“Si observas profundamente el abismo, el abismo te observará a ti; quien lucha contra monstruos se convertirá en uno, ya que un hombre no viene a este mundo a ser bueno ni malo, sino grande…” Friedrich Nietzsche: Más Allá del Bien y del Mal.
La noche no logra ser engañada por el brillo de la ciudad de Miami. El crujido de las palmeras al ser golpeadas por el viento, los ancianos que vienen a morir lejos del frío de otros condados, los bares atestados de sexo, alcohol y Son cubano; un universo cosmopolita en la ciudad más importante de Florida, el Sunshine State (“Estado del Sol”). Miami más allá de su comida y sus playas; más allá de los turistas y su clima, está maldita por los hechizos de los brujos haitianos, el tráfico de almas entre cubanos; millones de asesinatos sin resolver y un sistema judicial incompetente y corrupto, ya sabes querido lector, la diversión normal en cualquier ciudad de este tamaño.
Cuando se nos describe una ciudad así: millones de asesinatos sin resolver y un sistema judicial incompetente y corrupto; hechizos malignos; tráfico de drogas y humanos; prostitutas y crimen organizado, no podemos evitar imaginar Nueva York inevitablemente, esto debido a la cultura cinematográfica y las películas de los 70. Muchos imaginamos también la ficticia Gotham, la cual tiene a Batman protegiéndola; una ciudad fría, oscura, con neblina, peligrosa que requiere de un vigilante que traiga la esperanza, un símbolo de justicia sin piedad más allá de las leyes que a veces terminan por proteger al criminal.
Miami, una ciudad no diferente a Nueva York o a la ficticia Gotham: sobre poblada, peligrosa, llena de inmigrantes, cosmopolita, corrupta… Aquí es donde Jeff Lindsay, escritor estadounidense y creador de Dexter Morgan A.K.A. The Bay Harbor Butcher (“El Carnicero de la Bahía Harbor”), vio la oscuridad en una ciudad iluminada por el sol y la música cubana. Jeff Lindsay inicia las saga de este “vigilante” con la novela El Oscuro Pasajero (Darkly Dreaming Dexter) en 2004 y los productores James Manos Jr. y Daniel Cerone junto con Tim Schlattman, deciden llevarla a la TV a través de la cadena Showtime, así “El Carnicero de la Bahía Harbor” interpretado magistralmente por Michael C. Hall, empieza su roadkill televisivo en Octubre de 2006.
Aunque después de la primera temporada la serie de TV toma su propio camino (sin dejar del todo la trama de la saga novelística), los productores hicieron un extraordinario trabajo en hacer de Miami una ciudad sanguinaria y sucia en donde un “vigilante” opera bajo el crujido de las palmeras al ser golpeadas por el viento en la noche y una luna gigante y roja.
¡Viva Miami!
Hay que dejar algo en claro, Dexter Morgan, hematólogo forense especializado en análisis de patrones de salpicaduras de sangre, y quien trabaja para el departamento de homicidios de la policía de Miami, no es exactamente un “vigilante”. Aunque es obvia la influencia que el personaje tuvo de los arquetipos de estos (Batman, Rorschach y demás), también es clara la influencia que obtuvo de antivillanos como el Dr. Hannibal Lecter y otros famosos sociópatas ficticios.
Sin sentimientos que no sean dilucidados por su psicopatía y sadismo; manipulador e inteligente, Dexter Morgan es en realidad un asesino en serie, y es aquí, en esta sangrienta y oscura Miami en que los “vigilantes” en busca de justicia, ya sean héroes o antihéroes, no tienen posibilidad alguna, no en este siglo; parafraseando a Lord Byron: la moral traiciona al héroe; de hecho, el arquetipo literario de “The Bay Harbor Butcher” es lo que Arthur Conan Doyle llamó “antihéroe byronico”.
Verán, una vez que este amable geek de laboratorio abandona la estación de policía o las escenas del crimen, acosa y caza a una víctima, la cual es otro asesino en serie; Dexter no lo hace por salvar a nadie, no elimina a los malvados como Rorschach (Watchmen, Alan Moore, 1986) ni se los entrega a la policía como Batman, no lo hace con un sentido de justicia, Dexter los caza y crea lo que el llama un “Cuarto de Muerte”, una enorme bolsa de plástico adornada con retratos o posesiones de las víctimas de su presa, donde hará confesar a la misma para después asesinarla, desmembrarla y echar sus partes en una bolsa de basura al mar mientras bebe una cerveza en su bote “Slice of Life”.
La noche es desenmascarada por el plástico y los juguetes de este cazador de asesinos quien no deja escena alguna del crimen; un monstruo limpio. A Dexter Morgan, el amable forense que lleva las donas a sus colegas todas las mañanas en la estación, extraordinario novio y hermano, y para muchos un buen amigo, le gusta cazar, asesinar, desmembrar a sus presas y echar sus pedazos en una bolsa de basura al mar; no lo hace por justicia o por ningún sentido de moralidad de ningún tipo: Lo hace porque le gusta. Así, entre música cubana y sol, Miami se vuelve una ciudad de horror con un criminal que se encarga de limpiarla de criminales.
“Hay algo extraño y divertido cuando llegas a una escena del crimen en Miami a plena luz del día, pareciera montada como un set de películas de horror, como si fuera una nueva sección de Disneyland… Murderland…”, comenta Dexter al entrar a la primera escena del crimen que aparece tanto en la serie de TV como en las novelas y la serie de historietas.
La única y exclusiva razón por la cual este “sujeto estadounidense promedio” es un caza-criminales es porque desde pequeño, su padre adoptivo Harry Morgan, se dio cuenta que tenía tendencias sádicas psicópatas por lo que creó un código de reglas para que Dexter pudiera canalizar sus impulsos; Harry Morgan era un gran policía en Miami y le enseñó cómo cubrir sus pistas, no ser atrapado y a asesinar a aquellos que se escapan de la “burocrática justicia…”
Aunque a veces manipula evidencia para que el asesino escape y él pueda tenerlo en su mesa, la víctima de Dexter no está en esa mesa, envuelta en plástico, confesando lo que es, a punto de ser asesinada y desmembrada porque Dexter quiera vengar a sus padres, porque se ha dado cuenta del verdadero rostro de la sociedad; sus presas están ahí para satisfacer a su oscuro pasajero: aquel vacío profundo que lo impulsa a hacer lo que hace y al cual logra esconder del mundo gracias al Código de Harry”, las enseñanzas de un padre amoroso.
Una cabaña en los Everglades
Tomemos esto en cuenta, leamos desde el monstruo por el monstruo y observemos: La víctima de Dexter no está en su mesa, envuelta en plástico, confesando lo que es, a punto de ser asesinada y desmembrada para terminar en una bolsa de basura en el Océano Atlántico porque Dexter quiera vengar a sus padres en una ciudad criminalizada, o porque Dexter se dio cuenta de manera muy profunda del verdadero rostro de la sociedad; no están ahí porque va a robarles, controlarles para sus fines; no están ahí porque deteste lo vulgar y lo va a humillar y mucho menos están ahí porque tenga un plan maquiavélico para salvar o destruir al mundo.
Están ahí porque él desea hacerles lo que les hace y el fin es simplemente ese, no más: callar a su oscuro pasajero que le susurra lo que él es de verdad más allá del bien y del mal y no lo que le han dicho que sea, por lo menos no para el resto del mundo. Y para que pueda mantenerse lejos de la silla eléctrica y pueda seguir dejando a su oscuro pasajero tomar el volante en su particular roadkill. Para él, sus presas se reducen a pequeñas gotas de sangre en muestras de cristal de hematología que guarda como trofeos en su conductor de aire acondicionado. Todos tenemos un “Código de Harry”; todos tenemos un oscuro pasajero.
The Dark Defender, una serie de historietas ficticias dentro de la serie de TV y las novelas gráficas. La idea fue de Tim Schlattmann y Jeff Lindsay. Las historietas están inspiradas en The Bay Harbor Butcher; parte del uso de los medios para denigrar el pensamiento moral. En 2013, comienzan a lanzarse una serie de historieta y novelas gráficas a través de la editora Marvel (para mí, increíble, realmente las esperaba por Vertigo o Image), ya mencionamos Dexter: Dark Echo, parte de Dexter: Early Cuts, la saga de historietas de Dexter y la exitosa novela gráfica Dexter: Down Under.
La intimidad de un cuchillo afilado o un martillo
No vamos a detenernos a hablar sobre lo amoral o inmoral de los actos de este complejo personaje. Mucho ya se ha dicho de si es un tipo malo haciendo algo bueno o viceversa, o al mismo tiempo, es obvio que es un personaje amoral, más allá de lo que es bueno o malo.
Donde quiero detenerme es en Miami, esta ciudad con playa y sol y tan tétrica como Gotham, la Nueva York de Alan Moore o Basin City de Frank Miller, y es que hablando del cómo una de las grandes influencias de Dexter es sin duda Batman; Lindsay t Cerone recuperan el cómo Miller nos enseña que son los medios los que deciden lo que es correcto o no nutriéndose de las necesidades del consumidor, y el cómo el Batman de Frank Miller pone a los medios, los cuales están confundidos acerca del regreso del Caballero de la Noche en Gotham (Batman: The Dark Knight Returns, Frank Miller y Lynn Varley, 1986).
Del mismo modo, cuando los medios se enteran del “vigilante” que está cazando asesinos y los echa al mar, Lindsay y Ceron recuperan la misma intriga en Miami (su Basin City o Gotham) cubierta de bloqueador solar y habanos. La prensa le da un apodo, como sucede con los asesinos seriales: The Bay Harbor Butcher, siguiendo la línea e proyección amoral de Miller a través de los medios, la gente está separada en cuanto a su opinión, confundida por su moral; en este momento además, este psicópata entrenado, sin sentimientos, quien sólo sigue un código enseñado para poder hacer lo que hace, tiene tres identidades (no sólo dos voluntarias como los superhéroes clásicos): Dexter Morgan, el amable analista de salpicaduras de sangre; el excelente novio y padrastro; el gran amigo y hermano… Dexter Morgan, el asesino en serie… Y The Bay Harbor Butcher (algo impuesto por el mundo).
-“No sé quién soy, pero no soy ni El Carnicero de la Bahía Harbor ni The Dark Defender…”, comenta Dexter a un imitador (copycat) antes de asesinarlo. Como sea, este tipo promedio, hasta “dormido” para muchos, sale por la noche y se encarga de que otro ser humano no haga lo mismo que él haría salvando vidas involuntariamente; como un gran detective se mezcla en la noche que no logra a engañar a Miami con el brillo de sus calles y el crujido de las palmeras al ser golpeadas por el viento, y la razón por la cual lo hace tan bien, es porque no es diferente a ellos.
En este momento, y es que estoy seguro que entre los arquetipos de héroe, aquel que desea salvaguardar los valores y principios cueste lo que cueste mientras protege a los suyos en contra de lo que sea malvado en contexto (Superman/V/ Iron Man/ Rick Grimes), antihéroe que quiere vengar la muerte de sus padres o ser querido en una ciudad criminalizada, o porque se dio cuenta de manera muy profunda del verdadero rostro de la sociedad (Batman/Rorschach/Sherlock Holmes/Preacher), villano que desee robarles, controlarles para sus fines o simplemente ser un agente del odio y el caos (Joker/ Lex Luthor/ The Governor) o incluso antivillano que tenga un plan maquiavélico para salvar o destruir al mundo; controlar todo para su obra de arte o deteste lo vulgar y lo desee a humillar devorándolo (Ozymandias/Hannibal Lecter/Negan/Heisenberg) mencionados anteriormente ya se han dado cuenta que Dexter Morgan The Bay Harbor Butcher no cabe en ninguno de estos.
“No soy un villano de tiras cómicas, mi nuevo mundo requiere de un heroísmo menos infantil…” Una de las mejores frases de Adrian Veidt Ozymandias en Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons. Con Ozymandias, Alan Moore ya había tomado la figura del héroe y la había hecho morir junto con la mitad de Nueva York; con The Bay Harbor Bucther, Jeff Lindsay asesina la figura del antihéroe ya que en el siglo XXI el hiperrealismo en el drama del personaje por sí mismo, incluso en ficciones como The Walking Dead ha tomado el control de sus “héroes”.
Con la creación de Dexter, Jeff Lindsay tomó todos estos arquetipos, los asesinó, los desmembró y los echó al mar en hermosos cofres de oro. El mundo en el que vivimos ya no requiere de hombres o superhombres con buena voluntad, requiere de monstruos o por lo menos antivillanos con visión. El crujido de las palmeras al ser golpeadas por el viento, los ancianos que vienen a morir lejos del frío de otros condados, los bares atestados de sexo, alcohol y son cubano; un universo cosmopolita en la ciudad más importante de Florida. Aquí yace el antihéroe.