La película es una de las grandes revelaciones del 2020.
Entre las películas que han protagonizado las nominaciones de la temporada de premios, se encuentra “Jojo Rabbit” (USA, 2019), dirigida por Taika Waititi, y cuya trama es una pretendida sátira sobre el nazismo en la que un niño alemán de diez años, apodado Jojo “Rabbit” Betzler (Roman Griffin Davis) se suma a las Juventudes Hitlerianas ya que admira y se encuentra obsesionado con Adolf Hitler, cuya representación se le aparece en la forma de un amigo imaginario que lo instiga a ser leal al Tercer Reich y lo adoctrina en su odio hacia los judíos, enemigos de los arios.
En este tenor arranca la película, caricaturizando a Hitler (interpretado por el propio Waititi), quien aconseja y acompaña a Jojo en sus avatares y desencuentros con los demás niños nazis, en los cuales resulta lesionado en el rostro, y ante el desfiguro, prefiere permanecer en casa. Es ahí cuando descubre que el extraño comportamiento de su madre Rosie (Scarlett Johansson), es debido a que tiene oculta en el ático a una niña judía (Thomasin McKenzie), trastocando todo lo que el niño creía saber acerca de la ideología y el orden social alemán.
Su relación con esta niña le irá revelando los mitos y las mentiras que le han inculcado sobre el judaísmo, al tiempo que mira a su madre con nuevos ojos. Estos son los momentos más conmovedores y no exentos de ternura de todo el filme, cuyo guion se solaza en gags cómicos francamente infantiloides e intrascendentes, incluso desperdiciando a un gran actor como Sam Rockwell, quien personifica a un ex militar venido a menos.
En ese sentido, no hay que confundir la sátira con una simple comedia, pues este retrato del pensamiento hitleriano carece de profundidad y apenas roza la superficie, ya que carece de la mirada cáustica que, por ende, debe tener todo acercamiento satírico. Sobre todo si tomamos en cuenta que existen muchos filmes previos que lo han logrado con acierto, como “El gran dictador” (Chaplin, 1940), “Ha vuelto” (David Wnendt, 2015) o “Mi Fuhrer” (Dani Levy, 2007), por mencionar algunas -cabe destacar que estas dos últimas son producciones alemanas-.
El mayor acierto de Jojo Rabbit es la dinámica entre ambos niños, pero carece de giros dramáticos importantes, pues hasta la misma SS es ridiculizada al punto que no representa una amenaza seria dentro de la película, pudiendo aportar un elemento emocional como el suspenso y el temor en el argumento, quedando reducida a escenas propias de una comedia de enredos. Eso sí, la fotografía y el diseño de arte son efectivos, utilizando una paleta de colores y locaciones que le confieren a esta cinta imágenes preciosistas que contrastan lo dulce con la gravedad del tema retratado.
La banda sonora que incluye versiones en alemán de éxitos musicales de The Beatles y David Bowie, así como las constantes citas a la poesía de Rainier Maria Rilke, hacen lo posible por otorgarle una mayor dimensión cultural -y popular- al entramado. Incluso a nivel visual sus composiciones geométricas no sólo nos remiten al arte pop, sino que nos recuerdan a otro director con predilección por los colores pastel como lo es Wes Anderson.
Esto es adrede, pues la cinta deliberadamente evita caer en honduras intelectuales, elaborando un producto condescendiente, atractivo y digerible para las masas que, como era de esperarse, ha tocado el gusto y la sensibilidad de las grandes audiencias que consumen este tipo de producciones. Y todo esto el director lo sabe, ya que proviene de la línea de ensamblaje al estilo Marvel-Disney , especializados en crear grandes éxitos destinados a la mercadotecnia de la gran pantalla.
Más allá de lo anterior, poco se le puede exigir a este filme que, de cierta forma, resulta cumplidor en su cometido, en especial si tomamos en cuenta los trabajos anteriores de Waititi, cuya filmografía oscila dentro del registro humorista, con obras que son éxitos comerciales como “Entrevista con unos vampiros” (2014), “Thor: Ragnarok” (2017) o la serie televisiva “El vuelo de los Concords” (2007), entregándonos una película innegablemente entretenida, ligera y, a la postre, un tanto frívola.