“Me gustaría que me pensaran como el compositor de Yucatán”: Entrevista con Alejandro Basulto

Foto cortesía de Jason Buff.

Felipe de J. Cervera charló con el multipremiado músico yucateco.

Los libros no se escriben solos ni se cocinan en comité. Es un acto solitario y, a veces, aterrador. Es como entrar a un túnel sin saber si habrá salida. Carlos Fuentes

En un recital o concierto, la atención se dirige al intérprete. Lo bello de su ejecución hace que cantantes e instrumentistas sean premiados según su virtuosismo y carisma: el aplauso llega por la entrega en el escenario. Anticipados a estos, un sector del público da su reconocimiento al compositor, como el origen de lo dispuesto allí. La mente maestra en la creación musical, se ha alimentado de elementos diversos a lo largo de su vida, para decir “en pentagrama” su versión sobre un asunto. Cada nota sonaría, no por casualidad, sino por la intención de sumarse al resultado.

El compositor accede a mostrar su firmamento personal a través del intérprete quien, con la fidelidad de su esfuerzo, pronuncia aquel mensaje desconociendo barreras como el tiempo y la distancia. Descartando otra barrera -la cuarentena mundial-, en entrevista telefónica tuve el privilegio de mirar más de cerca algunos aspectos que hacen de Alejandro Basulto, compositor yucateco, uno de los exponentes que confirman nuestra dignidad nacional.

FDJ: ¿Quién es Alejandro Basulto antes de la composición?

AB: Comencé a estudiar música bastante tarde, alrededor de los 16 años. Desde niño me gustaba leer, escribir, dibujar y escuchar música. No era mal estudiante, pero nunca fui bueno para los deportes. Aunque era un tanto tímido, me encantaba andar de fiesta con mis amigos. En mi familia hay artistas, pero no hay músicos. Cuando adolescente, traté de tocar la guitarra eléctrica pero nunca fui bueno. Nunca asocié la música con algo que se hace con seriedad y disciplina; era algo que hacía por diversión y nada más. Fue cuando entré a la “Jacinto Cuevas” y comencé a estudiar con el maestro Manuel Rubio, que todo eso cambió.

FDJ: ¿Cuántos años has dedicado a la composición?

AB: Desde que comencé a estudiar música clásica a los 16 años comencé a componer. Tengo treinta y cuatro. Pensé que todos los músicos clásicos componían sus propias obras, como en la música popular, en donde es común que los músicos toquen, improvisen y escriban canciones. Quedé sorprendido al enterarme que había alguien exclusivamente especializado en escribir música. Mis primeras clases de composición fueron en la Universidad Veracruzana (UV), en Xalapa, donde estudiaba guitarra clásica.

Fotografía hecha por Jesús Cornejo.

Mis primeros maestros fueron dos polacos, Eugeniusz Sleziak y Ryszard Siwy. No eran maestros particulares de composición, sino de clases grupales de armonía, contrapunto, análisis y de un taller de creación musical. Como eran muy buenos, mi amigo Rodrigo Lomán (que ahora es un excelente compositor) y yo, nos metimos a todas sus clases de oyentes.

En aquel entonces no había la carrera de composición y esa era la única manera de aprender. Estoy agradecido de que haya sido de esa forma, porque estos maestros enseñaban técnica básica: armonía funcional, conducción de voces, formas tradicionales, fuga, armonización de corales. Eso me ayudó a crear una base muy sólida. Tiempo después, gané un par de premios en concursos nacionales con mis ejercicios de composición y me di cuenta que disfrutaba mucho componer. Uno de los concursos se llamó “Poesía en Seis Cuerdas” y lo convocaron la maestra Nadia Borislova y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

FDJ: ¿Entonces aquello significó el impulso hacia la composición?

AB: Definitivamente sí. Descubrí que quería pasar más tiempo escribiendo música y no tanto tocando la guitarra. Llegó un punto en que decidí mudarme a Morelia para estudiar en el Conservatorio de las Rosas una licenciatura en composición. Mis maestros fueron Javier Álvarez, Juan Sebastián Lach y Luis Jaime Cortés. Al terminar mi licenciatura me fui a España, en donde estudié una maestría en música para cine en la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC) y después otra maestría en la Universidad de Houston, en Estados Unidos, en donde mi maestro fue Rob Smith.

FDJ: ¿Y de qué elementos está hecha tu obra?

AB: Me gusta de todo; no sigo una sola línea. Creo que mi música se debe tanto a mis estudios como a mis experiencias al margen de la academia. Por ejemplo, mientras vivía en Morelia toqué el bajo eléctrico en grupos de bodas, jazz, rock e incluso salsa. Por otro lado, siempre disfruté los ejercicios de conducción de voces, contrapunto y armonía. Si analizas mi obra, podrás encontrar todo esto mezclado. Diría que soy bastante ecléctico.

Foto hecha por Jesús Cornejo.

FDJ: En términos de inspiración, ¿qué ha sido más fructífero, estar dentro o fuera de Yucatán?

AB: Soy de Yucatán, siempre lo seré y estoy orgulloso de serlo. Yucatán es una parte central de mi identidad. Evidentemente esto tiene una enorme influencia en mi vida personal y profesional.

FDJ: Es decir que, has salido de Yucatán, pero Yucatán no ha salido de ti…

AB: Desde luego. Pero de la misma forma, también he vivido en otras ciudades y experimentado otras influencias enriquecedoras que me han marcado. Espero que todo eso se refleje en mi trabajo.

FDJ: Eso es parte de estar activo. Junto a todo eso, ¿hay posibilidad de seguir alternando con la ejecución musical o el magisterio?

AB: ¡Claro! Además de componer música de concierto hago muchas otras cosas. Diría que mi perfil es el de compositor, director y académico.

FDJ: ¿Cuáles han sido los puntos de mayor significado en tu trayectoria como compositor?

AB: Afortunadamente hay muchos. En 2016 gané el Premio Nacional de Composición Orquestal de la Orquesta Filarmónica de Jalisco, con mi obra “Plaza de los Mártires.” Ese premio me abrió las puertas a trabajar con orquestas en México. Ese mismo año, Anglo Arts y la Orchestra of the Swan (una orquesta inglesa) me comisionaron y se llevaron de gira mi concierto para guitarra y orquesta “Jig Variations.”

La obra se tocó en el Palacio Nacional de Bellas Artes. El año pasado fui parte del proyecto “Resilient Sounds” de la Sinfónica de Houston. Comisionaron y estrenaron mi obra “Personas Invisibles.” Fue un concierto muy especial para mí. Finalmente, hace unos meses, Cecilio Perera y la Sinfónica de Yucatán, dirigidos por el maestro Lomónaco, tocaron mi concierto para guitarra. Fue un momento que recordaré por siempre. Fue un privilegio poder compartir mi música con mi gente.

FDJ: ¿Y las mayores frustraciones?

AB: Los tropiezos son de lo que más se aprende y yo afortunadamente he tenido muchos. Te cuento uno que me pasó hace muchos años, cuando estudiaba guitarra. Fui como participante al Concurso Nacional de Guitarra de Paracho. Es un concurso muy prestigioso y yo tuve la fortuna de pasar a la final. Como estaba muy nervioso, cometí el error de practicar más de ocho horas el día anterior a la final. Evidentemente, llegué agotado y nervioso al día del evento. Como era de esperarse, toqué espantoso. Por otro lado, los concursantes más experimentados sabían que lo ideal es relajarse y llegar tranquilo. De esa experiencia aprendí muchísimo y la atesoro como uno de esos momentos que me hicieron más fuerte.

Alejandro Basulto (foto por Jason Buff).

FDJ: Y dentro de un contexto institucional, ¿qué ha sido más accesible, el respaldo dentro o fuera del país?

AB: Todos los países tienen cosas buenas y cosas por mejorar. México no es la excepción. Yo he recibido mucho apoyo en México, pero no ha sido gratuito. He tenido que ser dedicado, insistente y competitivo. También estoy muy agradecido con muchísimas instituciones estadounidenses que han apoyado mi carrera. Por ejemplo, en Houston hay una orquesta de cámara excelente que se llama ROCO, con la cual he entablado un muy buen vínculo. El apoyo que más ha impactado a mi carrera, la beca Fulbright-García Robles, es un esfuerzo en conjunto entre los dos países: México y Estados Unidos.

FDJ: Y frente a todo ello, ¿qué esperamos de Alejandro Basulto en un futuro cercano?

AB: Quiero mantenerme activo como compositor, director, y académico. A corto plazo te puedo decir que terminaré mi doctorado en dirección de orquesta, con especialidad en ópera, en la Universidad de Houston. En enero del próximo año dirigiré la ópera de la universidad, en una producción totalmente escenificada. Finalmente, estoy componiendo una ópera breve, que se estrenará en marzo. A largo plazo, tengo la ilusión de que la gente de Yucatán se sienta identificada y orgullosa de mi trabajo. Me gustaría que me pensaran como su compositor.

Los temas se ramificaron todo el tiempo de nuestra conversación. Finalizaron con un consejo para quienes buscan un rumbo en la composición académica. Fue claro: “no se puede improvisar o avanzar sin años de preparación. Es una carrera para empezar desde jóvenes, porque implica un lenguaje que debe desarrollarse con fluidez. Cuando hablamos otros idiomas, nuestro acento está en lo que expresamos; con la composición, sucede igual. Así que cuanto antes, mejor”.

Dos pensamientos me quedaron tras despedirnos: la esperanza de que el talento joven de nuestra tierra preste oídos a este consejo, observando cómo pueden ser las cosas llevadas con dedicación y compromiso; y la certeza de más música que escucharemos de Alejandro Basulto, nuestro compositor que lleva consigo a Yucatán mientras va recorriendo el mundo.

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2 Comments

  1. says: Elena

    Una excelente entrevista. Las preguntas acertadas y las respuestas honestas me fueron mostrando el alma de un compositor y promesa para el mundo!
    Felicidades

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