El museo: ¿escaparate o centro de aprendizaje?

El Museo Fernando García Ponce-Macay.

A lo largo de la historia siempre han existido estudios sobre el funcionamiento y desarrollo de los museos, desde la época clásica griega hasta la era contemporánea. En estas indagaciones ha sido posible demostrar que, más allá de mostrar colecciones, estas instituciones son centros de observación, aunque también sitios de aprendizaje. En un seguimiento a tales investigaciones, ha sido descubierta la evolución ineludible de estos centros culturales.

Con el tiempo, los museos han cambiado su status de escaparates, donde eran expuestos objetos de diversa índole cultural que, por lo general, eran admirados  por los visitantes de un modo pasivo. Aún con ello, siempre fue posible establecer un enfoque educativo a las exhibiciones. Baste recordar los escaparates de curiosidades del siglo XVI, que incluían objetos tanto vivientes como inertes, que fueron sustraídos en diversos lugares del mundo durante las colonizaciones. Tales exposiciones seguían ciertos criterios que definían la información social y cultural, biológica y etnológica, geológica y arqueológica, histórica y religiosa, entre otros.

Años más adelante, los museos fueron considerados parte del proceso de conocimiento de las instituciones educativas, tal como lo consideró el educador John Dewey a principios del siglo XX. Cabe destacar que la mayoría de los educadores y administradores de museos, convencidos por las propuestas de John Dewey, aplicaron las ideas del filósofo. Uno de los primeros intentos por integrar activamente las propuestas educativas de las escuelas a los museos ocurrió en el Brooklyn Children’s Museum, que tuvo como propósito desarrollar las formas de aprendizaje de los niños.

A diferencia de los estilos convencionales de “mostrar” de las escuelas, museos como el de Brooklyn promovían un aprendizaje basado en lo “tangible”, es decir, los niños debían tocar los objetos y usar sus sentidos como fuentes de conocimiento. La clave para obtener diferentes placeres sensoriales e ideas del pensamiento, así como desarrollar ciertas habilidades y la autoestima fueron las asociaciones físicas y conceptuales. Y todo ello, a través de una narrativa atractiva para los estudiantes. En este sentido, este tipo de museos logró generar contenidos pedagógicos, sociológicos y psicológicos.

Visita guiada de niños en el Museo Macay.

A partir de entonces y con estas experiencias de aprendizaje en el museo de Brooklyn, fue posible la transición de los sistemas educativos pasivos (los que usan la memoria y la trasferencia de información en el aprendizaje) a otros más activos (los que utilizan la investigación, el análisis, la síntesis y la crítica). Esta circunstancia, nueva en su tiempo, logró impulsar museos, bibliotecas y otros centros culturales como laboratorios pedagógicos abiertos. Fue así que surgieron los museos modernos, que fueron transformados en instituciones educativas informales, tan importantes como las escuelas formales.

Así que los museos se han comprometido cada vez más en brindar educación a la población, en especial la infantil y la juvenil. Y también han contribuido a crear estrechas relaciones entre el arte y los niños, por citar una opción, ya que otro tipo de museos han hecho lo propio con sus objetos tangibles, como los arqueológicos, y sus objetos intangibles, como los musicales. Cabe destacar que los museos de arte han conseguido involucrar a los niños desde edades tempranas en actividades donde logran desarrollar su imaginación y su sensibilidad estética.

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De acuerdo con lo planteado arriba, ningún gobierno ni autoridad cultural, ya sea estatal o federal, debe negar el derecho universal de los ciudadanos a la cultura al intentar recortar presupuestos a los programas y los centros educativo-culturales, ni mucho menos cerrar museos y otros recintos de formación artística, histórica o humanista. Habrá, eso sí, que contribuir al desarrollo de mejores metodología, ajustadas a las necesidades actuales de los individuos y la sociedad, así como promover los museos como centros de aprendizaje, más que escaparates que no tienen importancia aparente. Así que, si alguna autoridad gubernamental decidiera cerrar un museo, cualquiera que sea su tipo, sería tanto o más que clausurar una escuela de formación especial.

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