Un ludópata perturbado: “El contador de cartas”, de Paul Schrader

¿Ya la viste? "El contador de cartas" es un filme acerca de un torturador que ha sido más torturado que sus víctimas, un hombre que está en busca de la redención a la vez que intenta apagar su sed de venganza, según la reseña de Anahí García Jáquez.

William Tell  (Oscar Isaac) es un jugador de póker que va de casino en casino jugando y apostando poco para no llamar la atención. Tiene la habilidad de contar cartas, la cual desarrolló en el tiempo que estuvo en la cárcel y que le ayuda en el momento de jugar y ganar. Siendo ya un hombre libre, se encontrará con un par de personajes que le traerán oportunidades de cambiar su vida para bien… o para mal.

Esta es la premisa de El contador de cartas, una película escrita y dirigida por el reconocido Paul Schrader, quien ha escrito los guiones para clásicos de la cinematografía moderna como Taxi Driver y que ha sido colaborador de Martin Scorsese, productor de este filme. Y curiosamente las dos películas que menciono tienen algo en común: unos protagonistas masculinos tan solitarios que la mayor parte del tiempo conviven solamente con sus pensamientos y ceden poco espacio a un selecto grupo de personas. En este caso, el espectador va conociendo a William a través de la narración que él mismo hace, ya que toma nota de todo aquello que pasa por su cabeza y analiza su entorno inmediato, sin contar con los conocimientos sobre el póker que posee y el juego en general que comparte a la vez que va escribiendo.

De entrada, conocemos a William en la cárcel y lo vemos ya una vez que ha sido liberado, su forma de vida en los moteles y la redecoración que hace de los cuartos donde se aloja, así como sus interacciones con el mundo en los casinos. De naturaleza contemplativa, una forma de vestir bicromática y un modo de hablar pausado y de pocas palabras, su talento no pasa desapercibido por La Linda, interpretada por Tiffany Haddish (que a pesar de ser comediante incursiona en el género dramático) quien le propone jugar en la Serie Mundial de Póker usando dinero de otros inversionistas.

Casi al mismo tiempo, se encuentra con un chico llamado Cirk (Kirk pero con C, como él mismo menciona) que lo busca ya que requiere de su ayuda; es ahí cuando nos enteramos del porqué de su estadía tras las rejas: la prisión en la que estuvo es de tipo militar ya que, siendo un soldado, fue llamado por un contratista llamado John Gordo (Willem Dafoe) para torturar prisioneros iraquís en Abu Ghraib junto con el padre de Cirk. A partir de ese momento, además de convertirse en mentor del chico, su inclusión en la vida de éste hace que los fantasmas del pasado vuelvan para atormentarlo.

Oscar Isaac nos da una muestra más de su talento y versatilidad. Con una capacidad actoral que le da tanto para ser parte del universo Marvel (Moon Knight) como para actuar en adaptaciones de trabajos de Ingmar Bergman (Scenes of a Marriage), el actor guatemalteco hace toda una creación con su personaje que es congruente de principio a fin. Con una forma de deambular por la vida sin llamar la atención, con un carácter taciturno y metódico en todo momento y una expresión perenne en su rostro que no revela nada de sí, pero que a ratos se siente como una bomba a punto de explotar, lleva todo el peso de la película sobre sus hombros y nos muestra a un hombre que busca exorcizar sus demonios, esos que ni los 8 años y medio de cárcel pudieron eliminar y es por ello que ahora intenta, de un modo u otro, expiar sus culpas.

Es así que el filme nos habla de la imperiosa necesidad de perdonarse a uno mismo antes que la autodestrucción se nos atraviese y las consecuencias sean irremediables. El personaje de La Linda le ofrece a William la posibilidad de un presente, y por qué no, también de un futuro distinto además de ser como una figura paterna para Cirk, por lo que opciones de una vida normal no le faltan. Tanto Tiffany Haddish como Tye Sheridan, quien interpreta a Cirk, le dan la réplica justa al protagonista mientras que Willem Defoe, aún y cuando tiene una aparición breve, hace valer una vez más su experiencia actoral y dota su rol con la cantidad de maldad necesaria para ilustrar cómo fue que llevó a William Tell a cometer semejantes actos mientras que se convierte en un recordatorio de la incapacidad de escapar del pasado.

El soundtrack es cortesía de Robert Levon Been, vocalista de Black Rebel Motorcycle Club, cuyas canciones son como otra voz de William ya que maneja un tono muy melancólico e introspectivo, por lo que sirven de perfecto acompañamiento y le dan a la cinta un valor agregado. La fotografía a cargo de Alexander Dynan es sobria, pero a la hora de mostrarnos los horrores de Abu Ghraib distorsiona las imágenes para situarnos en el infierno en la tierra: esto es, la cámara de los horrores que es ese centro de detención. El guión, que es la especialidad del director, hace que la película jamás caiga en su ritmo y se mantenga atractiva hasta el final.

En resumen, El contador de cartas es un filme acerca de un torturador que, a final de cuentas, ha sido más torturado que cualquiera de sus víctimas y que se encuentra en búsqueda de la redención que tanto necesita, a la vez que intenta apagar la sed de venganza que a ratos lo aqueja. Por lo pronto, nuestro personaje central sólo tiene como opción jugar con las cartas que la vida le ha dado e intentar hacer una jugada ganadora.

El contador de cartas. Paul Schrader. 2021. Saturn Streaming/Astrakan Films AB/RedLine Entertainment/LB Entertainment/Enriched Media Group/One Two Twenty Entertainment

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