La lectura de guerra ha sido tradicionalmente vista desde las crónicas y documentales que han mostrado de forma visceral la realidad en la que viven los pueblos y grandes ciudades por el escarnio gubernamental. En la literatura, existe una tradición vasta que han vislumbrado guiños de lo atroz de la guerra, tal es el caso de Anna Ajmátova, Wilhelm Klemm o Apollinaire, quienes abordaron el tema de la Segunda Guerra Mundial; en México, hay indicios de la poesía bélica desde el himno nacional de Francisco González Bocanegra, sin contar la amplia literatura propia de la Revolución Mexicana, por mencionar algunos ejemplos..
En nuestro presente contexto, la guerra contra el narco ha provocado que la narrativa del país deje un lúgubre legado sobre los rostros y horrores que se han vivido y se siguen perpetuando. Teniendo en cuenta estos antecedentes, la poética de Álvaro Chanona Yza establece una estética espiritual que despeja todo vestigio bélico que yace desde tiempos de los pasajes bíblicos. El poemario Tribulaciones de un fariseo (Cisnegro, 2022) es un viaje a Londres, Auschwitz, Washington y Tierra Santa.
Esto, porque todo el dolor es propio de cualquier parte y los muertos tienen el peso de la memoria y un descanso eterno ausente, una especie de deuda inmortal que nos remonta a la Biblia y a los procesos más oscuros de la fe. La culpa, el desasosiego y la distancia promulgan apatía, que en la voz poética se perpetúa como un fantasma que persigue verso a verso: En este desierto / que habito /lejos de las orillas del Jordán / tengo lástima/ de mí mismo (pp31).
En el libro de Chanona Yza hay una depuración de los resabios de guerra y de alusiones confesionales como parte de la zozobra y la deshumanización en la que constantemente nos repetimos a través de la historia, excomulgando a nuestros ángeles, dando paso a los demonios que nos gobiernan. Chanona Yza nos transmite lo anterior por medio de un Yo en primera persona, como un narrador testigo quien luego se vuelve el cómplice de los pasajes versales:
“Yo no puedo
ver esto sin decir nada
yo no puedo gritar
porque no sé cómo
porque no soy judío.
Sólo creo
que si lo escribo así
aquí, ahora,
valdrá la pena nuestro silencio” (pp37).
Luis Villoro en su ensayo “La significación del silencio y otros ensayos” comenta que: “Si el silencio es ausencia de palabra, ¿cómo puede ser una posibilidad del habla?” (Villoro: 2018, 14). En este punto entra la poesía, pues el silencio es significación dentro de un esquema poético y, por ende, ejerce su lenguaje. En esta antítesis, Chanona calla para hablar por el poema. “Nuestro silencio” es un yo plural que comunica su forma de entender la angustia y su estoicismo al momento de vivir su propia guerra, pero ahora desde la enfermedad que lo va deteriorando.
“el miedo ingenuo de este tumor
encerrado aún en mi pelvis profunda
no creo en los profetas
tampoco en la cruz o la piedad
de una corona rota de espinas
sólo creo en lo que soy
en lo que tengo:
voy a romper, uno a uno,
los siete sellos del Apocalipsis” (pp49)
Chanona transmuta entre tres poéticas, la guerra, lo religioso y la enfermedad. Esta trinidad edifica nuestra intervención como lectores, puesto que esta es la rutina de nuestras vidas y de cómo las guerras personales nos apartan o nos acercan a lo religioso y esto nos abre posibilidades de entendernos a nosotros mismos a través de situaciones de riesgo.
La poética del libro es una moraleja de cómo nos aproximamos hacia el viaje intrínseco de qué nos representa y de cómo el silencio es partícipe en reproducir significados de un libro que constantemente va abriendo portales que van desde el Antiguo Testamento, hasta las llanuras de un yo en constante agonía por la enfermedad.
A lo largo de los pasajes del libro, hay una constancia por un retorno fetal, como un reinicio de todo para así comenzar de nuevo la historia de nuestras vidas, este eterno retorno Nietzscheano genera una antítesis entre los capítulos que no concuerdan, pero lejos de ser negativo, termina siendo complementario, ya que la ruptura corporal del libro permite que la voz poética tenga más presencia fragmentaria.
En este sentido, la guerra es algo que queremos dejar atrás, sin embargo, la memoria y las imágenes se perpetúan en nosotros mismos como un fantasma que nos visita y nos convierte en su lugar de apariciones, lo cual se antepone a regresar a un Yo de la enfermedad que desdibuja las desdicha y los errores de la vida que vamos sellando día a día. ¿Cómo los pasajes bíblicos intervienen entre la guerra y la enfermedad?
Chanona va construyendo posibles respuestas y más allá de buscar enmendar la voz poética de una vida con errores, busca el diálogo consigo mismo y esto es una constante en su poesía, puesto que en libros como: La alforja de los desprendimientos (2008) y El evangelio turbio de virgo (2013) mantiene esta voz que va modulando su espiritualidad en torno a la experiencia de las constantes guerras personales. Esto ha madurado a lo largo de los años, al tiempo que los libros van abriendo heridas para buscar extirpar un tumor de odio que succiona los músculos de la vida.
En ese sentido, Tribulaciones de un fariseo es un diálogo abierto a libros canónicos de la tradición mexicana como es el caso de Enriqueta Ochoa, Efraín Bartolomé, Elías Nandino, Concha Urquiza, Rosario Castellanos y Dámaso Alonso. Múltiples voces que son legión, han influenciado y configurado a Álvaro Chanona Yza como un poeta que rompe con la generación de poetas yucatecos nacidos en los sesenta, siendo este un poeta mexicano que transita hasta el canon actual de la poesía nacional en la cual predomina escribir desde la pluralidad singular del Yo.
Álvaro Chanona Yza (Mérida, 1962). Asistió al Taller de Literatura Elías Nandino del Departamento de Bellas Artes de Jalisco (1979-1981) y al Taller de Poesía de la Universidad Autónoma de Baja California (1982-1990). Rosa de Oro de los Juegos Florales de Tijuana (1985) y Premio Municipal de Poesía de la ciudad de Tijuana (1987 y 1988). Mención de Honor del Premio Peninsular de Poesía José Díaz Bolio (Yucatán, 2010 y 2012). Incluido en el Diccionario biobibliográfico de escritores de Baja California siglo XVI-siglo XXI (IMAC, 2000), de Gabriel Trujillo Muñoz, el Diccionario de Escritores de Yucatán, de Roldán Peniche Barrera y Gaspar Gómez Chacón (Editorial Cepsa, 2019) y la Enciclopedia de la Literatura en México (Fundación para las Letras Mexicanas, 2021).