A medida que las mujeres alcancen el poder, las barreras caerán. A medida que la sociedad vea lo que las mujeres pueden hacer, a medida que las mujeres vean lo que las mujeres pueden hacer, habrá más mujeres haciendo cosas, y todos estaremos mejor-. Ruth Bader Ginsburg
Las lágrimas que derramó la boxeadora argelina Imane Kalif después de la victoria que le aseguró una medalla en los Juegos Olímpicos de París 2024, tuvieron una representación simbólica importante en dos sentidos: el primero de ellos porque representaron el desahogo natural de una mujer que había sufrido el acoso de una buena parte de los medios, los aficionados y los ofendidos de siempre que cuestionaron su condición genérica con base en prejuicios, estereotipos raciales y desinformación, al mismo tiempo que constituyeron un llamado al mundo entero para que se entienda de una vez por todas que las mujeres han llegado a la arena deportiva para hacer en ella cosas que les han sido históricamente negadas para hacerlas mejores.
Las desmedidas reacciones en contra de Kalif han mostrado nuevamente que estamos ante una sociedad patriarcal cuyos estándares de la femineidad han caducado. La resistencia a aceptar esta realidad por parte de quienes atacaron con particular vehemencia a la argelina, es una muestra palpable de que a pesar de lo que se ha avanzado para lograr una sociedad más igualitaria el camino aún es largo, particularmente en sociedades que pretenden que sus estándares de lo femenino sigan siendo los que predominen en el mundo. Nada más lejano de la realidad.
Lo cierto es que los Juegos de París han sido una luz para el planeta en gran medida gracias a la participación de las mujeres y a la forma como ellas enfrentan a la competitividad en el deporte. El caso de Simone Biles me parece uno de los más representativos en ese sentido. Considerada como la mejor gimnasta de todos los tiempos, Biles se retiró de los juegos Olímpicos de Tokyo por un problema de salud mental. No faltaron en ese momento los comentarios que sostenían que la gimnasta era una persona débil por no poder afrontar una competencia de alto nivel a pesar de la situación por la que atravesaba, por lo que no merecía ser considerada como una de las mejores atletas de todos los tiempos. Biles ha sido lo suficientemente fuerte para ignorar todos esos comentarios, recuperarse y regresar al lugar que le esperaba: el de la mejor de la historia. En París ha agregado a su palmarés 3 medallas de oro más, incluidas las dos más importantes de la competencia de gimnasia: la medalla por equipos y la del “all around” individual. Una cachetada con guante blanco para sus críticos y una muestra del poder de resiliencia, resistencia y superación de las mujeres.
No fue la única muestra ejemplar que dio Biles. Después de perder la prueba de piso por primera vez ante la brasileña Rebeca Andrade, fue protagonista de una de las imágenes más poderosas de todos los juegos. Al momento de que la brasileña subía al podio, Biles y su compatriota Jordan Chiles, la recibieron con una reverencia. Fue un acto espontáneo, improvisado y sincero. La forma como las tres gimnastas celebraron el primero podio en la historia de la gimnasia conformado por tres atletas de color, fue una muestra de cómo las mujeres entienden a la competencia deportiva: los triunfos deben celebrarse siempre aunque no sean los propios, porque se trata de la victoria de todas, no solo de las que están ahí, sino también de quienes les precedieron en el pasado y sobre todo de quienes les sucederán en el futuro, pues estas mujeres les están pavimentando un camino de éxito absoluto.
P.D1: Adriano Ruano en la prueba de tiro le dio a Guatemala la primera medalla de oro de su historia. En salto triple Thea Lafond le dio a Dominica su primer metal dorado mientras que Julien Alfred hizo lo mismo para Santa Lucía venciendo en los 100 metros planos. Una centroamericana y dos caribeñas que se convierten en referentes inmediatos en sus respectivas naciones. Muchas niñas y niños de sus países seguramente cambiarán su historia de vida gracias a lo que han visto en París 2024.
P.D2: He Bingjao de China perdía su partido en la semifinal de Bádminton contra la favorita, la española Carolina Marín. Al intentar responder un tiro de la representante asiática, Marín se lesionó seriamente la rodilla, lo que provocó que abandonara la competencia. Bingjao pasó a la final y terminó ganando la competencia. Cuando recibió su medalla de oro lo hizo mostrando un pin con la bandera de España, reconocía así a su rival brindándole un merecido homenaje. Después posó con la bandera de España y con una leyenda que en castellano decía “fuerza Carolina”. Ellas están hechas con otra madera.
P.D2: Prisca Awiti le dio a México una medalla de plata en el Judo. De padre keniano y madre mexicana, la nacida en Londres decidió representar a México. “El país me lo ha dado todo”, declararía después de ser premiada. Es una mujer que hoy se convirtió en un símbolo de lo mejor que existe en nuestro país: la diversidad. Ojalá que también ponga a la comunidad afroamericana en el lugar y con el reconocimiento que ésta merece, ya que también se la ha negado histórica y sistemáticamente en nuestro país.
