los libros tampoco es cierto que curen heridas ni tampoco que llenen el vacío de la soledad, en realidad son un placebo, pero no la cura; la soledad solo se acaba con compañía humana, y los libros sólo nos regalan la oportunidad de superar esa espera,  el mejor ejemplo son todos los escritores como Kafka, Borges, Flaubert, Virginia Woolf y podría continuar una inmensa lista, para quienes la ausencia de alguien o la carencia de algo en sus vidas los hizo leer y escribir para tratar de encontrarse, y ninguno lo logró, pero nos dejaron obras literarias de gran calidad que hoy leemos y disfrutamos infinitamente; pero esta visión errada de los libros como suplementos de todas las carencias y los males no ayuda en nada, porque una vez más se banaliza y se desacredita. La literatura como bien dice Magris, no tiene por qué tener un fin, aunque parezca lo contrario.

Menciono para finalizar un caso en especial, porque creo que hay que poner cada cosa en su justo lugar. El domingo 31 de julio el programa Sin filtro, del Canal Foro TV (programa conducido por ex líderes estudiantiles del movimiento Yo soy 132), estuvo dedicado al tema “Libros y nuevos críticos de lectura” y como invitados estuvieron los booktubers Mariana Esquivel (Vikinga Lectora), Alejandra Lozano y Luis Altamirano (Lewis Rimá), además del fundador de la plataforma Novelistik (Lee, Escribe, Comparte) Alberto Lujambio, el diálogo en torno a la lectura, la literatura y lo “poco” que se lee en México a pesar de ser uno de los países con mayor producción editorial, resultó en una serie de comentarios y opiniones de un cierto sector económicamente privilegiado de la sociedad, que tiene el poder adquisitivo para comprar libros y comentarlos y distribuirlos a través de YouTube y redes sociales, por supuesto no se esperaba otra cosa, por ejemplo que hablaran de los miles de ciudadanos que no tienen acceso ni a libros ni a internet y cómo hacer para que realmente, según ellos, seamos un país de lectores.

Lo preocupante para mí fue en realidad, que se les llamara “nuevos críticos de lectura” porque si bien comparto la idea de que los booktubers y las plataformas nuevas como Beek y muchas otras que están siendo creadas por jóvenes lectores, ayudan a promocionar y contagiar la lectura entre sus pares, no se puede afirmar que son los nuevos críticos de lectura, aunque peligrosamente las editoriales les están dando este papel últimamente, pues la mayoría de los libros que comentan les son enviados por las grandes editoriales que los ven como sus anunciantes y que además se está volviendo en un trabajo bastante redituable para ambos. Por eso el peligro de dejar que se banalice la lectura y la literatura es un problema real, actual, hay que dejar en claro que existe la profesionalización del crítico literario, pero por supuesto también hace falta que ellos mismos salgan a decir “aquí estamos” y éste es nuestro trabajo. Sin duda no se trata de desmeritar la labor de los jóvenes que están tal vez haciendo el trabajo de los profesionales y docentes que no hicieron por mucho tiempo, formar lectores, pero tampoco ahora que han tomado las riendas debemos hacernos a un lado y dejar crecer la idea de que la crítica literaria se circunscribe a ellos, para hacerla se necesita mucho más que haber leído un libro, wifi y una webcam.

Ahora sí cierro citando una idea de Claudio Magris en su libro “Alfabetos. Ensayos de Literatura” (un gran libro que por cierto demuestra muy bien el trabajo del crítico literario): “Hay una enorme zona de sombra –ha escrito Javier Marías- en la que sólo la literatura y las artes en general penetran; seguramente, como dijo mi maestro Juan Benet, no para iluminarla y esclarecerla, sino para percibir su inmensidad y su complejidad al encender una pobre cerilla que al menos nos permite ver que está ahí, esa zona, y no olvidarla”; podemos y debemos ser y demostrar cómo encender la cerilla, porque creo que muchos aun leyendo permanecen en la total oscuridad.

Nota: Si desean ver el programa Sin Filtro está disponible en el siguiente link: http://noticieros.televisa.com/foro-tv-sin-filtro/2016-08-01/filtro-31-julio/

Compartir artículo:
More from Rosely Quijano León
El libro total: nuevas experiencias de lectura
Muchos lectores somos fieles al libro en físico, ya sea porque nos...
Read More
Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *