En el de por sí pequeño mundo de los cómics, pocos son aquellos a quienes puede otorgárseles el apelativo de genios. Y menos aún son aquellos que pueden utilizar su genialidad para escribir y dibujar verdaderas obras maestras. Paco Roca es, estoy seguro, una de esas personas superdotadas que lo mismo pueden escribir una historia de terror que una entrañable crónica sobre el paso del tiempo, al mismo tiempo que sus dibujos reflejan una narración gráfica impecable (situación que no es nada extraña en el cómic europeo, pero en América –y me refiero al continente- es difícil encontrar a gente que haga bien ambas cosas).
El mundo de los tebeos
La manera de hacer cómics en Europa es muy diferente a la estadounidense. Mientras que estos últimos prefieren capítulos mensuales, en el viejo continente se tiene preferencia por los álbumes: tomos que frecuentemente contienen una historia completa, cuya gestación siempre se encuentra bastante cuidada, tanto en el aspecto creativo como en el de producción. Lo mejor de todo es que lo mismo las grandes editoriales editan cómics (o tebeos, como gustan llamarlos en España), que pequeñas editoriales independientes viven de su publicación (y no sólo los lectores de cómics los adquieren, allá sí hay una cultura de respeto al cómic como forma de arte y de comunicación).
Paco Roca comenzó su carrera como comiquero dibujando historias eróticas dentro de la revista Kiss Comix, pero después de varios números quedó claro que lo que a Paco le gustaba era contar historias más personales y con temas más diversos que las calenturas de dicha revista, por lo que en algún momento decide darle rienda suelta su imaginación y, junto con Juan Miguel Aguilera, publica GOG, un pequeño relato de corte cyberpunk en donde ya deja patente su gusto por el surrealismo y los ambientes oníricos.
GOG toma influencias de películas como Matrix, Zardoz y Jesucristo Superestrella para desarrollar una historia que habla de la alienación del individuo debido a las bondades de la realidad virtual, en donde las ventajas de esos mundos creados artificialmente traen el desconocimiento de otros seres reales.
Pero es en El Juego Lúgubre, donde ya podemos leer a Paco Roca enfilándose hacia los caminos de la historieta de autor. En esta historia, Roca rinde homenaje directo al surrealismo (elemento que suele utilizar de manera recurrente en su obra) al dibujar a Salvador Dalí –cambiándole el nombre a Salvador Deseo, situación más que apropiada- y tratando de explicar el origen de los delirios que el pintor plasmó en su obra.
Con mucha influencia de H. P. Lovecraft (en particular del cuento El modelo de Pickman), Roca logra un relato bastante tenebroso sobre la vida del pintor al mismo tiempo que nos permite atisbar la España de la preguerra civil. Es aquí en donde el elemento costumbrista aparece en la obra del autor, elemento que se vuelve recurrente a lo largo de su obra posterior.
Nadie es profeta en su tierra
A pesar de la buena acogida que el cómic como género pueda tener en España, todavía existe cierto recelo a la hora de publicar obras de autores nativos (cualquier parecido con México es mera coincidencia), por lo que Roca tuvo que tocar puertas en editoriales francesas para que la primera parte de la saga de Los viajes de Alexandre Ícaro pudiera ser publicada.
Hijos de la Alhambra es el primer tomo de una narración de viajes en un entorno histórico, en donde la investigación para su creación recrea las condiciones de la España del siglo XIX y recupera mucho del ambiente gótico propio de la literatura de la época.
El Faro es un pequeño cuento en donde la nostalgia permea las viñetas. Ambientado durante la guerra civil, podemos ser testigos de la relación entre dos personas disímbolas que a final de cuentas tiene más en común de lo que podríamos pensar. Es una historia donde los sueños y las aspiraciones se encuentran para conocer un poco más sobre las relaciones humanas.
Pero es con Arrugas que Paco Roca obtiene por fin el reconocimiento de la crítica internacional y de su país, siendo nombrado uno de los mejores cómics del 2007 en Francia y ganando el Premio Nacional de Cómic 2008, otorgado en España (que aparte de ser el máximo galardón que otorga el gobierno español, nos habla también del respeto que se le tiene al cómic como elemento cultural).
Arrugas es la historia de un hombre que comienza a sufrir los síntomas del Alzheimer, y nos cuenta las vicisitudes por las que tiene que pasar para poder seguir funcionando dentro de la sociedad, o mejor dicho dentro de su comunidad: un asilo de ancianos en donde se encuentra de todo. En manos de un director de cine hollywoodense esta historia sería un mar de lágrimas melodramático, en las manos de Roca estamos frente a una historia entrañable, objetiva y diversa, en la que podemos pasar de la risa al llanto y de ahí al aprendizaje con solo darle la vuelta a la página.
La historia fue escrita con diálogos reales de ancianos y utilizando información verídica sobre la enfermedad, por lo que adquiere un valor documental mayúsculo, que, añadido al mérito artístico narrativo y gráfico, hace de Arrugas una obra indispensable para conocer la evolución que el cómic ha sufrido como medio de comunicación artística y la coloca como una obra cumbre de la narración gráfica en español (y me atrevería a añadir que del mundo).
Debe ser difícil continuar con la producción comiquera después de haber alcanzado un punto tan alto, pero cuando lo que guía el trabajo es la pasión y las ganas de contar una buena historia los creadores pueden sobreponerse a todo. Las calles de arena es el título del álbum con el Paco Roca da rienda suelta a su imaginación, entregándonos un cómic en donde la influencias de Kafka, Borges, Carroll son las más obvias, aunque de manera más velada el cuento toma elementos de Poe, Terry Gilliam o Hayao Miyazaki.
En esta obra, estamos frente a una historia en donde se cuentan muchas historias, en donde cada personaje es un reflejo de la ajetreada modernidad, y en donde el hilo conductor es la necesidad de encontrar un objetivo en esta vida. La narración incluye un laberinto y como tal nos va encerrando en la mente del personaje principal, cuya imaginación (y la del autor) nos presenta un cómic que bien podría ser un sueño o, parafraseando, es un sueño con forma de cómic. Y de esos sueños de los cuales uno no quiere despertar.
El siguiente trabajo de Paco Roca es Emotional World Tour, un álbum (en el sentido de lugar donde se coleccionan recuerdos, no en el sentido de cómic europeo) en donde, junto con Miguel Gallardo (coautor de María y yo, otra joyita del cómic realista), recopilan anécdotas e historias de sus andanzas en las convenciones de cómic.
Espejo de la realidad
La obra de Paco Roca es la muestra de que el cómic ha alcanzado una madurez como medio de comunicación. No solo por la calidad narrativa que contiene, ni por los temas que maneja, sino por la forma en que utiliza las viñetas para apelar a nuestros sentimientos más primigenios. En Arrugas somos testigos de la decadencia de las capacidades mentales de una persona, pero también lo somos de la importancia del recuerdo como creador de toda una vida. El personaje central del cómic sabe perfectamente lo que le está sucediendo y, entre el miedo y la aprehensión, somos testigos, al igual que él, que el olvido de nuestra persona depende de lo mucho o poco que recordemos de toda nuestra vida.
Retratar a la sociedad mediante metáforas, absurdos o sinsentidos es también una de las herramientas mediante las cuales Roca es capaz de evidenciar lo molesto, extraño, raro o cómico de la sociedad. Basta con leer en su sitio web (pacoroca.com) el ejercicio-chiste que desarrolló con correos spam para advertir que el autor no está conforme con el devenir social, y que su arte es tan solo un escape para reflejar las inconsistencias e incoherencias que día a día podemos (sobre)vivir. Afortunadamente pueden conseguirse sus obras en librerías mexicanas o por internet, por lo que únicamente resta que se apersonen dentro de sus páginas para conocer otra manera de hacer cómic. Una que no los dejará indiferentes.