Un manifiesto de intenciones
En Yucatán hay una cultura de la cobardía, donde se opina a espaldas de la persona, hay descalificaciones ad hominem y se inventan chismes, y/o se hacen comentarios “irreverentes” en las redes sociales, pero de ahí no pasa. Infiero que hay un silencio por miedo a ser excluido de exposiciones o concursos locales, lo que pareciera revelar que su mundo es muy chico, pues no se dan cuenta de que pueden exponer fuera del estado.
Hasta el momento no hay ningún egresado de las carreras de artes visuales que haga el ejercicio de la crítica. Hace años dije en el extinto blog de Ex-Gráfica que no había crítica de artes visuales en Yucatán, acepto mi error y mi opinión ha cambiado ahora que tenemos actores en la opinión pública que escriben sobre lo que acontece en cuanto a artes visuales: Jorge Cortés Ancona, María Teresa Mézquita, Alberto Arceo, Gerardo Martínez y Ricardo E. Tatto. Sin embargo, aunque existe crítica y análisis aún no es contundente al ser una lectura de nicho, únicamente tomada en cuenta por los interesados sin redundar en la opinión pública.
En lo personal, la crítica que he realizado en su mayor parte es una crítica al sistema de artes en Yucatán y a los que forman parte de dichas políticas culturales. No me interesa la vida privada de los que conforman la escena cultural, me interesa su trabajo, la crítica de las cualidades y calidades. Este es un posicionamiento que señala las fallas del sistema pero aunque cambien los protagonistas, siguen incurriendo en las mismas situaciones. Como ejemplo pongo el Centro de Artes Visuales de Yucatán inaugurado en la administración de Alfredo Cruz, cuyo sucesor fue May Tilán y actualmente Pedro Ac Tacú, pero a pesar de la alternancia siguen habiendo carencias similares en el lugar desde que se inauguró: las salas aún no son adecuadas al no estar acondicionadas para la exposición de obra; no tienen lockers, ni cámaras de seguridad, tampoco la temperatura requerida, iluminación especializada, etc.
Una de las funciones de la crítica es visibilizar los problemas para que las personas responsables los solucionen. Hay gente ingenua que tiene la creencia de que la función de la crítica es solucionar las cosas, pero no lo es, si bien puede plantear soluciones, teniendo en cuenta que ya hay funcionarios y empleados encargados de ello -a los cuales se les paga de nuestros impuestos-. Por ello a la par de criticar, se debe exigir.
En Soma, Arte y Cultura, empezaré haciendo crítica de las exposiciones, la cual considero que es una tarea que he estado eludiendo -al igual que muchos-; hay que hablar de autores, de obras y de exposiciones. Ahí está lo importante, el reflejo del trabajo de los artistas: hay que mostrar y analizar las propuestas interesantes y entrarle al toro por los cuernos cuando no haya calidad en lo mostrado, pues ya hemos caído como escena local en la autocomplacencia, una burbuja la cual hay que reventar dándole un certero pinchazo.