Desde hace algunos años se ha venido discutiendo la representación de la violencia contra las mujeres en los cómics de superhéroes, en particular la violación y otras formas de violencia sexual. La crítica por lo general viene de las comiqueras feministas (a veces de feministas ajenas al cómic), y suele plantear que cuando un creador hace que un personaje femenino sufra violencia, eso equivale a promover la violencia contra las mujeres o, peor aún, a cometerla. Como consumidor de cómics y alguien al que le gusta pensar en sí mismo como hombre feminista, quiero aportar mis dos centavos con este texto. Primero, parecerá tonto, pero por lo visto hay que recordarlo: los personajes ficticios por definición no son reales. Es sólo que en nuestros cerebros interpretamos series de palabras y dibujos como historias protagonizadas por seres con voluntad, mente y sentimientos propios. Pero no es así: los personajes ficticios no tienen cuerpos ni emociones que puedan ser dañados, ni derechos que puedan ser vulnerados.
Si se pide un trato respetuoso hacia los personajes ficticios es por consideración a su público: nadie quiere ver a su héroe humillado o tratado de forma indigna. Si a Bane no sólo le hubiera roto la columna a Batman, sino además lo hubiera sodomizado, la reacción de los fans habría sido tempestuosa. Es comprensible que el creciente público femenino de los cómics esté harto de que las mujeres en las viñetas sean sobre todo víctimas pasivas y acosadas como objeto. Lo recalco porque algunas personas de verdad parecen creer que si un autor escribe una historia en la que se violenta a un personaje femenino dicho autor comete violencia de género, como si de verdad se lo estuviera haciendo a una mujer. Creo que podemos descartar esta noción como absurda, ya que ni siquiera suele estar formulada con coherencia. En cambio, sí es posible que un autor tenga ideas misóginas o que sus trabajos las promuevan. Pero no podemos saber eso sólo porque su obra presente episodios de violencia contra personajes femeninos. Debemos preguntarnos: cuando un creador hace esto ¿cuál es el contexto y cómo podemos inferir sus motivos e intenciones? ¿Cómo se explica este fenómeno y qué tan generalizado está realmente?
Empecemos por conocer un poco el bagaje histórico. Desde finales de los 70 y a lo largo de los 80 los cómics de superhéroes experimentaron un proceso de maduración. Temas considerados tabú como el sexo, las drogas, la política y la religión fueron abordados. De la misma manera, se fueron haciendo más violentos, trágicos y oscuros. Era una forma de romper con la mojigatería de las décadas anteriores y liberarse del yugo censor de la Comic Code Authority. Estos cambios se dieron de forma gradual; cada autor fue probando los límites de lo aceptable, empujando la barra un poquito más. Por supuesto, no todos los creadores son Alan Moore o Grant Morrison y muchos escritores y artistas llenaron sus obras con sexo, violencia y violencia sexual sin ponerles tanta profundidad.
Personajes femeninos y masculinos fueron víctimas de esta tendencia que hoy continúa: se les tortura y asesina brutalmente, sobre todo si son extras cuyo propósito es nada más demostrar lo malvado y peligroso que es el villano. Conforme los tabúes se iban rompiendo y se buscaba impactos cada vez mayores, hasta los niños se convirtieron en víctimas. Sin embargo, hay un par de diferencias que se han señalado con cierta justicia. Una, que con frecuencia a los hombres se les da la oportunidad de morir heroicamente mientras que las mujeres son sólo víctimas pasivas que son asesinadas con un sadismo innecesario. En el infame arco argumental Identity Crisis, un desconocido está atacando a los seres queridos de los superhéroes. Pero mientras el padre de Tim Drake (Robin III) muere dignamente luchando por su vida y hasta logra herir de muerte a su asesino, Sue Dibny (la esposa de Elongated Man) es primero vapuleada y después quemada viva[1].
Pero si esto ocurre con frecuencia, tampoco se puede decir que sea así siempre, y muchos de los casos que se plantean como ejemplos de violencia hacia las mujeres en los cómics tienen alguna contraparte en la que un personaje masculino sufre algo similar, mientras que las heroínas también han tenido muertes dignas en combate. Las víctimas de estas atrocidades han sido casi siempre personajes secundarios y por lo general civiles; es decir, son personajes a los que es fácil matar por partida doble: intrauniverso, porque no son muy poderosos; extrauniverso, porque no son muy populares, ya sea entre los lectores o los mismos creadores. La verdad es que a nadie le importaba Sue Dibny, pero no creo que los fans habrían tolerado que se tratara de la misma manera a Lois Lane o a Mary Jane Watson.
En Graduation Day dos heroínas mueren a manos de un robot que imita a Superman: a Lilith Jupiter (Omen) la matan sin miramientos ni mucha ceremonia porque, ¿quién es ella para empezar?; en cambio, Donna Troy (Troia) muere como la princesa amazona que es, salvando de paso la vida de sus compañeros -por cierto, ambas volvieron de la muerte a su debido tiempo-. Dado que los protagonistas de los cómics de superhéroes son en su mayoría hombres y casi en su totalidad heterosexuales, y dado que una de las motivaciones más poderosas para cualquiera sería salvar o vengar al amor de su vida, es natural que las novias y esposas de los héroes sean víctimas comunes de esta tendencia. Claro está que a veces lo son otros varones, como los padres, hijos, hermanos, protegidos, mentores, etcétera.
La muerte de Alex DeWitt, novia de Kyle Ryner (Green Lantern) tenía el propósito de ser el equivalente de la muerte del tío Ben para Peter Parker: la tragedia que marca la historia de todo buen superhéroe. Peter también perdió a su novia Gwen Stacy en uno de los momentos más trágicos de su carrera como Spider-Man, que constituye también uno de los elementos más importantes de su mitología[2]. No podemos dejar de reconocer que los personajes femeninos han sido a menudo poco más que motivaciones para los héroes masculinos: una damisela en peligro a quien rescatar o una víctima a la cual vengar. Conforme los cómics se hacían más violentos y los autores querían probar nuevos límites, el sólo secuestrar o incluso ejecutar a la damisela ya no era suficiente: había que asesinarla de forma bestial, torturarla, humillarla o hasta violarla[3]. Además, esto servía al propósito de mostrar cuán malvado era el villano. De ahí que la muerte de Alex fuera mucho más violenta que la de Gwen, ocurrida dos décadas antes.
La explotación de la violencia contra las mujeres en los cómics de superhéroes es el resultado de la suma de dos factores: que las historias se han ido haciendo más violentas en general, y que estas publicaciones de por sí se han centrado en los varones (creadores, público y personajes), mientras que los personajes femeninos son relegados al papel de motivaciones para los masculinos. El sexismo está no tanto en la violencia en sí sino en el hecho de que muy pocas veces las mujeres son las protagonistas. En la famosa lista Women in Refrigerators, parece que el criterio de selección fue “mujeres a las que le haya pasado algo malo” (incluso cuenta si perdieron a seres queridos que eran varones). Morir, perder los poderes o verlos limitados, que les laven el cerebro o pierdan la razón, pasarse al lado oscuro, ser reducidos a la irrelevancia… Todas son cosas que también le pasan a los personajes masculinos. Todas excepto una: la violencia sexual.
He ahí la otra diferencia: que a la violencia que sufren las mujeres se añade un componente sexual. A Jason Todd (Robin II) lo mata el Joker con lujo de crueldad; pero a Barbara Gordon (Batgirl), además de dispararle y dejarla paralítica, la desnuda y le toma fotografías. En Identity Crisis se revela que, años antes de su asesinato, Sue Dibny había sido violada por el súper villano Dr. Light. La lista de personajes femeninos que han sufrido violación u otra forma de violencia sexual incluye a Elektra, Rogue, Starfire, Black Cat y Karen Page. Sin contar personajes incidentales de esos que sólo están ahí para ser maltratados por los villanos. Éste es el tipo de cosas que hacen sonar las alarmas entre propios y extraños. ¿Qué está pasando aquí?
Como ya dije, creo que pasar a la violencia sexual era un movimiento lógico en la tendencia a hacer que los cómics fueran cada vez más violentos y sexuales. Creo que las víctimas son casi siempre mujeres porque los creadores perciben correctamente que en el mundo real lo son.[4] Creo también que han sido por lo general personajes secundarios o poco populares con los que las editoriales ya no sabían ni qué hacer. Imagino que en algunos casos los creadores habrán pensado “Este personaje necesita un evento traumático para hacerlo más interesante, ¿y qué puede ser más traumático para una mujer que ser violada?”. Entonces, lo que tenemos que hacer es analizar la forma en la que el asunto es tratado para detectar dónde –si es que existe- se halla el sexismo.
A menudo los creadores trivializan el asunto y lo usan sin ningún interés por comprenderlo a profundidad, sino sólo como recurso narrativo o para efectos sensacionalistas. De hecho, pienso que éste sería el caso más común. Reza el dicho en las redes sociales, la violación es el nuevo ‘padres muertos´’. Por ejemplo, Mark Millar, en su afán de ser provocador se ha hecho famoso al poner violaciones por todas partes en sus cómics: The Authority, Kick Ass, Nemesis y, sobre todo, Wanted, donde el protagonista hace alarde de violar y matar a una actriz de Hollywood[5]. Millar ha visto lo que han hecho los grandes que le precedieron y ha querido imitarlos en lo sórdido pero sin entender su grandeza; su obra se lee como lo que hace un adolescente tratando de hablar de temas adultos. Estoy seguro de que Millar no pretende promover la violencia de género, pero sí veo que la mete como si nada porque es un mal escritor que quiere compensar su falta de ideas con sensacionalismo.[6]
Podemos criticar a gente como Millar por insensibilidad, por mal gusto y por recurrir al amarillismo barato al tratar con demasiada ligereza un asunto muy delicado[7]. Podemos acusarlos de androcentristas por reducir lo que les pasa a los personajes femeninos a una mera motivación para el héroe masculino. Pero incluso esto, dependiendo del talento de un autor, puede ser bobalicón, como en Super Mario Bros., o puede ser sublime, como en La divina comedia. Pero no se les puede acusar de promover o glorificar esa violencia porque -y esto es lo importante- siempre dejan en claro que se trata de algo perverso que cometen seres malvados. Así pues, existen obras en las que los autores honestamente querían señalar “la violación algo es horrible, pero sucede en el mundo real, y quiero que mis lectores lo enfrenten, no que se evadan de ello”. En los cómics, estoy convencido de que Alan Moore en The Killing Joke y Grant Morrison en Arkham Asylum iban por ahí.[8]
The Killing Joke es el cómic en la que el Joker ataca, paraliza y denigra a Barbara Gordon, todo con el objetivo de torturar a su padre, el comisionado James Gordon. No está claro si el Joker o sus esbirros violan a Barbara, pero definitivamente lo que le hacen es violencia sexual. No obstante, lo que ella sufre importa poco a la trama, pues se la pasa inconsciente el resto del cómic (en otras historias se exploraría lo que fue la experiencia para ella, quien definitivamente crece como personaje después de esto), mientras que la tríada de Batman, el Joker y el comisionado es la parte central. Aún así queda claro que lo que hizo el Joker es un acto abominable, obra de un ser retorcido y The Killing Joke no deja de ser una obra maestra que trata sobre la maldad y la locura, sobre lo absurda y cruel que puede ser la vida, y sobre cómo la cordura que sostiene a nuestra civilización es en realidad algo muy frágil.[9]
En Arkham Asylum, el doctor Amadeus Arkham, fundador del asilo, llega a su casa una noche para descubrir que su esposa e hija habían sido violadas, asesinadas y desmembradas por el psicópata Mad Dog. El cómic se enfoca en el doctor Arkham, y el impacto que este suceso tiene en su de por sí tambaleante salud mental, no en las mujeres que sufrieron tan horrible crimen. Pero tampoco se puede decir que el tema se aborde a la ligera y esta novela gráfica es otra obra maestra. Claro que hay obras (y abundan mientras más nos remontemos en el pasado) en las que la violencia de género es tratada de forma casual o hasta cómica, muchas veces perpetrada por los mismos héroes. Vean a Batman poniéndole un castigo a una “joven rica malcriada”, que a partir de esa aplicación de mano dura se enamoraría de él y tendrían un romance (el cómic es de 1966). Vean a Daredevil dándole una nalgada a Black Widow para que calle su discurso feminista y se ponga ropa bonita que muestre sus encantos (1975). Algo ha cambiado: cuando Orion (de quien se establece que es un cretino altanero) le pega una nalgada a Wonder Woman, ella no se queda como si nada (2011).
En cuanto a la violación, existen historias en las que se deja en claro que los creadores pensaban que la víctima “se lo merecía” y otras en las que el violador es el bueno, que sus actos ni siquiera cuentan como “violación de verdad” porque, en el fondo, la mujer lo deseaba o acabó por gustarle[10]. El legendario Frank Miller escribió un arco argumental de Daredevil en el que Foggy Nelson se casa con una mujer odiosa que, por dinero, lo convence de hacer un pacto con un grupo de nobles ingleses decadentes. Éstos luego la secuestran, la golpean, esclavizan y se da a entender que abusan sexualmente de ella. De la experiencia sale convertida en una mujer más dócil, pero de todos modos Foggy se divorcia. El mensaje es claro: esa mujer se lo merecía por perra.
En The Dark Knight Strikes Again, la Mujer Maravilla da entender que Superman la “había arrojado al suelo y reclamado como su justa recompensa”. Y claro, a ella le gustó; de lo que se estaba quejando ahora era que Superman estaba hecho un marica y se preguntaba qué había sido de aquel hombre que la había forzado a tener sexo. Pero claro, ya sabemos que Miller es una persona horrible y fan de Ayn Rand, quien en su novela The Fountainhead nos cuenta que el héroe viola a la protagonista, quien se siente hasta orgullosa de que “un hombre de verdad” la haya tomado a la fuerza. A Miller ya nadie lo toma en serio; me parece que su forma de abordar el tema es, por lo menos hoy en día, más la excepción que la norma. Quizá los que escribieron esas historias sobre Batman y Daredevil en los 60 y 70 pensaban así, quizá no, pero no podemos saberlo porque en esa época jamás habría aparecido una violación en el cómic.
Es decir, la forma en la que se retrata la violencia contra las mujeres -y en especial la violencia sexual- en los cómics de superhéroes es, muy a menudo, sexista. Pero no porque los autores deseen promoverla, sino porque se privilegia el punto de vista masculino. Como ya he dicho antes, me parece perfectamente válido que un autor cree desde su óptica y sus intereses como varón, y no creo que eso lo haga ni a él ni a su obra particularmente misóginos. Pero si tomamos en cuenta tendencias y generalidades, lo que veremos –y lo que lamentamos y criticamos- es el escaso interés y oportunidad que se ha dado para explorar la perspectiva femenina, deficiencia tanto más grave cuanto se trata de asuntos que deberían concernir primeramente a las mujeres.
Debemos considerar cada caso en su contexto y al mismo tiempo tener en cuenta qué tanto se repiten ciertos patrones. ¿Quería Ron Marz promover la misoginia al escribir la historia en la que el súper villano Major Force asesina a Alex DeWitt y mete su cadáver a un refrigerador? No, y creo que sugerirlo no sólo sería erróneo, sino estúpido. ¿Es recurrente este tipo de escenas en el cómic contemporáneo? Oh, sí que lo es. ¿Les hace falta a los cómics la perspectiva de las mujeres? Sin duda les haría bien. Si quisiéramos saldar la cuestión en serio tendríamos que llevar a cabo un estudio riguroso en el que se tomara una amplia muestra de cómics y entonces contar: cuántas muertes violentas ocurren, cuántos casos de violencia sexual, cuántas de las víctimas son hombres o mujeres, cuántas son protagonistas, secundarios o terciarios, cómo se retratan estos hechos, en qué contextos ocurren, etcétera. Mientras tanto sólo tendremos opiniones y suposiciones sensatas.
Lo que quise hacer aquí, como la vez que escribí sobre las Damiselas en peligro, fue simplemente proveer algunos ejemplos de la enorme diversidad de formas en las que se abordan los asuntos de género en la cultura pop. Cada una de esas formas varía en cuanto a la frecuencia con la que se repite y de ninguna manera representan reglas universales. Es importante enriquecer nuestros criterios si es que pretendemos abordar estos temas sin caer en interpretaciones simplistas y condenaciones inmediatas. Aquí tienen algo para empezar, de la enciclopedia TV Tropes. Les va a tomar un rato, pero les va a dar conceptos muy útiles y les ayudará a ampliar su enfoque. Si de verdad queremos meternos al ruedo de analizar productos culturales, más vale que nos dejemos de prejuicios y parámetros facilistas, y esto va tanto para quienes quieren ver en todo un panfleto misógino como para quienes niegan que haya sexismo en los productos que consumen.
Referencias:
[1] Aunque, es justo señalar, su asesina fue otra mujer.
[2] La decisión obedeció también a que los creadores ya no encontraban interesante al personaje, algo bastante común en los cómics.
[3]De ahí que “The killing joke” de Alan Moore fuera tan polémica, ya que más allá de la violencia, se insinuaba que Barbara Gordon había sido ultrajada sexualmente por Joker, hecho revelado en tiempos recientes al aparecer viñetas que fueron censuradas del original (Nota del editor).
[4] La violación masculina es prácticamente inexistente en los cómics de superhéroes, cuando en el mundo es una realidad. El único ejemplo que me viene a la mente es Apollo, violado por un súper villano en la serie de The Authority (escrita por Mark Millar). También hay un cómic en el que se sugiere que Peter Parker habría sido abusado sexualmente en su infancia por un bravucón mayor. Parecería que he ahí un tabú que los creadores no se han atrevido a romper, quizá porque a ellos mismos les incomoda el asunto. Ése es un tema que da para otro análisis.
[5] Es cierto, él es también un asesino que mata gente inocente sólo porque sí, pero definitivamente es el tipo al que el cómic espera que le estés echando porras.
[6] He leído los argumentos de quien piensa que Millar es secretamente un genio y que lo que realmente hace es parodiar la obsesión de esta sociedad con la violencia y el sexo, y sobre todo pintarle el dedo a los lectores que disfrutan esa clase de contenidos. En lo personal yo no le daría tanto crédito después de leer ciertas declaraciones suyas.
[7] Más delicado que el homicidio por su naturaleza sexual, porque en el mundo real son también las mujeres la abrumadora mayoría de las víctimas, y porque es más probable que conozcas a una mujer que ha sido acosada o abusada sexualmente a que conozcas a alguien que haya sido asesinado.
[8] En la literatura popular contemporánea, estoy seguro de que Stieg Larsson con su trilogía Millennium o G.R.R. Martin con Canción de Hielo y Fuego tenían esa intención.
[9] Aún así, hay críticas feministas que piensan que debería dejarse este cómic en el olvido porque glorifica la violencia machista y porque las lectoras serían ahuyentadas por esta historia. Lo que nos habla de otra tendencia peligrosa: tratar al público como menores de edad a los que hay proteger de material problemático que serían incapaces de digerir.
[10] Esto último es común en la pornografía, en especial en el hentai japonés, lo cual deconstruyo en uno de mis cuentos. Pero también ha sucedido en el cine y la literatura popular: recuerdo la película Marnie (de Alfred Hitchcock, 1964) en la que el galán, interpretado por Sean Connery viola a la protagonista, interpretada por Tippi Hedren, después de haberla extorsionado para obligarla a casarse con él. Pero todo esto lo hace por su bien. Al final, ¡se quedan juntos y enamorados! Hablando de Sean Connery, en una escena que está en la novela Goldfinger (de Ian Flemming, 1959) pero -¡por fortuna!- no en la adaptación de cine, James Bond viola a Pussy Galore para curarla de su lesbianismo (funciona, por cierto).
Increíble análisis.
Yo no he llegado al punto de compreder exactamente como queda parada la representación de las mujeres.
Una vez cuantifiqué personajes femeninos de la edad de oro y su tipo de rol, siento que si hicieron un balance equitativo que no se dio en la de plata (Marvel de la edad de plata me pareció el punto opuesto), y que posiblemente sea superior o igual al que tienen los personajes femeninos hoy. Se dio, en parte, porque los comics eran antologías de 80 pp. y no les costaba nada poner a mujeres como protagonistas de algunas. En algunos casos fue igualitarismo deliberado (Connie, Brenda Starr, la Mujer Maravilla, Canario Negro), y en otras humor (Red Tornado, la primera de DC), pero la principal razón era que invertir la fórmula y poner mujeres tan desvestidas y fuertes como Tarzan (Sheena, una veintena de ‘jungle girls’), o John Carter (Gale Allen, Mysta Moon, Futura), el Zorro (Señorita Rio), o Superman (Marvila) resultaba atractivo para los adolescentes y soldados de los 40s (era en que el Hays code prohibia esa clase de rol y vestimenta en las películas). Todos esos personajes femeninos, por cierto, contaban con su versión masculida de Luisa Lane, estilo Steve Trevor.
A lo que voy es esto: No creo que mujeres en el refrigerador sea el problema, sino el síntoma. El problema es la falta de mujeres en roles protagónicos de héroe (cosa que se va superando con la prominencia en ventas de Harley Quinn, Superchica, y Marvila). Violaciones y violencia de hombres a mujeres pasa, y no hay razón real para que no exista en los comics, el problema es que proporcionalmente es demasiado común en los comics. Hoy por hoy, las mujeres en los comics son literalmente minoría, y proporcionalmente demasiadas son increiblemente atractivas, o sufren violaciones, o son constantemente usadas de objeto motivador, o son convertidas en bisexuales (doble score: cuota de minoría y fan service, pero ¿cuantos hombres son convertidos en bisexuales?).
De los casos específicos, resiento lo de “a nadie le importaba Sue Dibny”. Mi superhéroe favorito es el Hombre Elástico y Sue me gusta casi igual, cosa que es normal entre los fans de los Dibnys. Hay quienes, incluso, la prefieren a ella, quien pasó de vivir una vida frívola de socialité en la era de plata, a “Oracle” de la Liga de la Justicia Europa, a jefa de ellos, a detective tan capaz como su esposo y Batman. Mientras Identity Crisis se publicaba, el segundo arco de Super Buddies concluía, lo cual fue ofensivo aparte de confuso. Aunque Id. C no me parece tan mala, lo que Brad Meltzer hizo es el equivalente de matar a Monica Geller de Friends… (lo cual sucede en Supreme, de Alan Moore, je, je).
No es casualidad que Batichica, Sue Dibny, y Mary Marvel hayan sido tratadas tan brutalmente por Moore, Meltzer y Morrison, quienes al hacerlo nos dan el deliberado mesaje de que le quitan a los comics. El problema es que ya nos dejaron sin ícono de inocencia. ¿Qué más explícito se puede ser que poner a un personaje inspirado por Judy Garland como Dorothy Gale (de las primeras heroínas femeninas que pude investigar) en traje de dominatrix poseída por otro inspirado por el Marqués de Sade? ¿o violar y matar a un personaje inspirado por Nora Charles sin que el que juega el papel de Nick Charles pueda resolver el crimen (y de nuevo en Crisis of Conscience)? L. Frank Baum y Dashiel Hammett se revolcarían en su tumba si se lo hicieran a los originales.
The Killing Joke es una obra maestra, la idea de poner a Gordon de Job, y su satán como un Job que fracasó es brillante, pero la versión animada hizo luz de algo que no supo componer: accidental o subconscientemente, Moore presentó un mundo de machos en donde la única mujer es un objeto. Esa es por mucho, la mejor historia de violencia de género en comics y aún así el autor se ha declarado arrepentido. Moore no contó con el “mono ve, mono imita” que ocurrió tras su salida de DC.
Yo soy de la idea de que una vez que el autor original de un personaje se retira, los que lo vuelvan a usar deben tratar de honrar el concepto. Puede cambiar la caracterización, pero no el espíritu. Batichica no es un apendice del comisionado, es una heroina y un símbolo de las mujeres independientes. Pese al sufijo -girl, Barbara es una mujer en sus 20s, que lleva una vida independiente, tiene un doctorado, no busca romances, y puede hacer todo lo que Batman haga (y similar con Sue y Mary). Hasta me da la impresión que no se le dibujaba intencionalmente bustona por servicio, sino por enfasis simbólico de que es mujer (lo mismo que PG pero sin pasarse de tueste). Moore usualmente es genial recapturando el caracter de los personajes en términos de sus acciones, pero se le cayó la pelota con Barbara en Broma Mortal.