Roldán Peniche Barrera reseña la antología compilada por Ricardo E. Tatto.
Una idea original y un acto de justicia se dan la mano en un reciente libro: “Yucatán en letra joven” (Panorama literario de narradores del Siglo XXI). Se trata de una antología escogida por Ricardo Tatto que se ha dado a la ímproba tarea de leer, estudiar y seleccionar los textos narrativos que el volumen contiene. Figuran en la antología Rigel Solís, Juan Esteban Chávez, Emiliano Canto Mayén, Isaac Carrillo Can, Carlos Castillo Novelo, Miguel Angel Civeire, Ricardo E. Tatto, Ileana Garma, Joaquín Peón Iñiguez, José Castillo Baeza y Mario Carrillo.
Conocemos personalmente a muchos de ellos y hemos leído varios de sus trabajos por lo que sabemos el terreno que pisamos. Todos asumen un estilo, una forma narrativa propia y un conocimiento indisputable de lo que es la literatura contemporánea. Confieso que me ha sido muy sugestiva la lectura de estos relatos de índole diversa y redactados con péñola corrida. Aludir a los que más me entusiasmaron constituiría una imprudencia y acaso una majadería pero si me es dada la breve alusión de ciertas percepciones en el contenido de un número de los relatos sin desdoro de la calidad y la intención de los demás.
De Rigel Solís, su historiada introducción a “A mi amada inmortal” (la que nada tiene que ver con la de Beethoven, por supuesto), extensa epístola sin solución de continuidad en la que se alude a todo; el “No te hagas” monologado de Juan Esteban Chávez, donde el lenguaje afilado nos conduce por vertientes lineales y situaciones chuscas; el humor raro (que nos recuerda un tanto lo absurdo de Ionesco) en “Doctor X”, de Emiliano Canto Mayén; el malogrado Isaac Carrillo Can, que escribía lo mismo en español que en maya, que nos resulta sencillo y hasta “naive” en su fácil relato “El perdedero”; el elemento sorpresa en el cuento negro “Milagro navideño” de Ricardo Tatto; la facilidad estilística de Joaquín Peón Iñiguez en “Del Coronel y otros demonios”, narración investida de lo real maravilloso de Carpentier y García Márquez; las precisiones surrealistas que hallamos en “Lampadoforias” de José Castillo Baeza.
En realidad, todos los relatos de “Yucatán en letra joven” poseen virtudes y defectos, pero pesan más las primeras que los segundos. Los jóvenes narradores no son improvisados y aún la lectura de su reducida currícula evidencia su esfuerzo y experiencia dentro de la literatura. Creo, repitiéndome, que Ricardo ha dado un paso importante en la difusión de nuestras letras jóvenes con la presente antología. Sólo lamentamos la escasa presencia femenina en este volumen (sólo figura Ileana Garma con su muy humano “De tres cárceles”) en tiempos en que las mujeres han avanzado notablemente en las artes y en las letras. De realizarse una segunda edición, deberá abrirse espacios para las jóvenes narradoras.
Damos fin a estos breves comentarios prestando, de su prólogo, las palabras con que concluye el antólogo: “La presente antología ha sido una idea que lleva varios años arrumbada en la desidia de varios colegas y un servidor. Hoy es una realidad gracias al generoso apoyo de FACMYC 2015, que me dio la oportunidad de darle forma a esta necesaria recopilación que, espero, también trascienda al ámbito para la que fue creada y deje constancia de la labor literaria contemporánea en Yucatán. Finalmente, como en todos los esfuerzos de este tipo -a pesar del rigor del compilador-, siempre quedan fuera autores que por derecho propio pertenecen a estas páginas. Seguramente esas omisiones pronto me serán señaladas por investigadores, literatos y lectores mucho más acuciosos. De antemano, les doy las gracias”. Felicitamos al compilador y a los participantes del libro.