No seas cruel: aniversario luctuoso de Elvis Presley

Oír a Elvis Presley por primera vez fue como escapar de la cárcel“. Bob Dylan

El 16 de agosto de 1977, el cuerpo de un hombre de 42 años con varios kilos de sobrepeso yacía inerte sobre las prístinas baldosas de un baño ubicado en una suntuosa mansión de Memphis, Tennesee. A pesar de los intentos, no pudieron reanimar el cuerpo que al parecer había colapsado como resultado de una falla cardíaca provocada por la ingesta de una enorme cantidad de fármacos. El Rey había muerto. En una de las habitaciones contiguas, una linda niña de 9 años estalla en llanto y exige a gritos que la dejen ver a su padre. Lisa Marie es mantenida a fuerzas en su habitación, mientras un miembro de la servidumbre intenta consolarla. Afuera, por la ventana, alcanza a observar con sus ojos inundados de tristeza la llegada de una ambulancia. En ese momento, la princesa, casi con certeza, sabe que ha perdido a su adorado padre.

Esas fueron las imágenes que se sucedieron el último día de existencia de Elvis Aaron Presley; pero ni lo mórbido de su tragedia final pudo borrar del imaginario colectivo del mundo los perdurables momentos que dejó como legado a lo largo de una exitosa y meteórica carrera como el adalid del rock, su acólito más devoto, el hijo de mamá que se convirtió en la primera figura mítica y soberana del Rock and Roll.Hoy, se cumplen 30 años de su lamentable fallecimiento, y en todas partes del mundo se le festeja y se le llora -como cada año-, en especial, con el peregrinaje de miles de personas hacia la meca del rock, Memphis, para depositar unas flores en el castillo del Rey: su mansión Graceland.

La ofrenda en Graceland (Brandon Dill, AP)

Entre sus admiradores, hay quienes lo recuerdan como el joven rebelde con chamarra de cuero, guitarra en mano, copete envaselinado y pantalones entallados, que en sus apariciones en la televisión era enfocado de la cintura para arriba debido a que los censores de la época consideraban demasiado atrevidos y escandalosos sus movimientos pélvicos al bailar.

Otros, lo rememoran como el cumplido ciudadano que a pesar de su estrellato sirvió a su país, en una base militar en Alemania, de donde regresó con el copete rapado y con una jovencita que más tarde sería su esposa. Ese día, muchas mujeres lloraron y se sintieron desfallecer cuando su ídolo se casó. Elvis había encontrado a su Priscilla.

Algunos, prefieren evocar su periodo más decadente, en el que su rock había sucumbido ante las baladas, canciones gospel y demás composiciones dulces y melodiosas de su repertorio. Fue su última época, la de la vestimenta Kitsch, llena de lentejuelas llamativas, capas y solapas levantadas, ensayados aspavientos sobre el escenario y transmisiones de sus conciertos vía satélite hacia todo el mundo.

Los puristas del rock, dicen que Elvis sólo retomó el blues, el rhythm and blues y el gospel de los negros y le dio un toque del hombre blanco, a lo que se le llamó rock and roll. Sin embargo, Elvis nunca dejó de reconocer su deuda para con esos cantantes de color, como Carl Perkins, Chuck Berry y Little Richard. Si no hubiera sido por él, dichas composiciones y cantantes nunca se hubieran dado a conocer al gran público, debido a la segregación predominante de la época.

Además, incorporó también el doo wop y el rockabilly (country y blues) a su repertorio y, al mismo tiempo, inadvertidamente llegaba a los oídos de cuatro jóvenes al otro lado del océano, en Liverpool, donde sus primeros esfuerzos musicales consistieron en emular a Elvis, por lo que su influencia en la música actual es inconmensurable. Los Beatles así se lo externaron en una histórica reunión que se dio el 27 de agosto de 1965, en su casa de Bel Air, California, cuando charlaron y se dice que incluso, tocaron e hicieron música para divertirse. Imagínense esa página perdida de la historia del rock.

No obstante, todo lo que el rock le dio a Elvis se lo cobró después. Su adicción a las drogas y a los somníferos acrecentaron la depresión provocada desde que falleciera su madre unos años atrás, e hizo más evidente las presiones y el estrés de la fama, que lo comenzaba a asfixiar y no le dejó crecer musicalmente. Los tiempos habían cambiado, y el otrora soberano del rock and roll debía entregar su cetro a medida que la corona se le hacía cada vez más pesada. El Rey había muerto…

Pero el encantamiento en torno a Elvis y su leyenda está más presente que nunca. Su nombre es un anagrama que significa “lives” (vive), por lo que se cree que aún camina entre nosotros. Esto, de alguna manera es cierto, ya que a más de 40 años de su muerte, Elvis Presley sigue siendo el artista solista más exitoso de la historia, con más de mil millones de discos vendidos en todo el mundo, ya que actualmente recauda más dinero que cuando estaba en la cúspide de su carrera.

Con 27 millones de dólares, Elvis fue el cuarto famoso fallecido con mayores ingresos en 2016 por detrás del cantante Michael Jackson, el caricaturista Charles M. Schulz y el golfista Arnold Palmer, según la lista anual de la revista Forbes. Y desde el mundo audiovisual, los hermanos Weinstein, habituales colaboradores del cineasta Quentin Tarantino, preparan una miniserie de televisión sobre la vida de Elvis, una producción que cuenta con la aprobación de su exmujer, Priscilla Presley, y que será además el primer espectáculo que se rodará en “Graceland”. ¡Larga vida al Rey!

Vigilia en Graceland (Karen Pulfer Focht, Reuters)
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