Las múltiples voces de un solo hombre…
Esta semana (el 5 de septiembre para ser exactos) el hombre de las múltiples voces cumpliría 70 años. No hablaré de él como el hito de la liberación sexual en el mundo del rock, tampoco hablaré de Farrokh Bulsara, quien naciera en un pequeño protectorado británico de África en 1946, descendiente de trabajadores diplomáticos en la India en aquel entonces británica; su sexualidad y su origen étnico no son relevantes (aunque una pueda ser tomada como origen de su sensibilidad y el otro fisiológicamente por su caja torácica), lo que es relevante es que desde pequeño sus maestros prácticamente forzaron a sus padres a que lo metieran en escuelas de canto y actuación pues tenía un talento supremo.
“But I’m just a poor boy and nobody loves me,
He’s just a poor boy from a poor family,
Spare him his life from this monstrosity…”
Todos, o por lo menos todos los que crecimos de este lado del mundo, tenemos estas voces ya sea en nuestro consciente o no, y como tal, en el inconsciente colectivo occidental. Puedo apostar a la Reina sin ser su súbdito que incluso gente que no sabe que estas voces brotan en una melodía conocida como Bohemian Rhapsody -que podría ser considerada una de los himnos nacionales no oficiales de Inglaterra- la ha tarareado o silbado en algún momento de su vida.
“So you think you can love me and leave me to die?”
Bohemian Rhapsody aparece en el álbum A Night at the Opera (1975) y sembró un canto en el siglo XX que perdura hasta hoy; aún siendo el tema más conocido de Queen, puedo asegurarles que es una pequeña muestra de lo que esta legendaria banda logró:
“Easy come easy go will you let me go
Bismillah! No, we will not let you go – let him go!!
Bismillah! We will not let you go – let him go!!
Bismillah! We will not let you go let me go
Will not let you go let me go…
Never let you go let me go…
No, no, no, no, no, no, no!!
Oh mama mia, mama mia, mama mia let me go!!
Beelzebub has a devil put aside for me!!
For me!! For me…!!”
Sólo siendo un canapé antes de entrar al teatro, es importante mencionar que estamos hablando de múltiples voces respondiéndose entre sí que brotan de la dulce y poderosa garganta de un solo actor en una gran puesta en escena; las múltiples voces que todos tenemos dentro discutiendo aquí son magníficamente cantadas por un solo hombre: Freddie Mercury. Con Queen, Mercury culminó lo que artistas que lo precedieron como The Who, Roxy Music, y otros habían comenzado, convertir un concierto de Rock en una noche de ópera.
“Gente de la Tierra, escuchen las palabras dichas por el profeta; hay una tormenta formándose aquí, escuchen a los sabios, el amor sigue siendo la respuesta tomen sus manos…” The Prophet’s Song.
Y es que, junto a las eclécticas composiciones del también astrofísico Brian May (música clásica, Rock n’ Roll, Rag-Time, Ópera Bufa, New Wave, Funk y hasta me atrevería a decir embriones de Metal) y su estilo único en la guitarra. La actuación de Mercury fue siempre no sólo iconoclasta sino imponente; su infinidad de voces, colores y formas, desde el joven londinense común y corriente, pasando por el As de las cartas e incluso la Reina de Inglaterra, ocuparon el espacio que todos los personajes de una ópera hubieran necesitado.
Tras un acorde potente y a la vez dulce de guitarra, Mercury está en el centro del escenario. El calla y sin embargo múltiples voces se escuchan, todas ellas provenientes del mismo hombre, las múltiples voces que todos tenemos dentro discutiendo aquí son magníficamente cantadas por él. Bienvenidos a un momento en la ópera…