El tan esperado filme del español Pedro Almodóvar, “Dolor y Gloria”, bajo el sello de su casa productora El Deseo, finalmente vio su estreno en México el 4 de julio y es que en España este se había exhibido desde el 22 de marzo. La espera desesperó a los seguidores del cineasta calzadeño quienes durante tres meses consultaron la cartelera en espera de su proyección. El tándem de cuatro décadas Almodóvar-Banderas sorprendió y conmovió una vez más a quienes acudimos con el bagaje de siete películas anteriores, en las cuales habían logrado auténticas obras maestras del cine español con diversas tesituras que retratan la condición y las complejas relaciones humanas.
Ambientada en el Madrid de los ochenta, ha sido calificada por su creador como “autoficción” debido a que la historia nace de él, lo representa íntimamente en todos los sentidos y ha estado en todos los caminos del personaje, pero no los ha seguido en la misma dirección. Bajo estas premisas reconoce que las primeras líneas del guion son sus vivencias, inspiradas en la realidad; las que continúan son de su imaginación, siempre premiando la verosimilitud cinematográfica que en ocasiones no corresponde a la realidad. Sus películas no retratan familias felices ni hombres equilibrados ya que serían aburridas, necesita personajes que dinamiten las historias según ha comentado en varias entrevistas.
“Dolor y Gloria” es un cine de la palabra oral, el guion es literario con imágenes fuera del foco de la lente. El guion es un personaje que dicho por el actor con el gesto adecuado no necesita más que su voz. Encontramos frases tan memorables como: “Los chismes envejecen”; “Las noches que coinciden tres o cuatro dolores esas noches creo en Dios y rezo; los días que tengo un solo dolor, soy ateo”; “Estábamos en 1981 y Madrid era nuestro”, entre otras.
En palabras de Antonio Banderas, llegó al set como “soldado raso”, sin experiencias ni medallas, en estado puro aunque doloroso, para ponerse en manos del director a quien iba a interpretar, ya que a Almodóvar le gusta hacer los personajes y mucho más el de Salvador Mallo, ya que se varias ocasiones se quebró durante el rodaje por los recuerdos de su madre, su niñez y adolescencia, cuando en su pueblo lo miraban con extrañeza por ser diferente, situación que superó al llegar a la libertad que prometía la “Movida Madrileña” postfranquista de finales de los setenta donde encontró a otras personas como él. Tiempos en los que la cultura underground tuvo manifestaciones artísticas diversas y a los que Almodóvar se sumó con seis películas entre 1980 y 1987. En 1982 filmó por primera vez con Banderas “Laberinto de pasiones” a las que siguieron dos más con él: “Matador” (1986) y “La ley del deseo” (1987), hasta que el movimiento se desvaneció.
Banderas quizá ha conseguido interpretar uno de sus mejores papeles en su vasta filmografía. Acostumbrados a verlo en roles de pasión, deseo y locura, en “Dolor y Gloria” vemos a un actor contenido, con gestos minúsculos, sencillos y dolorosos que emocionan y convencen, quizá porque él también a sus casi seis décadas de edad ha vivido momentos de gloria, así como de dolencias emocionales y físicas. Por otra parte, Almodóvar casi tocando los setenta años y con 21 películas por delante, lleno de cicatrices y dolores de la carne y del alma, en una especie de expiación o ajuste de cuentas, decidió ficcionalizar su vida rodeado de personas, muebles, cuadros, libros y música que son parte de su biografía.
Para lo anterior, recrearon un set similar a su antiguo departamento. En la película podemos escuchar a Chabela Vargas con quien el director guardaba una relación especial. Asimismo, reunió a Banderas con Penélope Cruz y Julieta Serrano, su familia emocional, con quienes mantiene una amistad y varios rodajes. La banda sonora a cargo de Alberto Iglesias ha sido una constante en los últimos filmes y en más de diez ocasiones. 
Almodóvar despojado de ornamentos estéticos y barroquismos, en “Dolor y Gloria” reflexiona acerca del paso del tiempo, para muchos una película testamentaria, rodada en medio de los dolores intensos de espalda que lo aquejaban. Parece que a la cima de la gloria se llega tras una vida de carencias, dolencias, frustraciones, alejamientos y perdidas, quizá en un momento donde los sinsabores son más intensos que las mieles del triunfo y el reconocimiento. De manera honesta y frontal, el director y guionista en este punto de su existencia se detiene para realizar una historia intimista y reveladora con un final epifánico. Un reencuentro con personas y situaciones del pasado que quizá lo hagan comprender y asimilar las vivencias pendientes.
Solo nos queda el disfrute extendido de “Dolor y Gloria” en espera de dos o tres años para la siguiente película como ha venido sucediendo. Diálogos intensos; colores brillantes en rojo y añil; locaciones rurales y urbanas; música conocida y original; actores noveles y consagrados; es lo que Almodóvar ofrece a los amantes del buen cine. Sin duda oiremos de futuras nominaciones y premios; veremos si la Academia la considera para el Óscar, ya que sería la tercera ocasión que Almodóvar conquistaría la estatuilla. “Todo sobre mi madre” ganó el Óscar en el año 2000 como Mejor Película Extranjera y en el 2003 “Hable con ella” se coronó como el Mejor Guion Original, ambas musicalizadas por Alberto Iglesias.
