Crónica de la visita del caballero inglés a México
Esta es la quinta ocasión que Sir Paul McCartney visita nuestro país, quizás los que hemos tenido la oportunidad de verlo tantas veces sepamos que cada una es única, es irrepetible. Aunque tenga el mismo setlist en esta etapa de la gira One on One, las canciones las interpreta de una manera distinta que mucho tiene que ver con la energía que se genera en la comunión con su público. Así ocurrió el pasado 28 de octubre en el Estadio Azteca de la capital del país.
Eso es lo que hace diferente un concierto en México de cualquier otro país, lo digo con la certeza de alguien que lo ha seguido en sus diferentes giras y presentaciones en diferentes foros del mundo durante las últimas dos décadas. Con el público mexicano Paul se permite improvisar más, se divierte, sabe que lo que diga será ovacionado, pero no abusa, al contrario, lo toma a su favor porque con toda su fama y su posición en el pináculo de la música, sigue siendo un hombre sencillo y generoso.
El abanico de posibilidades de su espectáculo en cuanto a la música es infinito, por eso cuando canta “In spite of all the danger”, que fue su primera grabación con los Quarrymen en 1958, nos recuerda que tiene mas de 58 años de carrera en esta industria, que a nadie va a dejar del todo conforme cuando tiene mas de mil canciones que no caben en un espectáculo de dos horas y cuarenta minutos. Por supuesto, no deja nunca de regalarnos sus canciones más emblemáticas con el cuarteto de Liverpool como Let it be, Hey Jude y Yesterday, así como las de su etapa con The Wings como Maybe I´m amazed, Jet y Live and let die. En un recorrido de casi 40 canciones nos lleva por 5 décadas, muy pocos artistas pueden hacer esto.
Su energía en el escenario es cautivadora, resulta casi imposible creer que a sus 75 años de edad es capaz de mantener e ir incrementando la fuerza interpretativa a lo largo de los 180 minutos, que nos parecieron mucho menos, de su actuación. Sin embargo, también es cierto que hay algunas canciones en la que el esfuerzo vocal es mas notorio, sin demeritar el magnifico resultado, propio de los años acumulados en sus marcadas arrugas y canas.
Nos brindó momentos inolvidables, como sus tributos a John (Here today y Give peace a chance), a George (Something) a George Martin (Love me do) y a Jimi Hendrix (Foxy Lady). Como el uso del léxico mexicano que tanto le celebramos como cuando se refirió a su “carnal John” y su “cuate George”, cuando en dos ocasiones levantó el puño para decir: “Fuerza México”, cuando escucha atento y emocionado el “ole, ole, ole, ole, Sir Paul, Sir Paul” entonado por un Estadio Azteca repleto de mujeres y hombres de todas las edades y condiciones hermanadas por la presencia del músico británico mas importante del mundo.
No cualquier artista provoca esta camaradería y complicidad en el público, Paul es un ícono que nos une y que es capaz de llevarnos al punto mas sensible y emotivo de nuestros corazones, por eso sus conciertos dejan una huella imborrable en todas las personas que han tenido el privilegio de verlo en vivo.
Sir Paul McCartney nos deja una gran sonrisa, la satisfacción de haber acudido a uno de los espectáculos musicales mas imponentes de la historia y un vacío enorme que solo consuela la esperanza de volverlo a ver, aunque con tristeza sabemos que el inexorable tiempo corre en contra nuestra. Larga vida a Sir Paul McCartney. Regresa pronto a donde perteneces, porque ya perteneces a esta tierra…
¡Más cierto no puede ser! Los que compartimos la velada en el Azteca seguimos sufriendo la depresión post-concierto de Sir Paul McCartney. Como dices, larga vida al gran ícono, y esperemos su pronto retorno.