El olvido fílmico: una reseña de “La memoria infinita”

En su reseña, Anahí García Jáquez comenta el documental "La memoria infinita", de la directora chilena Maite Alberdi, el cual retrata el descenso a los meandros del Alzheimer, y cómo Augusto Góngora tendrá breves chispazos de amorosos recuerdos, gracias a Paulina... ¡no dejes de verla!

Augusto y Paulina son un matrimonio que lleva ya 25 años juntos y en ese tiempo han compartido su vida a la par de su desarrollo profesional en sus respectivos ámbitos. Todo ello cambió en el momento en que Augusto fue diagnosticado con Alzheimer. Juntos enfrentan esa enfermedad, así como la lucha por preservar aquello que está por perderse.

La memoria infinita es un trabajo de la realizadora chilena Maite Alberdi que fue producido por Juan de Dios y Pablo Larraín (ganador del Oscar a Mejor Película Extranjera por Una mujer fantástica), reconocidos y laureados productores de dicho país. Alberdi fue nominada al Oscar en 2021 por El agente topo, un documental donde se nos contaban las peripecias de un detective infiltrado en un asilo de adultos mayores.

Su trabajo más reciente también es un documental donde nos presenta a una pareja exitosa y reconocida en su país: Augusto Góngora es un periodista que cubrió los últimos años del régimen de Pinochet en medios opositores y que terminó dedicándose al periodismo cultural donde hasta incursionó en la actuación. Por su parte, Paulina Urrutia es una actriz de cine, teatro y televisión que fue nombrada Ministra de la Cultura y las Artes durante la primera administración de Michelle Bachelet.

Ellos comenzaron su relación en 1997 y en 2014 reciben la noticia del padecimiento de Augusto. Al momento de iniciar la filmación del documental (el cual abarca meses y hasta años), él ya tenía 8 años viviendo con la enfermedad por lo que nos tocará presenciar el día a día de alguien que ya está experimentando plenamente los síntomas.

Al comienzo del filme podemos ver a Augusto despertándose por la mañana con cierta desorientación propia de su condición y de inmediato aparece Paulina, haciéndole un breve resumen sobre él, su vida, su profesión. Conforme la escucha, Augusto se emociona como quien hace el más grande de los descubrimientos. Es ese momento clave en el que el espectador conoce la dinámica de esta pareja y se nos abre la puerta a su día a día en el que Paulina ejerce de cuidadora y lo hace con todo el cariño y paciencia del mundo mientras que Augusto trata de estimular su memoria y hace esfuerzos por realizar tareas básicas como el bañarse por sí solo o leer un libro, a la vez que su mujer lo incorpora en quehaceres tales como un ensayo de una obra de teatro y el estreno de la misma.

En esta historia todo gira alrededor del amor que ambos se tienen y que, aunque los recuerdos de Augusto se vayan eliminando, sus sentimientos hacia su mujer se perciben en la forma en cómo la mira, la atención con la que la escucha y cómo se deja cuidar por Paulina, quien con toda la ternura del mundo conversa con él acerca del pasado y del presente, intentando mantener vivos sus recuerdos trayéndolos al momento en que están viviendo, por muy dolorosos que a veces resulten, como los de los amigos fallecidos de su marido.

Asimismo, se nos cuenta la historia de este romance entre un hombre divorciado y padre de dos hijos que se enamoró de una mujer 17 años menor que él, cómo fue que decidieron construir una casa y una vida juntos y, eventualmente, contraer matrimonio, el cual lidia con una de las más grandes pruebas que una unión podría soportar; en este caso, lo que ambos tienen es tan genuino y bello que el espectador se da cuenta que está ante un amor de ésos que no se encuentran tan fácilmente. Tan es así que por momentos parece que Augusto se enamora cada día de su esposa, como si estuviese empezando de cero y lo manifiesta a través del brillo en sus ojos y su sonrisa. Ese mismo amor hace que Paulina sufra al pensar en el futuro inmediato, pues significa que la enfermedad progresará y traerá consigo desafíos más grandes de los que ya vive, como es el deterioro que experimenta su esposo.

Otro tema por demás importante está en el título mismo, que es el de la memoria y he aquí el motivo: a través de su trabajo como periodista, Augusto colaboró con medios independientes e hizo importantes contribuciones para un libro llamado Chile: la memoria prohibida (es posible que la directora haya tomado la idea del nombre para este trabajo), en el cual se compilaba una serie de hechos realizados durante el final de la dictadura, con el objetivo de que este pueblo conociera su historia para jamás repetirla, y ahí es donde reside la tremenda ironía en la que este hombre, que se dedicó a coleccionar información para el imaginario colectivo, ahora ve cómo sus recuerdos se le escapan como arena entre los dedos sin que pueda hacer nada al respecto.

El espectador no podrá evitar el cuestionarse acerca de la fuerza de los recuerdos, ya que hasta el mismo Augusto escribe en su libro que “sin memoria, no hay identidad”. ¿Acaso nosotros somos la suma de nuestros recuerdos?, ¿qué seremos o en qué nos convertiremos cuando éstos desaparezcan?, ¿tendremos a alguien que nos ayude a recordar las cosas simples de la vida, tal como Paulina lo hace con su esposo?

Maite Alberdi nos presenta la enfermedad tal y como es: no como Hollywood suele retratarla, sino con toda la crueldad con la que despoja al enfermo de sus recuerdos, aunque también de su personalidad y de su vida, llevándonos paso a paso por el avance que lleva esta condición. No la endulza en lo absoluto, pero tampoco recurre al morbo o al melodrama, ya que la muestra con un tacto y una sensibilidad que tocará a aquellos que han convivido con el Alzheimer de cerca; por supuesto, para quienes jamás han visto de cerca la demencia, el filme resultará educativo.

El material de archivo filmado desde años atrás (películas caseras de viajes y fiestas, así como programas de televisión donde apareció Augusto) editado por Carolina Siraqyan se intercala con lo capturado por el cinefotógrafo Pablo Valdés, cuyas tomas y encuadres iluminados con la luz del día que se enfocan en pequeños detalles contribuyen a embellecer el relato. Debido a que mucha de la filmación de este trabajo tuvo lugar en plena pandemia, los Góngora Urrutia se aislaron en casa y Paulina se encargó de grabar, lo que le da un toque intimista al documental.

El espectador verá los buenos momentos, los mejores, los malos y también los peores del día a día de la pareja una vez que se han tenido que quedar solos.  El score a cargo del dueto Miranda y Tobar, así como la selección musical, que incluye a Silvio Rodríguez y Fito Páez, entre otros, son la cereza del pastel que da un toque aún más entrañable y hasta romántico, sin caer en la cursilería.

La memoria infinita es, sin lugar a dudas, un trabajo de calidad que atrajo la atención desde su estreno en Sundance a principios de 2023 y que fue recogiendo reconocimientos durante ese año, tales como el premio Goya al Mejor Filme Iberoamericano, su inclusión en el top 5 de Mejores Documentales por parte de la Junta Nacional del Críticos de Estados Unidos hasta llegar al Oscar, la cual fue la coronación definitiva.

Este filme es, ante todo, una celebración de la vida en el presente tal y como es, con sus vueltas al pasado, un pretérito que fue maravilloso sin pensar del todo en el futuro que se vislumbra aterrador. Es una enorme y conmovedora reflexión acerca de la fragilidad de la vida y de la fuerza del amor, ése que hace que cada mañana Paulina le recuerde a Augusto quién es él, por qué ella está ahí con ese lazo tan fuerte que los une tanto en la salud como en la enfermedad.

La memoria infinita. Maite Alberdi. 2023. Chile. Micromundo/Fábula.

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