Atrapada por la música

CRÓNICAS MELÓMANAS XVII.

Por la mañana, Elena te llamó para comentarte que la semana anterior había leído el relato que te publicó la revista El Cuento. Estaba emocionada porque la hiciste personaje del cuento. Aunque no le pareció justo que, en medio de la penumbra de la noche, la protagonista haya acabado con el insecto de la historia. Tú lo festejaste a carcajadas, y enseguida le sacaste un encuentro para profundizar en la historia del cuento. Ella aceptó gustosa, así te pareció, y acordaron verse al día siguiente en su departamento.

Aquel día del encuentro, se te ocurrió llevar el disco White Light/White Heat, de Velvet Underground, el segundo álbum de la banda, que por fin conseguiste luego de andar buscándolo por todas las disquerías de la ciudad. Habían pasado ya como cinco años de búsqueda hasta que lo encontraste. Y lo llevaste porque supusiste que le gustaría escucharlo a Elena, siempre tan fan de Nico, la cantante del primer disco. Al salir de tu casa rumbo al apartamento de Elena, recordaste que por ahí conservabas el cassette en el que alguien te había grabado ese disco de Velvet que ahora llevabas bajo el brazo, y te regresaste para llevárselo como regalo.

Al entrar al departamento de Elena, la saludaste como lo habías soñado, con un abrazo cálido y tendido. Extrañada un poco por tu efusivo abrazo, de inmediato te recogió el disco y te preguntó, mientras se dirigía a la tornamesa para reproducirlo, de quién era. La cubierta no le decía mucho. Ella sólo conocía la portada que Andy Warhol hizo para el primer disco de Velvet, con Nico en las voces. Antes de darle el regalo que le llevabas, quisiste asegurarte de que le gustara el disco que en ese momento ya sonaba con la primera canción del álbum: White Light/White Heat. Y notaste en el rostro de Elena que había cierto gusto por lo que escuchaba, algo extrañada, pero gustosa.

Mientras la aguja recorría cada canción del lado A del disco, hablaron del cuento del que ella se había sentido emocionada de saberse personaje. Ella discutió sobre la tragedia que sufrió aquel insecto que la buscaba afanosamente en medio de su letargo. Y tú defendiste el final catastrófico bajo el argumento de que las personas dormidas dan manotazos cuando un mosco ronda su cuerpo, y mucho más el de Elena y sin saber bien a bien con qué intención el insecto buscaba su piel. Al final, nadie cedió en su discusión, y mejor cambiaste de tema.

Entonces hablaste del disco que Elena volteaba en ese momento para escuchar el lado B. Dijiste que ese disco te parecía diferente, no sólo porque ya no participaba Nico como contante, sino porque las piezas eran menos pop que el primero. En eso Elena estuvo de acuerdo, oía el disco diferente al que ella conocía, aunque éste le gustaba también; encontraba el mismo estilo del grupo. Acabó el lado B, y ella mismo propuso volver a escuchar con más calma, ya acabada su discusión del relato, la canción que le había impresionado más: White Light/White Heat.

En eso estaban, volviendo a escuchar el lado A, cuando de pronto se cimbró el departamento. Al principio pensaron que estaría temblando, pero no. Aunque unos segundos más adelante, ambos volvieron a sentirse sacudidos, pero no precisamente por un movimiento telúrico. Los dos se dieron cuenta que el estremecimiento lo causaba la canción que escuchaban. De repente, en el preciso final estruendoso de la pieza, el departamento fue invadido por una luz blanca enceguecedora que los abrazó sin misericordia. Entonces, Elena corrió a donde supuso seguiría la tornamesa para quitar ese disco. Pero, como la intensa luz salía del mismo disco, al acercarse tanto al álbum que giraba a una velocidad extraordinaria, la luz proyectó a Elena al techo sin que pudieras hacer nada. Ahí quedó ella, como una sombra impresa en el techo de su departamento, y todo volvió a la normalidad. Lo único que alcanzó a hacer Elena fue retirar el brazo del disco, el cual había quedado extremadamente caliente, al grado que supusiste había sido causado por la velocidad de los giros que dio la tornamesa.

Desde entonces, cada vez que te acuestas a dormir, pones el disco de Velvet Underground, para ver si algún día vuelve aquella luz blanca a invadir la habitación y Elena regresa a este mundo. Muchas noches, al apagar la luz para voltearte a dormir, escuchas que una sombra se desliza por el techo como queriéndote decir algo.

 

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