“El Ministerio del Tiempo”: una serie de ficción histórica

En Netflix se pueden ver las tres temporadas de la producción española.

Todos los gobiernos del mundo tienen grandes secretos. Secretos que no pueden compartir ni siquiera con sus aliados pues al hacerlo pondrían en juego su seguridad nacional, su independencia y, quizá, su propio devenir histórico. España no es la excepción. El gobierno español guarda con gran sigilo un profundo y espectacular secreto. Uno que les llegó accidentalmente en los primeros siglos de su historia como nación y que desde entonces han cuidado como el tesoro más preciado, pues de hacerse de conocimiento público las implicaciones serían catastróficas para España y para el Mundo entero. Se trata de el “Libro de las Puertas” escrito por un rabino en los tiempos de los Reyes Católicos, donde el libro da a conocer la existencia de una serie de puertas distribuidas a lo largo y ancho del territorio español –incluso a aquel que en su momento formó parte de España- que permiten a quien las traspasa viajar en el tiempo hacia una época pasada desde otra que en ese momento es presente, nunca más allá del último año por el que atraviesa la humanidad.

El cuidado del Libro y de sus secretos recae en un ministerio que también funciona en la más completa secrecía: El Ministerio del Tiempo. En él se cuida que la historia fluya como ha sido escrita y cuando alguna amenaza a la misma y al propio ministerio se produce, se activan una serie de protocolos que tienen que cumplirse para cuidar que, por ejemplo, Cervantes escriba el Quijote, lograr que Alfred Hitchcock no sea secuestrado en su visita al Festival de Cine de San Sebastián o evitar que España entre a la Segunda Guerra Mundial al lado del ejército nazi. Para cuidar que todo suceda como sucedió el Ministerio cuenta con grupos especializados de agentes los cuales han sido reclutados en diversos momentos históricos y que se encargan de que la historia se cumpla aún cuando ello implique sufrimiento, pérdida o muerte.

De esto va la que muchos consideran es la mejor serie de televisión producida en España. Es difícil rebatir tal argumento. Montar un producto televisivo que replique con acierto tantos momentos de la vasta historia española es ya en si un gran logro. La dirección de arte de la serie es capaz de llevarte a los tiempos de La Movida Madrileña y de ahí –incluso quizá en un mismo episodio– al momento en el que fue derrotada la Armada Invencible o a la Isla de Cozumel para que Jerónimo de Aguilar pueda embarcarse en la expedición de Hernán Cortés a pesar de las reticencias de un tal Gonzalo Guerrero. El vestuario, los escenarios y la utilería son utilizados como elementos sumamente importantes de un narración que además cuenta con guiones perfectamente investigados en los que cada detalle histórico está cuidado para hacer más creíble la situación que se presenta en cada uno de los episodios.

Pero todo esto sería simplemente un cascarón de lujo si no se cuenta con dos elementos que, desde mi punto de vista, son absolutamente necesarios en toda ficción narrativa: personajes entrañables, con historias que inmediatamente generan empatía y con grandiosos arcos de transformación con los que el espectador se va involucrando de manera inevitable. Desde el hábil líder del ministerio Salvador Martínez (interpretado con mucha personalidad por el gran Jaime Blanch), hasta un Diego Velázquez (un maravilloso e inolvidable Julián Villagrán) que rescata lo mejor de la picaresca española para convertirse en un inusual y alegre retrato del gran maestro de la pintura ibérica.  Sin embargo, creo que vale la pena detenerse en los integrantes de la patrulla protagonista de la serie porque son ellos quienes no solamente viven las aventuras que implica viajar en el tiempo, sino que son con quienes el espectador va a tejer inevitables lazos afectivos.

Amelia Folch ha sido educada en Barcelona a finales del Siglo XIX. Sobre Amelia tal vez valdría la pena escribir todo un artículo. Es una mujer adelantada a su época, interesada en ser algo más de lo que su familia y la sociedad de su tiempo esperaba de ella. Voraz lectora es una especialista en la historia de su nación y es por ello y por su gran inteligencia que es reclutada para formar parte del Ministerio del Tiempo. Al entrar en contacto con los avances que la mujer ha logrado desde la segunda mitad del Siglo XX, Amelia tendrá un mayor despertar en una conciencia inclinada hacía una defensa de la mujer y de sus derechos cuestionando a su propia época y a su familia. La interpretación que de Amelia Folch hace Aura Garrido la convierte en uno de los pilares de la serie, pues logra comunicar con la mirada, con el lenguaje corporal y con un timing sumamente preciso los intrincados caminos por los que Amelia Folch va a tener que atravesar para enfrentarse en muchas ocasiones consigo misma y a su propia condición de mujer decimonónica.

Alonso de Entrerríos es un soldado que ha luchado en la Guerra de Flandes y que injustamente ha sido condenado a muerte. En un sucio y denigrante calabozo de Entrerríos va a recibir la oportunidad de trabajar para el ministerio, renunciando a toda su vida pues para ello es necesario que su familia piense que ha sido ejecutado. Soldado leal, dispuesto a defender el honor y a sus amigos con su vida, el choque cultural y temporal de un hombre del Siglo XVII con la modernidad es retratado con gran humor por la serie, convirtiendo a Alonso de Entrerríos en un interlocutor muy singular entre el pasado y el presente. Lo que Nacho Fresneda logra con su interpretación se convierte en parte fundamental del desarrollo de cada uno de los episodios del Ministerio del Tiempo. La presencia de Fresneda llena e ilumina la pantalla.

Rodolfo Sancho es el actor encargado de darle vida a Julián Martínez. Un paramédico que en una misión se encuentra de manera accidental con una puerta para viajar por el tiempo. Su humanismo, su gran sentido de la responsabilidad y su habilidad como paramédico llaman la atención del ministerio y por ende es reclutado como agente. No obstante, Martínez vive una situación personal muy compleja: ha perdido a su pareja en un trágico accidente y esa pérdida se convierte en un fantasma personal que le persigue, le atosiga, de manera muy constante. Al tener la posibilidad de viajar en el tiempo y regresar a aquellos años en los que su mujer vivía, Martínez se va a encontrar con el dilema moral de cambiar su historia personal o respetar el transcurso de la vida tal y cómo ha sucedido de una manera que parecía inevitable.

Por último está Jesús Martínez “Pacino”, un policía de 1981 que también se va a encontrar accidentalmente con una puerta al perseguir a un delincuente. Apodado Pacino por su supuesto parecido con el intérprete de Sérpico –la película favorita del personaje–, Pacino es un hombre que ha vivido la compleja transición de la dictadura franquista a la democracia española y ello se refleja en muchas de sus acciones. Es el puente entre dos períodos de tiempo tan cercanos como disímbolos y que continúan marcando de una forma u otra a todo el país. Hugo Silva le brinda al personaje de un aura muy especial, lo convierte en uno de esos héroes que con mucha discreción e inteligencia resuelven las cosas de una manera pragmática. Es un canalla irresistible y sumamente leal a sus compañeros y a su deber.

Estos personajes, junto con otros igual de inolvidables, forman parte de un programa que a pesar de tocar uno de los temas más recurrentes de la Ciencia Ficción -el viaje en el tiempo- lo hace de una manera original, divertida y sobre todo muy inteligente, insistiendo en que la historia puede ser mala o buena –lo cuál depende de muchas aristas y puntos de vista– pero es la que nos ha convertido en lo que hoy somos y es, sobre todo, la que nos hace vislumbrar lo que podemos llegar a ser. Cada capítulo es una oportunidad para reflexionar sobre lo anterior mientras se viaja a episodios muy significativos de una historia que es fascinante como lo es la de España.

El Ministerio del Tiempo es un programa único, original, que demuestra el buen estado de salud que del goza la ficción televisiva española. Una producción única y que no solamente le ha abierto las puertas a otros programas españoles, sino que también nos muestra lo lejos que estamos en México de producir series que puedan ser vistas aún en países en los que no se habla el español y competir con las series hechas en cualquier otro idioma. No dejen de verla. Sus tres temporadas están disponibles en Netflix.

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