Después del anuncio oficial del relevo del Dr. Irving Berlín Villafaña como Director de Cultura del Ayuntamiento de Mérida, publicado en diversos medios el día de hoy, la comunidad artística ha expresado su descontento en las redes sociales que originaron el problema (ver en la fotogalería), debido a que argumentan que el alcalde Mauricio Vila no debió ceder a las presiones mediáticas que politizaron una desafortunada declaración sobre Juan Gabriel por parte del funcionario público que hasta el día de ayer encabezaba el despacho de cultura institucional en la comuna de Mérida.
Sobre todo porque -a decir de muchos- tomó una decisión apresurada como producto de evidentes ataques políticos, obedeciendo únicamente a una tendencia populista, sin tomar en cuenta el pensar de los artistas locales, que sin duda son los más capacitados para evaluar la gestión de Berlín Villafaña, y en especial, los que más se verán afectados por este cambio absurdo dentro de su gabinete, toda vez que en lo general, su liderazgo en el sector cultural y artístico ha sido reconocido tanto dentro como fuera de la ciudad, incluso por encima de su homólogo Roger Metri Duarte, secretario de cultura y artes para el Gobierno del Estado de Yucatán.
A continuación damos cuenta de algunas opiniones vertidas públicamente por figuras líderes en el ramo de las artes en la ciudad de Mérida, acompañadas de un par de cartas de Jorge Álvarez Rendón, cronista de la ciudad, y Sebastián Liera, actor y creador escénico, abiertamente dirigidas a Mauricio Vila, cuya más reciente decisión es calificada por la periodista cultural Gloria Serrano como “un penoso retroceso”:
Mauricio Vila Dosal, Presidente municipal:
No he tenido la ocasión de conocerlo personalmente y mentiría si dijese que usted me simpatiza, pero, no obstante, me siento en el deber de manifestarle mi desacuerdo con la renuncia inducida del Lic. Irving Berlín Villafaña, director de Cultura. No puedo creer que un gobierno emanado de las filas de Acción Nacional pueda ejercer cualquier presión que lesione el derecho fundamental que tenemos todos los mexicanos – seamos o no funcionarios – para expresar sus opiniones con plena libertad.
Luché muchos años como simpatizante del PAN y amigo de don Carlos Castillo Peraza. Participé como vigilante en numerosas elecciones en la época que la palabra democracia era una vana utopía. Incluso, sufrí las consecuencias con perdida de empleos y ataques físicos contra objetos de mi propiedad. Por eso no puedo – repito – aceptar que un gobierno electo, cuyo deber es fortalecer los derechos ciudadanos, siga los mismos procedimientos que el “sistema” priísta utilizo en forma común y repetitiva durante siete décadas.
Como yo tampoco suelo ocultar mis opiniones, siendo miembro del Consejo de Cronistas de la ciudad de Mérida desde el año de 1995, pongo mi cargo (honorario) en sus manos para que usted disponga lo que sea menester. A fin de cuentas, Mérida esta muy encima de cualquier linchamiento o bajeza. Jorge H. Álvarez Rendón
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Señor Mauricio Vila:
Que el señor Irving Berlin, siendo funcionario de cultura, haya publicado un tuit diciendo que hablar de “Juanga” le daba güeva, fue desde luego una torpeza; pero, a final de cuentas, las redes sociales no son más que una colección de torpezas, muchas de ellas de funcionarios (los más de ellos disfuncionales) de todos los niveles y colores.
Cuando uno ve la sarta de estupideces de quien despacha en Palacio Nacional, además de sentir vergüenza ajena por quienes votaron por él y quienes le siguen el juego (como los dizque “300 jóvenes más influyentes del país” que ayer cumplieron un papel de monos cilindreros), uno se pregunta quiénes son los asesores de ése señor; porque, ¿sabe señor Vila?, uno no sabe qué es peor: que Enrique Peña Nieto vaya de idiotez en idiotez o que sus asesores no sean capaces de evitar que lo haga.
Si usted despide (o, siguiendo el eufemismo, le acepta su renuncia al señor Berlín) hará que nos preguntemos lo mismo sobre usted y no sabremos qué es peor: la estulticia de despedir a un funcionario suyo que ha sabido reconocer sus errores y se ha sentado, por ejemplo, con la comunidad artística para diseñar programas de política cultural y consultarles sobre ordenamientos en la materia legal de su competencia o el silencio igualmente cretino de sus asesores que no le dijeron a usted: “señor, no sea tonto, no lo haga”.
Despedir al señor Berlín, por su torpeza en las redes sociales; será un gesto, sobre todo, de torpeza suya, señor Vila. Una torpeza no en las redes, sino en la forma de gobernar. Una forma de gobernar sin dirección, sin proyecto, que con cualquier escándalo minúsculo pierde el rumbo y se viene abajo. Una torpeza que queriendo parecer populista, y, de hecho, lo sería, no sería más que hipócrita. Porque, dicho sea de paso, señor Vila, su administración, como todo lo que tiene el sello de su partido, no se caracteriza sino por ser elitista.
¿Quiere despedir a alguien? Despídase a usted mismo, renuncie: la lista de torpezas en su administración va in crescendo. ¿Quiere una muestra? Ahí tiene usted, por ejemplo, el desprecio al Instituto de la Mujer el mismo año que éste recibe un premio nacional que reconoce las mejores prácticas de gobiernos municipales. Con ése reconocimiento, su administración, señor Vila, saludó con sombrero ajeno y no contento con ello tiene a todo el personal contra las cuerdas al quitarles presupuesto. Pero, claro, si de populismo se trata es mejor despedir a un funcionario que le da gueva el melodrama nacional por la muerte del músico que le cantó a Labastida y al PRI como le cantó a México (porque siempre creyó que eran lo mismo), que dotar de recursos a la institución municipal que trabaja, y duro, por poner un alto a la violencia de género, la violencia machista, en Mérida.
Usted, en su currícula profesional, presume de su trabajo como gestor cultural; gestoría que entiende la cultura como mercancía y, por ende, como lujo: una cultura para pocos. ¿Quiere despedir a alguien porque su idea de cultura sea elitista y no sienta siquiera una lagrimita Remi apareciendo por sus ojos cuando escucha “Amor eterno”?; despídase a usted. Todos, todas, sabemos que su mirada sobre el quehacer cultural es elitista, señor Vila; no nos intente engañar queriendo que pensemos lo contrario con gestos populistas, lo único que nos estará diciendo es que, además de soberbio, es usted hipócrita… y ambos son rasgos de estupidez.
¿Quiere ser populista? Séalo en serio y hasta el tuétano: comprométase con la gente, haga política pública para tender puentes entre las organizaciones de la sociedad civil y la población más necesitada; involucre a los distintos actores sociales (más que a los políticos) en la elaboración de norma municipal que rija los modos de hacer gobierno; asúmase como mandatario (es decir: como quien recibió un mandato) y mande obedeciendo lo que el pueblo organizado le demande (en lugar de soltar una que otra dádiva en la práctica clientelar de los miércoles cada quince días); instituya figuras como el referéndum, el plebiscito, el presupuesto participativo y la revocación de mandato.
Finalmente, ¿es usted católico, señor Vila? ¿Recuerda usted aquella máxima de que “la vara con que midas serás medido”? ¿Con qué vara quiere usted medir el actuar de su administración? Más aún, ¿con qué vara quiere que nosotros, nosotras, de quienes recibió el mandato de ser gobierno, lo midamos?; porque, si no lo ha olvidado, usted no se manda solo; usted trabaja para nosotras, para nosotros: las y los ciudadanos, hayamos votado o, como yo, no hayamos votado por usted.
Atentamente, Sebastián Liera.
Interesantísimo ver cómo patalean los del reducido grupo de favorecidos por ese funcionario tan mediocre.