“Todas las personas negras en América han nacido en Beale Street, en un vecindario negro de alguna ciudad americana, ya sea en Jackson, Mississippi o en Harlem, Nueva York”. James Baldwin
Si la colonia hablara (If Beale Street could talk, 2018) tiene tres nominaciones en el rubro de Mejor guión adaptado, Mejor actriz de reparto y Mejor banda sonora, pero esta película de Barry Jenkins merecía mucho más, en especial por haber adaptado con gran acierto una novela como la de James Baldwin (que en español fue traducida como Blues de la calle Beale), una ficción literaria de corte realista, en la que de una manera lírica se cuenta una historia en donde se denuncia el racismo, la discriminación y la injusticia acontecida en el icónico barrio de Harlem, Nueva York.
La trama está contada desde el punto de vista de Tish (Kiki Layne) y, al igual que en libro, rememora su relación con Fonny (Stephan James), al que conoce de toda la vida hasta enamorarse de él, mientras que de manera paralela nos vamos enterando de que está encerrado en la cárcel por un crimen que no cometió, algo común en la década de los sesenta en la que se desarrolla la película -e incluso hoy en día- cuando a la población negra se le usaba como chivo expiatorio, un blanco fácil para los policías.
Y así, entre flashbacks, el director va matizando la desgarradora historia, pues sufrimos como espectadores la desgracia de Fonny, pero al mismo tiempo, caemos bajo el influjo de un romance idealizado y contado por Tish, de tal forma que nos pone en contexto de los lazos inquebrantables que unen a la pareja a pesar de las vicisitudes legales y familiares que atraviesan. Mas no están solos, ya que Sharon (Regina King), la madre de Tish, hace hasta lo imposible para ayudarlos, consciente como lo está, de la inocencia de su yerno.
Sin embargo, aunque la película es un dramón no se regodea en el dolor y la tragedia, ni siquiera en la denuncia social que está implícita de una manera sutil y elegante (al igual que en la multipremiada Moonlight, el salto a la fama de Jenkins). Al contrario, es un alegato a favor del amor de inusitada belleza, pues la fotografía, el vestuario y la música proporcionan una ambientación estilizada que es acorde con lo poético del texto, propiciando que haya muchos planos contemplativos.
Mención aparte merece la actuación de King, cuya representación de una mujer valiente y con carácter que siente empatía por ambos muchachos es demoledora. Primeros planos de su rostro dan cuenta de una enorme capacidad histriónica, donde su gestualidad conmueve hasta al más duro. Asimismo, Diego Luna tiene breves pero logradas apariciones como Pedro, el mesero y amigo de Fonny.
Si la colonia hablara también tiene un trasfondo histórico al que no alude directamente la película, tal vez por ser una obviedad en el contexto norteamericano, pero para los no enterados, no está más decir que la calle Beale, en Tennessee fue escenario de varias luchas del movimiento por los derechos civiles, así como hogar de B.B. King y del estilo llamado “Memphis Blues” que dio origen a la canción del mismo nombre.