Odette Alonso nació en Santiago de Cuba, vive en México desde 1992. Estos poemas pertenecen a su libro más reciente De humo y miel. 35 años de poesía (1989-2024), publicado por la Universidad Autónoma del Estado de México.
AIRES DE BIZANCIO

Ella mezcla los astros encima de la mesa
como en un dominó.
Con la boca entreabierta
liba el aire azulado sobre las dos orillas.
El ámbar traza el rumbo del ojo que la mira.
Tarde o temprano entregará su cuello
la piel de terciopelo que el fuego curtirá.
Tarde o temprano morderá la cicatriz
y a cuentagotas
chupará la sangre eterna de su sed.
Un puñado de títeres volcarán en su oreja
hierbas amargas y un redondel de holanes
que apagarán en su cuerpo el resplandor.
Después
sólo el zumbido de una mosca
en el silencio sordo de las tres.
Una vez más la noria sobre su punto muerto
y ella mezcla los astros como en un dominó
mientras la luz se ensaña sobre el ámbar de sus ojos.
LAS ESTACIONES DEL ALMA
El mar ha vuelto todo a la borrasca
a la respiración original.
Confusa era la luz
el beso torpe.
Un paso lleva al otro
y el otro al despeñado
un disparo de clavo
una manzana verde
y un cristo que han colgado de la oreja
con el vientre carcomido
putrefacto.
De aquella luz no queda ni la sombra
ni un abalorio que ofrecerle al tedio
trenzado del tomillo
en el terrón de azúcar
en la gota de leche virginal.
Se acalló en el esternón la algarabía
un grano seco nos creció en el corazón.
Sobrevivieron algunas certidumbres
el miedo y el dolor
las punzadas del odio
las cosas que de ayer devuelve el mar.
JUEGO DE NIÑAS
En esa franja en la que el sueño se hace día
y el día sigue siendo una bruma primigenia
ella alza el dedo
me señala
y dice tú.
Dibuja en un papel mis iniciales
y lo pega en el vidrio de su propia ventana.
De afuera llega el son
el mismo viento dulce de una tarde lejana
la nostalgia del verso abreviado
y doloroso.
Sobre la nada hacemos equilibrio
una danza que parece de otro tiempo
una música quieta.
Toda la sombra se ha convertido en luz
en este juego en el que somos diosas.
VERSIÓN DE LOS HECHOS
Voló la cerradura
vio el camino.
Un pájaro se alzaba sobre el mar
una estela quedaba donde estuvo su mano.
Se fue a Tokio
o a Egipto
o al hueco de otras manos
esa mujer de absurdos ojos
de voz distorsionada.
Tiendes el lecho donde te acostarás
sola
en la noche que se alarga
y te cobija
la noche
que es todo cuanto tienes.
Qué pasaría si aquellos besos de aire
estuvieran ahora en esa boca cierta
por la que hacer rodar
el dorado alimento de las copas.
Su boca
la idea de su boca
se fue a Tokio
o a Egipto
o al sueño de otras bocas.
Animal de oscura estirpe
la tristeza.
INSTANTE
Cuando empezó el amor
no sabían si era amor
esa urgencia de ademanes ensayados
de cristal que aún empaña el sudor
de otras mañanas.
Sucedió en un instante
la boca entreabriéndose
el dedo que señala
y se desliza.
La llave hace equilibrios
los cuerpos flotan.
Lo nuevo les es dado
como el sonido del agua al caer en la vasija.