“Truman” (Argentina/España, 2015) es una película sobre el final de la vida, sobre cómo enfrentarse al inevitable hecho de la muerte y sobre las subidas y bajadas que ese último viaje presenta en el camino. Cesc Gay, su director, construye un relato íntimo en el que retrata una amistad que llega a una encrucijada emocional de la que ninguno de los protagonistas -y ni siquiera el espectador- podrá salir inmune.
La película cuenta la historia de Julián, un actor argentino residente en Madrid y que ha sido diagnosticado con un cáncer terminal. Recibe la visita de su amigo Tomás, quien vive en Canadá y que llega a España con el propósito de pasar cuatro días con su amigo. Cuatro días que probablemente sean los últimos que pasen juntos. Julián vive junto a su perro llamado Truman, un hermoso y noble animal al que considera como un hijo. Desesperado por el futuro que pueda tener el can, Julián tratará de buscarle un hogar adoptivo para que el perro pueda tener una buena vida una vez que la enfermedad termine con su existencia. Emprenderá entonces junto a Tomás una travesía en la que no solamente intentarán encontrar un nuevo dueño para Truman, sino en la que afianzarán sus lazos afectivos y cerrarán diversos ciclos.
Cesc Gay tiene el enorme acierto de no caer en el melodrama fácil. Por el contrario, va narrando una historia de llena de desbordante humanidad en la que los momentos emotivos y duros, se mezclan con el humor adyacente a la vida y quizá también a la muerte. Su película se convierte en una serie de reflexiones perfectamente planteadas sin momentos exageradamente emocionales, sin aspavientos, con un fluir natural de los acontecimientos. Gay confía plenamente en un guión escrito de tal manera que lo que se ve en pantalla retrata líneas escritas con la contundencia y la determinación de un hombre que sabe que su destino está trazado, un hombre que trata de reunir la fortaleza necesaria para despedirse de su familia, de sus amigos, de su perro, de todo aquello que le ha hecho feliz.
Tomás, el amigo, reconocerá la valentía de Julián y aunque no estará de acuerdo con muchas de las decisiones de Julián las terminará respaldando, pues entiende perfectamente de qué va eso que llaman amistad. Gay tendrá la complicidad de dos monumentales actores para contar la historia.
Desde la escena que muestra el momento en el que la puerta del departamento de Julián se abre y aparece Tomás, el espectador agradece que para los dos papeles hayan sido elegidos Ricardo Darín y Javier Cámara. Cuando Javier Cámara aparece por el pasillo exterior del departamento de su camarada, la expresión de Darín cambia y su mirada pasa, en una décima de segundo, de la extrañeza a la felicidad del reencuentro.
Su reacción es tan natural que a partir de entonces el espectador comprende al personaje: es un hombre con gran sentido del humor, extrovertido, al que la muerte le ha sorprendido cuando no estaba listo para acudir a su llamado, pero que ha entendido que lo inevitable está por suceder. En contraste, Javier Cámara sonríe con una pequeña inclinación de la cabeza esgrimiendo una expresión tímida pero que delata el enorme gusto que le da ver a su viejo amigo. También en ese momento se revela mucho del personaje: es un tipo callado, poco expresivo, pero leal hasta el final.
No puedo pensar en un mejor trabajo de casting que el realizado para esta película. Tanto Darín como Cámara van a poner sus enormes dotes histriónicas al servicio de la historia sin caer en exageraciones gesticulares u orales. Ambos se complementan perfectamente, pues mientras Darín busca llevar su viaje emocional al límite, Cámara es el perfecto escudero, la voz de la razón ante la acomedida desesperación de su amigo, guardando para sí mismo el dolor y la pena que siente ante la situación por la que éste atraviesa. En silencio sufre a su lado al tiempo que le mira cerrar sus ciclos existenciales, reafirmando cada vez que puede ese compromiso implícito que lleva la verdadera amistad.
Truman es una pequeña gran película. Es un alucinante y delicado retrato de los últimos días de un hombre y del amigo que le acompaña en esa travesía final. Pero Cesc Gay retrata el proceso con tal naturalidad que al final el espectador termina profundamente conmovido y convencido de que sin la muerte la vida no tendría sentido alguno, pero que la vida tampoco lo tendría sin esas vivencias que se convierten en algo enorme una vez que llegan a ocupar un lugar fijo en la residencia de la memoria, instalándose ahí para siempre como lo único valioso que uno se llevará cuando la muerte toque a la puerta. Un excepcional logro.
Aquí te dejamos el trailer de “Truman”: