La 5ta edición del Concurso Nacional e Internacional de Piano “José Jacinto Cuevas” dirigido por la maestra Irina Decheva con la coparticipación de la empresa Yamaha, llegó a su etapa final la noche del 3 de diciembre de 2016, con un cálido protocolo de premiación y reconocimiento a quienes participaron en él. Fueron considerados los esfuerzos de quienes dirigen la empresa mencionada, de las instituciones educativas como la UNAM y la Universidad Autónoma de Yucatán, las del Gobierno del Estado a través de varias de sus secretarías como Cultura, Desarrollo Social y Educación, entre otras, cuyas gestiones combinadas crearon el marco para la realización de un certamen que ha demostrado su consolidación para trascender, no solamente en nuestro territorio nacional, sino allende nuestras fronteras.
Mención especial recibe la presencia del FIGAROSY y la orquesta sinfónica de nuestro Estado, autores materiales que cerraron un círculo virtuoso para promulgación y mayor acercamiento del arte para todos, anhelantes de compartirnos experiencias con la calidad de este concurso. No ha sido limitarse a disfrutar la música clásica, que en sí representa un logro para cualquier comunidad, sino abrirse a la noción de universalidad, que puede ser antorcha para otras sociedades que adolecen de una mayor apertura. Fue una buena cosecha de vítores y aplausos, consecuencia natural de presentarse con obras por siempre aquilatadas de tantos genios surgidos en épocas diversas y que son muestra de buen gusto y del refinamiento surgido solamente por una peculiar elevación del espíritu.
A los compases preciosistas de Mozart, Haydn, Ginastera, Ravel, también hay que añadir los de Javier Álvarez, quien para esta quinta edición compuso especialmente la obra “Solo De Olvido Un Recuerdo” y todas, en etapas predeterminadas, fueron las obras con las que las casi dos veintenas de pianistas, divididos en las habituales categorías “Mayores” y “Jóvenes” presentaron sus talentos y su compromiso con la música, sumando un peldaño en el ascenso de su profesión.
La velada llegó al punto del disfrute musical con las participaciones de Marco Antonio Cuevas Riffo interpretando de Alberto Ginastera la Sonata No. 1, opus 22, cediendo el piano a Saúl Ulises Ibarra Ramos con “Jeux d’Eau” de Maurice Ravel. El turno llegó para Jorge Helir Hernández López, aportando la gracia del tercer movimiento de la “Sonata K. 311 número 9 en Re mayor” de W. A. Mozart. Fue relevado por la encantadora Daniela Jiménez Carabantes con su notable dominio de la obra del maestro Javier Álvarez, obligatoria según las bases del certamen y posteriormente en una segunda intervención con un “Ragtime” de Paul Hindemith. Llegó la oportunidad de disfrutar la “Sonata opus 82, No. 6” de Sergei Prokofiev, de las manos de Ahmed Alom Vega y la “Alborada del Gracioso” a cargo de Víctor Montiel Fontes, obra también de Maurice Ravel, además conocido como un orquestador virtuoso.
Los momentos álgidos, como era esperado, correspondieron a los maestros ganadores del certamen en la categoría de “Mayores”. Correspondió a Víctor Díaz Hurtado establecerse como el gran intérprete que es, con el tema “Figuraciones”, del compositor contemporáneo Ernán López-Nussa, con el que aportó un sabor diferente, afrocubano, a una noche que había plasmado únicamente aires europeos. Nuestro coterráneo, Rolando Valdés Pinal, ganador del segundo sitio en la contienda musical, tuvo dos participaciones. La primera con el obbligato del maestro Javier Álvarez “Hormiga Renca de Paso Corto” y se despidió del escenario meridano con el “Estudio número 4” del ciclo “Fanfares”, obra del compositor rumano Györgi Ligeti, como la breve conjetura de un legado monumental.
El cierre estuvo a cargo del primer ganador Leonardo Hilsdorf con “La Valse”, haciendo de Ravel el compositor de mayor presencia de la noche, transmitiéndonos sus enigmáticos matices, casi atonales, los que a pesar de haberse plasmado en papel hace casi un siglo, todavía aportan una frescura sutil, llenando el recinto con la delicadeza de su espíritu. Ha sido una fiesta con mucho qué celebrar la realización de este concurso, con la salvedad de que nadie sale perdedor – el círculo no tiene lados – y que músicos y audiencia nos hemos reunido para un compartir bien superior.
Enhorabuena a quienes dieron su tiempo, su dedicación y tanto de sí mismos para obsequiarnos esta perla. ¡Bravo!