Esta novela es un estudio sobre el fracaso, sobre la obsesión, sobre vidas inútiles que se regodean en su inutilidad. Una historia rosa que se convierte en una sórdida pesadilla para mostrar el absurdo y el sinsentido al que nos someten los medios de comunicación: la deshumanización de aquellos que adoptamos a los monitores como madre y padre, educándonos en medio de la basura y la suciedad mediática, siendo manipulados a través de sus mensajes para obedecer y servir.
Y el bebé, ¿qué hay de él?, como siempre, en su cuna, ¿y la nana?, recogiendo el pago una y otra vez. Todos jugando el juego de que sólo vinimos aquí a contar una historia. Sin importarnos que los monitos a la venta son falsos o verdaderos, ni que haya un pequeño genuino, un pequeño real, listo para salvar al mundo, para rescatarlo, para mover grandes masas de gente, en un plan de retorno a la inocencia imperturbable.
Gerzon siempre será lo que es: un don nadie que va y viene sin sospechar que está cometiendo un terrible pecado. Que se está gastando en sexo inconsciente y botellas un sueldo cada vez menos merecido, que está vertiendo las últimas gotas de su precioso talento en un jefe frustrado, oscuro, que parece haberlo contratado para culparlo de algo y que le aumenta el sueldo cada vez más y así lo vampiriza, igual que hago yo y hacemos todos.
Es un cliché decir que este pequeño es el hombre más grande que conozco, quizá lo haya dicho ya en capítulos anteriores. Lo malo es que lo veo cada vez más acabado y no puedo hacer nada por él, sólo intentar inmortalizarlo con esta obra, de algún modo inocente y perverso.
Conforme el sueldo en la empresa va aumentando, también va aumentando el volumen de su vientre y se incrementan las estancias en los bares.
El niño se encuentra cada vez más abandonado. El pequeño se ha trazado una ruta de vida sumamente sencilla: va de la oficina al bar, del bar al hotel, y a veces va a su casa. El aumento de sueldo en la empresa lo hace más funcional, o si bien se ve, más inútil. Le permite estar en un nivel de frustración lo suficientemente controlable como para no decirle ni pío a su jefe. Llega siempre medio crudo a la oficina: con un sentimiento de culpa: chico malo. El jefe lo mira con cara de asco y lo lanza a la esquina más recóndita de la oficina.
Le sigue sacando pequeños reportes, cada vez más impecablemente realizados; con un amor intenso hacia su estúpida figura mandona.
Ese amor hacia el jefe, los golpes de la reina en la cabeza y la presencia inolvidable del niño, hacen del pobre pequeño una persona enferma. Eso sin contarme a mí, su terapeuta, escritora, inmortalizadora; que vivo acosándolo desde mi consultorio.
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Rowena Bali publicó las novelas Amazon party, El ejército de Sodoma, El agente morboso (reed. Nitro/Press, 2019), los libros de cuentos Indiscriminable, Cigoto y La herida en el cielo. También participó en la escritura de la novela a cuatro manos Pasajeros en tránsito. La UNAM publicó su Material de lectura, cuya finalidad es ser distribuido en aulas de educación preparatoria y universitaria de México y América Latina.
Obras suyas han sido antologadas, entre otros, por el Fondo de Cultura Económica, Editorial Cal y Arena, la UNAM, Nitro/Press (Lados B 2014). Ha sido conductora de radio en las estaciones Ibero 90.9 y Código CDMX, entre otras, y editora de la revista Cultura Urbana de la UACM. Dos de sus obras, El agente morboso y La herida en el cielo, fueron elegidas por los escritores Ana Clavel y Sergio González Rodríguez, respectivamente, entre las mejores en sus años de aparición.
