La vida es una maldita cara feliz: Watchmen

Un análisis arquetípico de los personajes a partir de su representación simbólica

“Es imposible recordarse a sí mismo sin ese acto de creación de uno mismo; sólo bajo la constante que es ese personaje que creamos es que en la realidad somos nosotros mismos”. George Gurdjieff. -Relatos de Belcebú a su Nieto (1950).

 

Life is a bloody happy place… (“La vida es una maldita cara feliz…”)

Esta sería la traducción-interpretación correcta de esta frase, si se toma en cuenta que Alan Moore, creador de la novela gráfica Watchmen (DC, 1986) es de origen británico, y “bloody” es una expresión idiomática que se refiere a “maldita” o “jodida” en español. Lo curioso aquí es el juego de palabras; Moore es un genio jugando con los símbolos y las palabras: “bloody” literalmente significa “sangrada” o “sangrienta”, así que la frase al mismo tiempo se interpreta como… “La vida es una sangrienta cara feliz…”

Es importante para entender el enfoque con el que me acercaré a esta obra maestra, no sólo de la historia de los cómics sino de la literatura, el comprender que las interpretaciones de la frase en español no son dos opciones distintas sino una al mismo tiempo. La frase no la dijo Alan Moore, ni Dave Gibbons (ilustrador) y tampoco ninguno de los que crearon casi 30 años después la saga Before Watchmen, ya que esta es algo sencillo de interpretar cuando te das cuenta de que el manejo del lenguaje en el mundo de Moore, y no sólo en esta obra, es mucho más complejo que sólo palabras, colores y viñetas.

Cada personaje es un arquetipo, una representación hiperbólica de los sentimientos y la neurosis del siglo XX. ¿Por qué hiperbólica? Porque, a diferencia de aquellos que claman que siguen los arquetipos simplistas de Carl Jung, la gama de símbolos aquí es tan amplia como el Eneagrama de George Gurdjieff; los Espíritus de William Butler Yeats y otros magos anteriores a Moore; tótems reales y humanos.

Es bien sabido que lo que hizo a esta novela gráfica diferente a todas sus predecesoras (con excepción tal vez de Batman: The Dark Knight Returns de Frank Miller y Lynn Varley) es la complejidad psicológica de sus personajes, y la tremenda lógica interna dentro de la ficción: un mundo paralelo en donde, por ejemplo, Estados Unidos gana la Guerra de Vietnam y la Unión Soviética le teme porque este país tiene a Dios de su lado.

Fotografía de los Minutemen en la fiesta de Navidad de 1939. En Watchmen, esta imagen sale en las páginas ficticias de Under The Hood dentro de la misma novela gráfica. Claro ejemplo de Metaliteratura.

Cabe mencionar que en este mundo paralelo ambientado en los años 40, las historietas de superhéroes que en el nuestro son ficticias, aquí lo siguen siendo; sin embargo, en el mundo descrito en Watchmen inspiraron toda una serie de individuos a vestirse con disfraces de Halloween y salir a combatir el crimen, particularmente en Nueva York. Una vez reunidos estos individuos como The Minutemen, terminan siendo un fraude, tal y como se lee dentro de la misma novela Under The Hood, un libro dentro de la novela gráfica; un libro dentro de un libro, o lo que se conoce ahora como Metaliteratura.

En este libro que escribe Hollis Mason, el primer Nite Owl, el héroe retirado cuenta toda la verdad detrás de los Minutemen: una descarada burla sobre la vida secreta de las celebridades y un escupitajo al mundo de la farándula. Los personajes que protagonizan la historia fueron -supuestamente- verdaderos héroes activos en los años 60, y la historia se narra en los años 80, cuando el presidente Richard Nixon aprueba el Acta Keene que prohíbe el vigilantismo.

 

Diario de Rorschach

“No existe la virtud sin el pecado…” Frank Miller. -Sin City Vol. 1: The Hard Goodbye.

  Nueva York, 1985. La Guerra Fría está llegando a su fin. La paranoia de su culminación en una lluvia de misiles nucleares está en la mirada de cada ciudadano que camina por alguna calle en cualquier ciudad. El fin del mundo parece inminente. De este lado del planeta, donde se encuentra ya sin brillo el bloque capitalista, aquellos que se han atrevido a levantarse por encima del sistema para proteger a la sociedad de sí misma han sido convertidos en criminales por el Acta Keene, y sólo aquellos que operan para la milicia y el gobierno siguen activos.

Los demás se retiraron voluntariamente. Con excepción de Rorschach, quien una vez que supo que el ser vigilante y literalmente cazador de criminales era ahora un crimen, dejó los cadáveres de dos violadores en serie con todos los huesos rotos justo afuera de una estación de policía y con su firma.  

Walter Joseph Kovacs, A.K.A. Rorschach, fuerza pura, violenta e implacable de la justicia. Su nombre proviene de las pruebas psicológicas ya obsoletas del mismo nombre, razón por la que las manchas en su rostro cambian constantemente; en una terapia con placas de Rorschach, el psicólogo te muestra dichas placas, las cuales no muestran más que patrones de manchas y de acuerdo a lo que tú ves es cómo te diagnostican.

Rorschach es, aplicando metafóricamente el nombre, la representación de lo que todos somos en la sociedad y al mismo tiempo la realidad que nadie quiere ver; la verdad salvaje que a todos hiere. Cuando el héroe pretende ser psicoanalizado con las pruebas que llevan su nombre, es el mismo psicoanalista el que termina herido y destruido por su propia verdad. Antes de que la ley impuesta por Nixon fuera decretada, Rorschach no trabajaba solo; su compañero, un joven geek de nombre Dan Dreiberg siguió los pasos de Hollis Mason y se convirtió en el segundo Nite Owl aprovechando la herencia de su padre.

 

Nite Owl

Aclaremos que los personajes por sí mismos, como la novela en sí, van mucho más allá de hacer homenajes/parodias a los superhéroes clásicos, sin embargo ya se ha hablado bastante de cómo Watchmen fue la primera novela gráfica que le dio una profundidad y complejidad psicológica a estos arquetipos del bien y del mal, hablemos ahora de los héroes de esta novela como humanos, seres ficticios pero reales dentro de su propia ficción gracias a la magia de Alan Moore. Arquetipos que van más allá del bien y del mal, arquetipos de todos modos, y si quieren verlo de un modo más filosófico, parafraseemos al mismo Gurdjieff: “Tótems alcanzables de la mitología real que es lo que llamamos mundo y vida…”

Lo que representa Nite Owl, por ejemplo, es muy profundo e interesante; aunque no es un símbolo tan poderoso, tan fuerte y violento como Rorschach, es un tótem sumamente humano. Por un lado también representa la fuerza pura e implacable de la justicia, pero al mismo tiempo los valores supuestamente básicos de la sociedad: empatía, uso mínimo de la violencia, esperanza… Tras ser decretada el Acta Keene, Dan se retira a vivir una vida tranquila y mediocre en un departamento. Su única diversión es visitar de vez en cuando al viejo Hollis Mason para hablar sobre sus aventuras como héroes en el pasado, Dreiberg le teme a lo que realmente es, ¿cuántos de nosotros no? ¿Cuál es el camino a vencer ese miedo?

La respuesta sería la aceptación amoral en la intimidad de lo que uno es. El elemento femenino no puede faltar pues este tótem no es exclusivo del hombre; junto a Dreiberg, Laurie Juspeczyk descubrirá en la intimidad que es Silk Spectre. Laurie es la hija de Sally Jupiter (apellido que cambió su madre para que nadie supiera su origen polaco, otra mordaz sátira de la farándula de Moore), la primer Silk Spectre durante los años 40, miembro de los Minutemen.

 

Silk Spectre

Mientras Daniel se convierte en el segundo Nite Owl por elección, Laurie es obligada por su madre a ser una heroína, la segunda Silk Spectre, arrojando en ella su frustración; Mrs. Jupiter fue más una estrella de fotografías y revistas eróticas que una heroína.

Sin embargo, el camino al que llegan ambos personajes desde estas dos diferentes: la decisión y el descarte, será el encuentro de sí mismos y la plenitud a la que esto conlleva; de nuevo tenemos a Gurdjieff y a otros magos anteriores a Moore, como William Butler Yeats, en las viñetas de esta obra maestra.

¿Rorschach? Él es el ser por el ser, no por el deber ser; no es un tipo con una extraña máscara y un apodo extravagante: él representa esa falta de miedo. La intimidad y libertad del ser por sí misma, sin compromiso, la verdad de uno mismo incluso ante el fin del mundo.

 

La humanidad, Dios y su comedia

“Y entonces comprendí que Dios no había sido asesinado, había muerto de risa; un día en que uno de tantos Dioses, el más flaco y débil que vivía en el desierto, se atrevió a decir que él era el único Dios”. Friedrich Nietzsche. -Así Habló Zaratustra.

Por alguna razón, la cual no llamaría extraña, sino obvia, para aquellos que entendemos la dolorosa condición humana que es la consciencia, la humanidad ha pensado en el fin del mundo por lo menos desde que comenzó a escribir su historia. Cada generación, cada cultura, piensa que va a ser la última, y la idea del apocalipsis, Armagedón, doomsday o lo que sea, no sólo está llena de mitos, rituales y miedo sino también de morbo, y en muchos casos la intención de reconstruir este mundo en el que es obvio que algo simplemente no funciona correctamente.

Si nos situamos en los años 80, cuando la Guerra Fría estaba en su lúgubre esplendor, el miedo a una guerra nuclear entre la entonces Unión Soviética y Estados Unidos, y por lo tanto la extinción de la humanidad, era algo común. En ambos países es común encontrar hasta la fecha refugios anti-bombas en hogares comunes.

Relatos del navío negro

En Watchmen, la perspectiva de la persona común es manejada de una forma que convierte a Moore, junto a otros de su generación como David Foster Wallace, en uno de los pioneros de la Narrativa Transpoética, así que todavía más allá de la Metaliteratura (no, no es un pleonasmo etimológico) en donde leemos los pedazos de Under The Hood, autorizados por su “autor” Hollis Mason, leemos otra historieta: Tales of the Black Frighter, una historieta bastante cruel y esquizofrénica sobre piratas supuestamente escrita por un tal Joe Orlando, quien a su vez es un escritor desaparecido en el universo de Watchmen; sobra decir que el verdadero autor del cómic es Alan Moore.

A través de los ojos del lector de Tales of the Black Frighter, quien fuma un cigarrillo y la lee gratuitamente mientras escucha la verborrea del voceador, Moore no sólo nos introduce en la percepción de la sociedad sobre la situación más allá del gobiernos o los héroes, sino que, con una estructura metafórica sumamente exacta, nos va narrando las emociones de los mismos personajes de la historia central en la novela gráfica; lo que se va leyendo en la terrible historia de piratas tiene un sentido analógico con la trama principal y con un sentido poético.

Imagen del voceador en Nueva York, quien representa a la población dando todo el tiempo su opinión, a su lado un chico fuma un cigarrillo y lee Tales of the Black Freighter; iniciando lo que llamamos hoy día Narrativa Transpoética, el lector de Watchmen también lee el cómic sobre piratas.

Para el voceador, el fin del mundo es inminente, mientras que al chico que lee la historieta de piratas no parece importarle en absoluto lo que suceda; esta es la comedia de la humanidad, por lo menos lo es hasta que el verdadero chiste termina de ser contado, aquella verdadera broma que no entendió The Comedian y que hace que la historia comience con un simple asesinato. Si te detienes sólo un momento como adulto, y te pones a pensar en las grandes artimañas de los gobiernos, las guerras, la pobreza y el hambre, es fácil entender la posición que adopta Edward Blake A.K.A. The Comedian, quien en los años 40 fuera el más joven de los Minutemen, ante la situación global: la neurosis del siglo XX.

Los criminales callejeros son producto del manejo de las élites en control de los recursos, y el “limpiar las calles” como lo pretenden los vigilantes, es tan útil como tratar de curar el cáncer con paracetamol, así que seamos parte del cáncer y divirtámonos en el inter mientras encendemos habanos con lanzallamas y bebemos whisky. Ante la broma que representa el ser un héroe, un villano o la sociedad entera, The Comedian se convierte en una representación de la misma, “el cuarto camino en la oscuridad”, parafraseando de nuevo a Gurdjieff.

 

The Comedian

The Comedian comprende el mundo, uno sin salvación con bases morales, uno en el que la especie humana es salvaje y donde la “civilización” es una broma; el nihilismo absoluto llevado a su punto extremo. La comprensión de la intimidad no sólo de uno mismo, sino de nuestra propia humanidad, la de cada uno. Como dijimos antes, en el universo de Watchmen Estados Unidos gana la Guerra de Vietnam, esto gracias a The Comedian y al único verdadero superhéroe, es decir, no humano de la historia: el Dr. Manhattan.

Este es el clímax de la parodia de Moore: The Comedian representa todo lo feroz, grotesco y a la vez hilarante que puede ser una dictadura mediática (es quien asesina a John F. Kennedy por ejemplo). Tras ser decretada el Acta Keene, sólo estos dos héroes podían operar libremente trabajando para el gobierno.

 

Dr. Manhattan

Nada es casualidad, nada está escrito aleatoriamente, no en la Metaliteratura o la Narrativa Transpoética; no cuando se es un mago del lenguaje del tamaño de Moore. En Under The Hood Hollis Mason (Alan Moore) nos cuenta la historia más triste del mundo, la cual está “musicalizada” por La Cabalgata de las Valquirias  de Richard Wagner. No hablaré sobre Moe Vernon y el porqué Hollis Mason le llama la historia más triste del mundo, pero la razón por la que esta es incluida es porque la obra de Wagner, gran amigo de Friedrich Nietzsche hasta su conversión al cristianismo, habla sobre la supremacía del hombre ante Dios; el Superhombre que Nietzsche remarcaba en su literatura y filosofía, era puesto en escena en un teatro por Wagner.

Satirizando y al mismo tiempo retratando la cultura estadounidense y la idea absurda de que Dios protege a los Estados Unidos, un físico en los años 50 es desintegrado por una máquina experimental y logra por sí mismo reintegrarse subatómicamente obteniendo poderes más allá de nuestra imaginación: visión del tiempo en un solo presente, teleportación individual e impersonal, encontrarse en diferentes lugares y diferentes tiempos a la vez, y demás etcéteras; para darle un golpe siniestro a este nuevo ser, el gobierno le llama el Dr. Manhattan, asociando la idea con el proyecto homónimo que comenzó la era nuclear tras la Segunda Guerra Mundial y simbolizando a este antes humilde físico, en ya sea el Superhombre o Dios, pero de algún modo del lado de los Estados Unidos.

La población alienada, el hombre común, héroes, anti-héroes, superhéroes y anti-villanos; Alan Moore nos da una gama muy abierta de los arquetipos clásicos no sólo de la literatura universal sino de los caminos propuestos por los filósofos vitalistas; sin importar el cómo lo plantearon en su momento grandes como William Blake, Gurdjieff, Nietzsche, Butler Yeats o hasta John Coltrane: Del individuo de la masa hacia la búsqueda de su identidad; del encuentro de su identidad a la intimidad con la misma; de la intimidad con la identidad a la creación de la propia, hasta llegar a observar el mundo tal cual es, más allá del bien y del mal, y tomar la decisión de aceptarlo, comprenderlo o cambiarlo.

 

Ozymandias

A un viajero conocí, de tierras remotas.
Me dijo: hay dos piernas en el desierto,
De piedra y sin tronco. A su lado cierto
Rostro en la arena yace: la faz rota,
Sus labios, su frío gesto tirano,
Nos dicen que el escultor ha podido
Salvar la pasión, que ha sobrevivido
Al que pudo tallarlo con su mano.
Algo ha sido escrito en el pedestal:
«Soy Ozymandias, el gran rey. ¡Mirad
Mi obra, poderosos! ¡Desesperad!:
La ruina es de un naufragio colosal.
A su lado, infinita y legendaria
Sólo queda la arena solitaria».

-Percy Bysshe Shelley (Trad. Fernando G. Toledo)

Adrian Veidt A.K.A. Ozymandias, el hombre más inteligente del mundo, aunque según él mismo esto no es cierto y es sólo que tiene publicistas muy buenos y entusiastas. Dueño de Veidt Enterprises, Adrian se retiró del vigilantismo, dando a conocer al mundo que él era el antes héroe enmascarado Ozymandias antes del decreto del Acta Keene, y comenzó a trabajar con el Dr. Manhattan utilizando las capacidades cuánticas de este con la idea de que la guerra se debe a la falta de recursos y si no faltaran estos no habría guerra; la visión de Veidt es la de un mundo unido.

 Ozymandias, el soneto más representativo de la poesía romántica inglesa del siglo XIX, fue escrito por Shelley como una oda a todo aquel gran líder capaz de conquistar el mundo; originalmente fue un alias del faraón Ramsés II “El Grande” y posteriormente fue cómo se le llamó a Alejandro Magno al destruir el Imperio Arqueménida (la más grande de las naciones persas), consolidar la era helenística, y con esto unir el mundo.

En la partitura detrás de las letras y viñetas de Watchmen, conforme vamos avanzando observamos todos los tótems y arquetipos existentes en el alma humana; desde el hombre del pópulo ya sea alienado o no, aquellos que se levantan como héroes encontrando su propia identidad, aquellos que la refuerzan a través del integrismo de sus propios valores. Y el hombre contra Dios; el hombre en control de su propio destino más allá del bien y del mal. No es casualidad que con La Cabalgata de las Valquirias  de Richard Wagner “musicalicen” la historia de Moe Vernon en Under The Hood, la historia de un hombre común, como todos nosotros, como toda la humanidad. La humanidad… En palabras de Hollis Mason, la historia más triste del mundo. 

Más allá de una historia de héroes y superhéroes que nos muestra una perspectiva humana de los mismos, Watchmen es una obra maestra llena de diálogos exquisitos y frases cuya profundidad tarda en llegar hasta el fondo de ese pozo que es nuestra mente, iluminándola a cada rebote y tocando fibras filosóficas y emocionales que causan tipos de escalofríos hasta ahora desconocidos. Alan Moore se burla de la sociedad y su concepto de lo que es el bien y lo que es el mal, y nos hace ver cómo se necesita ir más allá de ambos para realmente ser un héroe.

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