John Coltrane, también conocido como “Trane”, nace en el seno de una familia humilde, de padre con oficio de sastre e intérprete de varios instrumentos de cuerdas; madre costurera y sirvienta que también tocaba el piano. Dos meses después de su nacimiento, la familia se traslada a High Point, North Carolina, donde su abuelo materno, el reverendo William Blair, fue nombrado regidor anciano de la African Methodist Episcopal Zion Church.
Definitivamente uno de los músicos más influyentes de todos los tiempos, “Trane” estaba seguro de que a través de su música podría alcanzar la divinidad y que ésta desaparecía todo lo que se consideraba místico, develaba todo misterio y mostraba la verdad: el amor supremo. Coltrane graba A Love Supreme en diciembre de 1964, con su ya famoso cuarteto compuesto por McCoy Tyner (piano), Jimmy Garrison (contrabajo) y Elvin Jones (batería), álbum al que él mismo se refirió como su liturgia o legado sagrado. Una vez, al ser entrevistado por un periodista acerca de sus planes para la década de los setenta, él contestó:
“Convertirme en un santo al regresar a la luz, y habitar el mismo lugar que habita mi música…”
John Coltrane fallece en Nueva York el 17 de julio de 1967, de un cáncer de hígado, apenas un par de meses después de dicha entrevista.
En 1971 en San Francisco, California, se funda la St. John Coltrane African Orthodox Church (Iglesia Africana Ortodoxa de San John Coltrane), podríamos decir que el músico no vio en vida el que otros intentaran alcanzar la divinidad a través de lo que alguna vez escribió y las notas limpias y aparentemente amorfas de su saxofón, grabadas en frío acetato. En esta iglesia se usa la música de este gigante como liturgia así como innumerables citas recuperadas de sus propias bitácoras.
“En ningún momento hay fin. Siempre hay que imaginar nuevos sonidos, nuevos sentimientos que transmitir. Y siempre, está la necesidad de mantener lo más refinado posible esos sentimientos y sonidos, de manera que podamos ver realmente lo que hemos descubierto en su estado puro, ver lo que realmente somos y poder transmitirlo…” John Coltrane.
Esto no es un acto único, ya que históricamente es muy común que tendencias y creencias afroamericanas se mezclen con el cristianismo, sin embargo, tal vez no haya un sincretismo tan elevado artísticamente y a la vez tan interesante, ya sea espiritual o científicamente como el caso de St. John Coltrane.
Según algunos investigadores, la música compuesta por Coltrane tiene un efecto neurológico en quien la escucha, un efecto similar al que tiene una persona al entrar en un trance pasivo, de modo que genera un vacío en su mente y puede reflexionar sobre sus pesares y alegrías alejado de la pesadumbre de sus emociones.
Lo anterior podría ser la explicación “científica” del porqué se considera por muchos su obra como algo “sagrado”; en mi opinión el poder de la magia de este maestro radica en la sugestión que su propia expresión provoca. Como sea, la música de St. John Coltrane se sigue escuchando no sólo por sus admiradores y seguidores, sino también por neurólogos y biólogos neuroacústicos interesados en su investigación.
“En general, pienso que lo más importante que a cualquier músico le gustaría hacer es darle una imagen de todas aquellas cosas maravillosas que experimenta y siente en el universo a aquel que lo escucha; eso es lo que me gustaría lograr, creo que es una de las cosas más grandes que puedes hacer para dejar algo en el mundo, y que todos tratamos de hacerlo de algún modo, y eso es la búsqueda de cómo entregar amor…” John Coltrane.
Poeta del saxofón, velador de lo puro, de las verdades, Coltrane fue sin duda otro de los grandes magos que crearon realidades.
Playlist sugerido: A love supreme (Impulse!, 1965)
