El poeta entre adagios en el Centro Cultural Olimpo
Una composición amable surge de empalmar poesía a la música, hermanas que en la quietud de muchas lunas, unen las simas de su gama emocional. En día domingo, 8 de octubre de 2017, la Orquesta de Cámara de Mérida dio la bienvenida a don Luis Pérez Sabido en el Centro Cultural Olimpo. Con la distinguida presencia del maestro Felipe Ahumada, Director de Cultura del Ayuntamiento de Mérida y con un lleno casi total, la ocasión fue para encomiar al maestro Pérez Sabido sus prácticamente seis décadas tejiendo palabras. Esos resultados suyos, admirables, son como vitrinas de un joyero.
Su labor de investigación musical, al frente de un equipo de estudiosos como él; sus amplias reseñas periodísticas, minuciosas en el detalle; sus charlas cotidianas – conferencias en pequeño, cuyo final nos hace pensar cuánto hemos dejado de conocer – pero sobre todo, el reflejo de profundos sentimientos – su poesía – han sido razón para buscarle la mirada y abrazarle en merecido homenaje. La expresión para ello no fue idéntica a la suya, pero sí en algo semejante: con obras musicales selectas. “Adagios y Poemas”, fue el título de tan afortunada gala.
La bienvenida fue una muestra de amistad y cordialidad, en palabras del maestro Russell Montañez, director de la orquesta. Compartió sus reflexiones acerca del valor de la palabra “adagio”, alusión perfecta para entrar en materia. En un primer sentido – en español – es refrán, es enseñanza; en su segunda acepción – italiana – es ritmo moderado en el que han sido escritas muchas de las páginas más notables del catálogo académico.
La selección musical incluyó nombres clásicos: Sarabanda Andante y Aria Andante Religioso, de la Suite Holberg de Grieg; la Sarabanda Sentimental que forma parte de la Sinfonía Simple de Britten; las pavanas dulcísimas, Para Una Infanta Difunta de Ravel y la muy célebre del compositor francés Gabriel Fauré; las grandes luces barrocas “Canon” de Johann Pachelbel, “Adagio en Sol menor” de Tomaso Albinoni y “Aire” de J. S. Bach, engarzaron una por una las perlas – los gratos versos – que obsequió el maestro Pérez Sabido.
A un poema seguía una pieza musical. La velada estuvo perfumada por el vaivén entre rimas y acordes, en una muestra que se servía del lenguaje con palabras y de otra que no las necesita. Lo cierto fue que las obras de todos aquellos inmortales, el maestro Luis Pérez incluido, desde el primer momento fue dejando la clara sensación de amar más a Yucatán. El cierre no pudo ser más acertado. Peregrina, en voces de cuerda, hizo que Palmerín desde otro contexto, siguiera embelleciendo nuestra noche con su ilustre canción.
En cada región del mundo hay algo que florece y que forja una identidad; algo que da fama y legado y que llega hasta los rincones más apartados. Así, hay provincias vinícolas, tierras con minas de oro y otras con piedras preciosas. Yucatán tiene mucho más que eso. De su seno han brotado el henequén, la ceiba y las flores de Xtabentún. En su cielo, las estrellas inspiran creaciones de trova y provoca el lenguaje de poetas, como el de Luis Pérez Sabido.
Felicidades maestro. Felicidades tierra bendita de Mocochá. Tienes uno de los hijos más queridos de Yucatán…
Muchas felicidades a la orquesta y al director Riussell, y al mtro. Luis Perez Sabido por tan hermosa velada. Gracias mtro. Felipe Cervera por recordarnos la música maravillosa de esa noche. Ojalá haya próximas.