A dos semanas de su estreno, y dado que no se me ocurre mejor forma de empezar esta reseña, vámonos directo con los comentarios sobre la más reciente entrega del Universo Cinemático de la Casa de las Maravillas: Captain Marvel. La película tiene varias cosas que juegan a su favor y algunas en su contra, tanto textuales como contextuales, y no se puede hablar de esta película sin abordar ambos aspectos. Por ejemplo, se trata de una historia de origen, que como tal sigue una estructura muy tradicional. Está bien manejada, eso sí, y los realizadores hacen todo lo posible por evitar los lugares comunes y sorprendernos. Pero tiene en contra que aparece en un momento en el que el MCU está por llegar a su clímax.
Antes he dicho que el MCU es sobre todo parecido a una serie de TV, y que por tanto no se puede juzgar cada capítulo sólo en sí mismo, sino por cómo hace avanzar la trama global. Sacar Captain Marvel justo entre Infinity War y Endgame es un poco como que el penúltimo capítulo, de la última temporada de una serie que se ha prolongado por 11 años, sea luego un flashback que sirva para incluir un nuevo personaje justo antes del episodio final. Es algo que te desbalancea el ritmo por completo, porque una historia de origen es, por necesidad, lenta: hay mucho de nuevo que se debe presentar gradualmente al público. Ojalá Marvel hubiera tenido el valor y la confianza de haber lanzado esta producción antes de Infinity War.
Lo que me lleva a hablar del elefante en la habitación: Captain Marvel es la primera película del MCU protagonizada por una mujer (y con una mujer como codirectora). Claro que eso debió haber pasado con Black Widow, por lo menos desde la Fase 2, y la verdad es que los de Marvel se vieron muy pusilánimes por no hacerlo antes (¡tuvieron que pasar veintiuna películas!). Si cada año hubiera tantos filmes de superheroínas como los hay de superhéroes, y fueran de la misma calidad promedio, Captain Marvel no habría destacado mucho. Pero el caso es que el contexto no puede ignorarse.
Esto tiene como consecuencia que la cinta sea importante, independientemente de si como tal no es la mejor de todas. La representación importa, como nos lo habían mostrado Wonder Woman y Black Panther, y el hecho de que haya muchas niñas -y no tan niñas- fascinadas con esta cinta, y con la Carol Danvers de Brie Larson, es veredicto más que suficiente. Además, es muy loable la actriz haya usado los micrófonos que se le han dado para enviar mensajes a favor de la inclusión. También me topé con que Jeannie Leavitt, quien fue la primera piloto de combate en la historia de la U.S. Air Force, sirvió con consultora en esta cinta. Leavitt se convirtió en piloto en 1993; antes de eso a las mujeres se les había impedido volar en misiones de combate, lo cual es de hecho mencionado en la cinta.
Aunque la peli en sí no es precisamente un panfleto feminista radical (más adelante volveremos a ello), sucesos a su alrededor contribuyeron a que se convirtiera en un símbolo en las “guerras culturales”. La campaña de odio por parte de machitrolls patéticos sólo consiguió que muchas más personas quisieran ir a verla. El éxito en taquilla y las buenas reseñas que ha tenido son una victoria bastante satisfactoria contra los ridículos que gritaban “¡propaganda feminazi! ¡ideología de género! ¡marxismo cultural!”. Da gusto ver rabiar a estos machitos beta, mientras sus opiniones y valoraciones sobre la cultura pop, que solía ser su feudo y dominio, se diluyen en la irrelevancia.
Además, hay algo que me gustaría hacer notar: a las películas de superhéroes, de ésas que inundan nuestras pantallas de cine todos los años, se les da pase libre con sólo ser divertidas y emocionantes. No se espera de cada una de ellas que sea un The Dark Knight. En cambio, cuando se trata de la película de una superheroína, la actitud de muchos es “pues más le vale que sea una puta obra maestra”. Como si necesitara ser extraordinaria para justificar su existencia. Es casi como si las mujeres tuvieran que hacer esfuerzos sobrehumanos sólo para lograr la aceptación y reconocimiento que se le da a un hombre medianamente competente… Hmmm…
Pero hablemos de la película en sí. Hay un par de cosas que no la hacen ni buena ni mala, pero que constituyen detalles entrañables. Uno, la nostalgia noventera. Cualquiera crecido en esta década se va a derretir de emoción. En particular, amé la escena del Blockbuster, mientras que mi novia se emocionó por el soundtrack. Dos, el hermoso homenaje a Stan Lee, tanto en los títulos iniciales, como en su cameo, que bien puede ser el más hermoso de todos los que ha hecho. Les hará soltar una lagrimita.
En cuanto a la trama, como dije, se trata de una historia de origen, lo cual casi obliga a seguir una estructura muy básica en la que el personaje debe descubrir poco a poco su potencial y su lugar en el mundo. En ese sentido, no puede evitar caer en ciertos lugares comunes y resulta un poco como regresar a esas historias de origen de la Fase 1. Como la primera de Thor, en la que ni los elementos de épica-espacial, ni los de intriga terrestre se desarrollan del todo y no llegan a ser tan impresionantes como podrían haberlo sido.
Con todo, los realizadores hacen lo posible por probar nuevos caminos. Por ejemplo, en una cinta habitual habríamos visto algunos antecedentes de la protagonista para a finales del primer acto atestiguar el momento en el que adquiere sus poderes, y de ahí en adelante ver cómo se convierte en heroína. Captain Marvel, en cambio, inicia con la historia ya considerablemente avanzada y nos revela información importante a lo largo de la peli, sobre todo usando flashbacks, que paulatinamente cambian la lectura de los eventos que hemos presenciado.
La gran fortaleza de la película está en el carisma de su personaje principal. La Carol Danvers de Brie Larson se muestra a la vez ruda y compasiva, sarcástica e irreverente en ciertos momentos, pero capaz de asumir compromisos morales cuando se enfrenta ante dilemas. Creo que Wonder Woman fue mucho mejor película en casi todos los aspectos, pero entiendo por qué Carol es más inspiradora para el público que Diana. Mientras que la Mujer Maravilla es una semidiosa, princesa amazona criada en una utopía feminista, Carol es una chica común y corriente, con defectos y debilidades tanto como virtudes y fortalezas. De nuevo la representación importa. Yo amo las películas de Spider-Man porque como ñoño socialmente inepto me siento identificado con el Peter Parker de Tobey Mguire, a pesar de que sé que no son las mejores películas de la vida, o siquiera del género.
El Nick Fury de Samuel L. Jackson es aquí más encantador que nunca, como segundo personaje en importancia (me parece que de todas las películas del MCU ésta es la que le da más tiempo en pantalla). Es 13 años más joven que cuando lo conocimos en Iron Man, y por eso lo vemos más optimista y bienhumorado. Con Carol tiene una muy divertida relación de “pareja dispareja” con mucha química, al estilo clásico de comedia de acción.
El otro personaje con quien Carol tiene una relación importante, y que se ganó la simpatía del público, es su mejor amiga Maria Rambeau, interpretada por Lashana Lynch. Mujer afroamericana, piloto de pruebas y madre soltera, demuestra ser tan badass como Carol y tiene un rol muy importante en el último acto. Además, ella es la mamá de Monica, quien en los cómics, se convierte también en Capitana Marvel y puede ser que tenga un futuro en el MCU.
Hay dos ejes temáticos interesantes en la película, que la hacen sobresalir un poco de entre el montón. Uno es el de girl power, el empoderamiento femenino, que se encuentra en la historia de Carol, a quien a lo largo de su vida los hombres la han tratado con condescendencia y han negado su potencial. Pero Carol siempre se ha levantado, literal y figurativamente, después de caer. El “yo no tengo que probarte nada” significa la aceptación definitiva de su propia fortaleza e independencia. Hasta aquí he hecho lo posible por reseñar la película sin spoilers, pero para pasar a lo que sigue es necesario revelar algunas cosillas, así que si no la han visto, sáltense los siguientes párrafos:
INICIAN SPOILERS
Una de las revelaciones más importantes de la película tiene que ver con ese mismo tema del empoderamiento femenino. Que Mar-Vell, sea interpretada por la gran Annette Benning es uno de los giros más brillantes de la cinta. No es sólo que el personaje masculino original es cambiado a una figura mentora femenina, sino es el hecho de que se trate de una científica buscando una solución pacífica para ayudar a un pueblo perseguido, y no un guerrero tratando de vencer violentamente a un enemigo. Eso además subraya la otra línea temática interesante…
Los Skrull. Esta raza de extraterrestres metamorfos ha sido uno de los villanos de utilería más socorridos del Universo Marvel en las historietas. Uno asumía que iban a ser los malos de la película, pero en cambio se subvierte esta expectativa. Hasta la elección del actor Ben Mendelsohn, quien ha hecho el papel de tipo malo genérico en un montón de películas en los últimos años, forma parte de este giro sorpresivo, pues su Talos es un personaje carismático por cuya tragedia uno siente empatía.
Los Skrull son refugiados que huyen de la expansión imperialista Kree, y sus actos violentos son meramente de autodefensa. Esto no es sólo un giro argumental inteligente: es un comentario sutil sobre el imperialismo y las crisis migratorias que enfrenta el mundo. En una época en la que los discursos de odio tildan a migrantes y refugiados de ser terroristas infiltrados que “¡nos destruirán a todos!” (y a los Skrull los llegan a llamar “terroristas”), presentarlos en la película como víctimas que sólo quieren vivir en paz con sus familias es bastante osado.
Pero, a pesar de que disfruté cómo la peli subvierte las expectativas, lo del gato que le saca el ojo a Nick Fury sí me pareció, y perdonen mi griego ático, una mamada. Está bien sorprender, pero la sorpresa tiene que ser mejor, o por lo menos más interesante, que la expectativa, y lo del gato es una estupidez. Consigue que ese momento en The Winter Soldier, en el que Fury dice “la última vez que confié en alguien perdí un ojo” se vuelva la punchline de un chiste de los Tres Chiflados. Horrible.
Iba a quejarme de que los personajes de Korath (Djimon Hounsou) y Coulson (Clark Gregg) no tuvieran más que cameos glorificados cuando se hizo mucha alharaca por ellos en la promoción de la película. Pero lo cierto es que Korath no podía importarme menos y que Coulson, a quien todos amamos porque es un pan de dulce, tiene su propia serie en caso de que lo echemos de menos. Pero hay un par de personajes subutilizados. Ronan, interpretado por Lee Pace, que tampoco es como que le tenga mucho cariño, pero sí esperaba que se revelara algo más de él, para darle fuerza como antagonista en Guardians of the Galaxy. Pero nada, totalmente desperdiciado en una escena mínima, en la que pudo haber sido intercambiado por casi cualquier otro villano del catálogo.
Pero si eso lo puedo dejar pasar, algo que irrita es cómo relegaron al Yon-Rogg de Jude Law. Al final se revela como el verdadero enemigo de Carol, pero su rivalidad no se desarrolla casi nada, pues pasan la mayor parte de la cinta separados el uno de la otra. Además, no sé si lo notaron, pero ahora ya están los dos Sherlocks y los dos Watsons en el MCU y a nadie se le ha ocurrido el ponerlos a todos juntos en la misma escena. Qué poca imaginación.
TERMINA SECCIÓN CON SPOILERS
Entonces, ¿qué concluimos? Las fortalezas que acabo de describir, y la importancia que el contexto cultural le da la película, salvan a Captain Marvel de ser una cinta más de superhéroes. Está bastante bien y es muy divertida. No se cuela entre las excelentes, tipo The Winter Soldier o Black Panther, pero es tan buena como cualquiera de la Fase 3, que ha sido la mejor del MCU, y Captain Marvel es parte de esa grandeza.
Pero también tiene sus debilidades. Si no te súper emocionan las pelis de Marvel, o si no te interesa la “guerra cultural”, entiendo que te dé muy igual una cinta que no tiene mucho que aportar, y eso también es válido. Como yo sí soy fan y sí me interesa todo ello, quedé muy contento y complacido, y estoy seguro de que muchas personas también salieron de la sala de cine zumbando con la boca e imaginando que lanzaban rayos de energía con las manos.