En agosto de 2008 se publicó el primer número de Soma, Arte y Cultura, todavía 
con muchas ilusiones puestas en el material impreso depositario de lo que a nuestro criterio era el medio de comunicación que hacía falta en un estado como Yucatán, tan pródigo en manifestaciones artísticas y, al mismo tiempo, tan parco en cuanto análisis y crítica especializada. Así emprendimos un proyecto que, con cierta regularidad, apareció de forma bimestral a lo largo del 2008 y 2009, hasta finalizar a principios de 2010, debido a diferencias creativas insoslayables que en su momento trascendieron en la prensa local dado mi interés en explicar el porqué de mi salida como director editorial.
6 años después aquí estamos, relanzando una locura editorial pero ahora en el ámbito digital, no sólo por unirnos a una tendencia que ya tiene algunos años, sino porque este soporte es el ideal para mantener nuestra independencia sin que ésta pueda quedar en entredicho debido a las presiones políticas y comerciales propias de un proyecto que apenas se sostenía con la venta de espacios publicitarios, que la mayoría de las veces eran producto de relaciones públicas con instituciones gubernamentales sin importar el partido del que se tratara.
Aunado a esto, la iniciativa privada jugó una parte importantísima para ayudar a consolidar la publicación, que más allá de las cuestiones económicas nunca tuvo problemas para hacerse de un nicho en el mercado y, sobre todo, en el gusto de los lectores. Sobra decir que este retorno de Soma, Arte y Cultura, es producto de la terca obstinación de intentar, una vez más, subsanar el panorama de la crítica y el periodismo cultural que todavía es necesario e indispensable para finalizar el ciclo del que se constituye el ars corpus de la región.
Después de todo, ¿qué es Soma sino la droga vital que hace posible la corporalidad intangible de nuestros sueños eléctricos?
