La serie se encuentra disponible en Amazon Prime Video.
Equilibrio. Muchos dicen que toda la existencia se sustenta en el equilibrio, sobre todo en aquel que se produce por el balance de polos opuestos, de fuerzas que en caso de encontrarse producirían una hecatombe. Pero paradójicamente, esos opuestos luchan por romper las barreras que los separan y chocar frontalmente, porque en los extremos siempre existen fanáticos que buscan romper con la frágil armonía con la que se sostiene todo el universo, todo para imponer su propia visión en lo que sería un aparente triunfo. Las profecías apocalípticas, particularmente las cristianas, tienen sus cimientos en esas luchas. En la necesidad que tiene un bando de imponerse sobre el otro. Los buenos contra los malos, la luz contra la oscuridad.
Valdría la pena preguntarse entonces cuál de los dos bandos tiene necesariamente la verdad de su lado, porque al final, gane quien gane, es la tierra y quienes la habitan los que terminarán pagando las consecuencias de un enfrentamiento al que llegaron de manera fortuita. Lo más interesante es que el azar produjo a individuos capaces de reproducir lo mejor y lo peor de ambos extremos, para hacer de ello su mayor riqueza y, al mismo tiempo, su fuente de condenación. Equilibrio, al fin y al cabo.
Si tuviera que hacer un resumen en tan solo un párrafo sobre Good Omens, la espectacular serie de Amazon Prime, debo decirles que lo leyeron en el párrafo anterior. Good Omens va sobre eso, sobre el equilibrio como una constante que determina el orden de las cosas y sobre cómo los seres humanos supuestamente estamos inmersos en una lucha entre entidades opuestas en la que nadie nos preguntó si queríamos estar. Y va sobre un demonio y un ángel que están en la tierra desde que Adán y Eva fueron expulsados del Edén y que han visto cómo de aquellos dos seres ha surgido una especie con esa capacidad de ser maravillosa y, a la vez, decadente y destructiva. Tanto el ángel como el demonio terminan perdidamente enamorados de todos aquellos a quienes deben proteger y tentar respectivamente, pues se dan cuenta de que la imperfección de la especie humana es lo que la hace única, especial y digna de sobrevivir a un apocalipsis que implicaría la destrucción de lo mejor que tiene el universo: el planeta tierra y quienes lo habitan.
Así es como conocemos a Crowley (David Tennant), un demonio que adora correr en su viejo Bentley y que se divierte creando el caos, y a Aziraphale (Michael Sheen), un ángel que colecciona libros mientras atesora todo el conocimiento que los humanos van generando conforme se van desarrollando. Ambos son rivales, antípodas enviados por sus jefes en el cielo y en el infierno con objetivos muy específicos; entre ellos, propiciar la última batalla: el Armagedón que terminará por enfrentar a las fuerzas divinas con las infernales para definir de una vez por todas de quién son los cacahuates que mejor truenan en el universo.
A Crowley se le confiere la misión de depositar al Anticristo con padres adoptivos que lo protegerán hasta que cumpla once años y su verdadera naturaleza salga a flote. Pero una confusión llevará al recién nacido a un suburbio de las afueras de Londres en el que recibirá cariño y cuidados paternales de una pareja tan normal como cualquier otra. Así, Adam Young (Sam Taylor Buck), se convierte en una antítesis del mal al que debería encarnar: es un chico amable y adorable. Cuando la cuenta regresiva para la última batalla comienza a recorrer sus últimos días, todo en el cielo y en el infierno se activa para preparar a las huestes de ambos bandos para su encontronazo terrenal.
Y es aquí cuando Crowley quiere conocer la verdadera identidad del chico, acabar con él y cancelar toda la operación que conduciría al fin de los tiempos para poder seguir disfrutando de un mundo al que ángel y demonio han convertido en su hogar. En el camino se encontrarán a una serie de personajes entrañables que intentarán obstaculizar su búsqueda y llegar antes con el Anticristo para que todo suceda conforme a las escrituras; o bien, con otros como una bruja que posee el único libro cuyas profecías realmente se cumplen, un par de cazadores de brujas o el sabueso del infierno que termina por ser un perro encantador.
Basada en una novela escrita por Neil Gaiman y Terry Prachett, el guion de Good Omens dibuja un mundo único, original, divertido y del que el espectador no sale inmune. Está lleno de diálogos y situaciones que provocan que uno se pierda en seis deliciosos capítulos capaces de recrear con gran inteligencia lo absurda de la profecía apocalíptica y lo racional que resulta el oponerse a ella. Un guion lleno de detalles que son reflejados por todo el diseño de producción con gran delicadeza, con un amplio sentido de la creación de contextos, de atmósferas que envuelven a la audiencia en ese universo tan particular que la serie va retratando.
A ello hay que añadir la enorme química que existe entre Sheen y Tennant. Ambos se complementan perfectamente a partir de las diferencias de sus personajes y van desarrollando a lo largo de la serie una amistad de esas que dejan huella en la ficción audiovisual. Llenan la pantalla cada vez que comparten el cuadro, lo hacen a partir de conversaciones y situaciones que pudieran enmarcarse para ser guardadas y estudiadas cada vez que alguien hable de lo que pueden lograr dos magníficos actores cuando trabajan con un texto rico, exquisito y en el que ambos encuentran el balance perfecto para su interpretación.
Good Omens tiene todos los ingredientes para convertirse en un auténtico clásico. Una serie estupendamente balanceada, llena de situaciones hilarantes, fantásticas y terroríficas. Una serie sobre la naturaleza humana, sus dualidades, sus interminables contradicciones. Una serie con dos enormes actores a la cabeza de un reparto estupendamente elegido y, por ende, impregnada de personajes que inmediatamente generan empatía y ese particular cariño que llegamos a desarrollar por quienes viven en mundos imaginarios. Good Omens es un programa sobre el equilibrio, sobre los extremos que se atraen y se repelen constantemente, sobre esas batallas personales y universales que parecen marcar una constante en el eterno devenir de la vida misma. Imperdible, increíble… Tal vez la mejor serie del 2019.
¡Gracias por leernos!