Fotorreportaje por Ricardo E. Tatto
El 20 de octubre de 1997 llegó David Bowie, un hombre que vino de las estrellas y que, por fin, cayó en nuestro país. Tres días después, habría de ofrecer un concierto en el Foro Sol, parte de la gira mundial “Earthling”, homónima a su entonces álbum más reciente. El músico británico contaba con 50 años cuando pisó por primera vez nuestro país. Era la noche de un jueves, donde con el clima fresco que avizora el invierno, las bandas abridoras fueron Control Machete y Erasure, banda icónica de los ochenta de origen alemán.
No dudo que muchos hubiéramos dado la mano derecha para poder estar ahí. Pero sin duda el más afortunado en esos días fue Fernando Aceves, fotógrafo especializado en conciertos que fue requerido por la disquera de Bowie, ya que el artista deseaba fotos que documentaran su exploración del arte mexicano, con motivo de que el cantante pensaba escribir un artículo para la revista de arte “Modern Painters”, el cual nunca fue publicado.
Así que Aceves, durante tres días siguió a Bowie en sus exploraciones a sitios emblemáticos de la Ciudad de México: La Casa Azul de Frida Kahlo, El Palacio Nacional y El Palacio de las Bellas Artes. Fue el único fotógrafo mexicano que tuvo el honor de recibir esta oportunidad tan única, tan irrepetible, que mientras miro sus imágenes inmortales puedo imaginar perfectamente su experiencia. Es abril del 2016 y David Robert Jones, apenas tiene 3 meses de muerto. Pero nadie lo supera aún; para hacerlo, habría que creer que en verdad se ha ido a otro planeta.
¿Pero quién es este Fernando Aceves y de qué derechos goza? Nacido en la ciudad de México (1965) el artista de la lente se ha dedicado a trabajar la documentación fotográfica de prácticamente todos los géneros de la música durante 25 años, tanto en el país como en el extranjero. Ha fotografiado a estrellas del rock como Paul McCartney y bandas como Pink Floyd y The Rolling Stones, nada más y nada menos.
“David amaba la riqueza cultural de México, y en 1997 quiso simplemente documentarse frente a ciertas obras. No había mejor homenaje al patrimonio artístico de México que ese. Bowie todo lo respiraba, se integraba, miraba en silencio, sonreía y no comentaba. Como el documentalista que soy, lo más preciado fue tener la oportunidad de haber estado junto al hombre universal”, recuerda Aceves en una entrevista, previo a la exhibición inaugurada el 23 de febrero de 2016.
Las fotografías son parte de una serie mucho más amplia, consistente en 70 piezas que le tomó a David Bowie en formato análogo, antes del único concierto que ofreció en México, hace ya casi 20 años. Las que se pueden apreciar en el lobby de la Sala 3 de la Cineteca Nacional apenas son 13; sin embargo, basta con mirarlas para darse una idea de la calidad del trabajo de este fotógrafo mexicano, que por unos días fue el más cercano a un alienígena llamado “Ziggy Stardust”.
“A Bowie le apodaban ‘El Camaleón’ y mi trabajo hace justicia a ese mote, ya que hay un mimetismo completo de él con las obras. Un abrazo de su arte con el arte que aquí encontró”, comentó Fernando en la rueda de prensa ofrecida para promover la exposición con sus fotos, que por primera vez fueron exhibidas en gran formato, si bien algunas ya habían sido publicadas en medios impresos. Por ejemplo, aquella que lo muestra con una máscara durante su visita a la casa de Frida Kahlo fue publicada en el diario “Le Parisien”, de Francia.
Mientras la recorro en total penumbra justo antes de entrar a la sala de proyecciones, no puedo evitar maravillarme ante la plasticidad de las imágenes, ante el encanto que Bowie exhibe ante la cámara, un objeto que sin duda lo ama. Ya sea posando o siendo captado de manera natural, alguna especie de magnetismo sobrenatural despide este hombre. Un hechizo provocador que nos mantiene así, fijos, sin poder dejar de verlo. Es el 29 de abril, la muestra culmina el día de mañana y yo, arrepentido, no puedo creer que estuve a punto de perdérmela.