La “Memoria circular” de Adela Isaac

Adela Isaac ha creado su obra desde una oposición a la artificialidad y banalidad del mundo contemporáneo, aquellas que se manifiestan preferentemente a través de la seducción publicitaria, el consumismo bestial o la deshumanización de las relaciones personales. Estos síntomas también han tenido desdobles en el espacio habitable; Adela ha contemplado la paulatina transformación de la urbe con desencanto y nostalgia. La apacibilidad de esta ciudad ha devenido, a sus ojos, en complejos arquitectónicos genéricos, contaminación visual, proliferación de sofocantes de planchas de concreto y conglomeraciones de automóviles.

Por ello, en la veta romancista del oficio de pintar, la artista yucateca ha encontrado una alternativa al mundo actual que poco la cautiva. Así, ante nuestros ojos, en la exhibición “Memoria circular” montada en la galería del teatro Peón Contreras en febrero de 2017, desplegó en cada cuadro mundos ficticios y atemporales que no buscaban incidir en la realidad, sino disgregarla en imágenes para así transformarla, aludiendo más al sujeto que observa que a la acción directa y colectiva. Este planteamiento también entraña otra idea: pintar sin agenda política o mercado que la condicione, ya que es una actividad que transgrede el sistema enajenante y frívolo que impera. Pintar en sí, es un hecho de confrontación.

La serie de pinturas que forma parte de Memoria circular es una evocación del pasado de la artista, de su niñez en Itzimná, de sus juegos infantiles, de tardes en las calles sin miedo. Son añoranzas que no significan un retorno literal, sino el deseo de extender ese tiempo, de invocarlo hasta hoy en cada trazo que realiza, de buscarlo en cada momento en el que detiene su pincel y se postra frente al cuadro, aun inconcluso, para visualizar el proceso.

Negando la flecha del tiempo, es decir, el orden lineal del antes y el después, Adela Isaac plantea un quiebre en el devenir para instaurar, como Octavio Paz diría, “otro tiempo en el tiempo”. Las pinturas que vemos cobran sentido como portales que nos llevan de un lugar a otro, de una época a otra.  Son una reflexión sobre la percepción del tiempo y cómo ésta moldea la vida cotidiana de una realidad que vertiginosamente transmuta. A estos universos imaginados no les corresponde fecha y evaden la lógica de la historia, es al arte a quién incumbe descifrar su temporalidad.

Adela Isaac ha tenido una permanente presencia en el arte de la región por más de cuatro décadas; junto con otras creadoras como Pilar Cámara, Socorro Chablé, Sandra Nikolai o Teresa Loret de Mola, integra el grupo de mujeres que irrumpieron con fuerza la escena de las artes visuales en los ochenta. Desde entonces ha desarrollado un lenguaje pictórico híbrido, entre lo abstracto y lo figurativo, caracterizado por la organicidad de sus elementos. Los temas han sido diversos aunque varios de ellos son muy recurrentes –“siempre regresan”, en palabras de la artista-, como la dualidad hombre-mujer: el paisaje, la fiesta brava y lo femenino, temas que también pudimos observar también en dicha muestra.

Memoria circular es la reinvención del tiempo, es eludir la lógica de la física para dar espacio a la intuición y la percepción; después de todo, reescribir el pasado es también una forma de reescribir el presente.

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1 Comments

  1. says: Óscar Muñoz

    Figuraciones temporales hechas con tiempo, suficiente tiempo, en un tiempo distinto hasta dejarlo vacío de sí y abandonar la imagen en el espacio puro sin tiempo muy a tiempo…

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