Con permiso de la autora, publicamos este fragmento del libro “Carne de Cañón”, editado por el Fondo Editorial de Querétaro en 2022. Que disfruten su lectura…
CUADRO: LA ÚLTIMA CENA
Personajes:
- NEVILLE: Hombre de treinta años con claras muestras de encierro involuntario.
- SAMANTHA: Hermosa gatita tricolor que no dudaría en comerse a NEVILLE en caso de que se acabasen las croquetas.
La habitación de NEVILLE, luce obsesivamente limpia, pero en un rincón hay un gigantesco montón de basura apilada que se sostiene de una manera inverosímil, tanto que resulta casi artístico; son, en general, envoltorios de comida chatarra y bolsas vacías de alimento para gato.
Es de noche. NEVILLE está sentado frente a su computadora y pica el mouse de manera mecánica.
NEVILLE: (Acariciando a SAMANTHA, que ronronea en su regazo) ¿Hola?… ¿Hola?… Mi nombre es Roberto Neville, soy un sobreviviente… ¿Hay alguien?… ¿No?… (Se da cuenta de que hay alguien en el chat) ¡Oye! ¡Espera!… No te vayas… ¿Eres… eres de verdad?… No me veas así, llevo dos días comiendo solo alimento para gato, casi que tengo derecho a alucinar…
¿Hay… hay más como tú? Es decir, personas… personas no infectadas, pues. Hace cuatro días que nadie contesta mis mensajes en las redes. Adrián fue el último, lo encontré al azar, así como a ti ahora, me dijo que tenía días sintiéndose extraño… Dolor de cabeza, de garganta, dificultad para respirar y justo esa mañana había empezado con fiebre… Ambos sabíamos lo que probablemente era, pero ninguno iba a mencionarlo. Le dije que tenía que confesarle algo importantísimo, pero de repente tosió violentamente y empezó a escupir sangre por toda su computadora… Lo tengo en video, ¿quieres verlo? Estaba pensando en venderlo, pero me desilusioné cuando dejé de recibir respuestas por las redes… ¿Cuánto darías tú por él?
Oye, ¿te puedo confesar algo? Es que… necesito que todo el mundo se entere de esto… ¡Ay, no te he preguntado ni tu nombre! Discúlpame, ¿cómo te llamas?… ¿Jaime? ¿Jaime Cole? Pues mira, Jimmy, ¿te puedo decir Jimmy? Seamos honestos, nadie nos esperábamos que esto se fuera a salir tanto de control. Las conferencias de López Gatell eran de verdad tranquilizadoras, o sea me saqué de onda cuando extendieron la cuarentena hasta el último día de mayo, pero nunca entré en pánico, y por lo mismo, no junté provisiones, obviamente esto iba a acabar en máximo mes y medio, tenía la comida justa para ese tiempo, para Samantha y para mí.
¿Tú te imaginaste lo de los zombies? Neh, me estás mintiendo, nadie en su sano juicio se lo hubiera imaginado… Ya sé, lo del consomé de murciélago sonaba a una falacia inventada por un niño de siete años, pero de eso a zombies…
En fin, yo sé por qué mutó el virus. Cuando vi que lincharon al presidente y que López Gatell tuvo que huir del país debí haberlo dicho, pero sentía que todos me iban a tirar de loco…
Es que el virus, por sí mismo, era una inofensiva gripa para la mayoría de la población. Las cosas se salieron de control porque hubieron ciento cincuenta mil huéspedes que propiciaron que mutara hasta convertirse en lo que es hoy. Mi primo era el médico encargado de epidemiología en Nutrición, y me confesó que si el virus llegaba a combinarse con insolación, deshidratación, aguantarse las ganas de hacer pipí por períodos inverosímiles, y deleznables y ofensivas condiciones laborales, la mutación sería terriblemente violenta y, probablemente, el fin de la humanidad…
Piénsalo con detenimiento, Jimmy, ¿quiénes estaban a merced de las inclemencias meteorológicas, siendo humillados, en condiciones infrahumanas, expuestos a la delincuencia, sin recibir pagos por trabajar horas extras ni fines de semana?… Ya sé que todos nosotros, ¿pero quiénes eran los que estaban más jodidos y precarizados?
La chica tocó el timbre ocho veces, yo fingí que no había nadie porque obviamente no le iba a abrir a alguien que pudiera estar infectado, siendo que yo llevaba ya una semana en cuarentena total, pero el octavo timbrazo fue tan desesperado, casi agónico, que me dio lástima, y le contesté desde la ventana… (se la señala, tiene una gran mancha de sangre seca por fuera). Me asusté cuando subió la mirada y pude ver su rostro bajo el sombrero tipo explorador safari color beige: estaba pálida, casi verdosa bajo esa piel toda quemada por el sol; los ojos estaban desencajados, como si se le fueran a salir; y me miraba con una mueca delirante, que pretendía ser una sonrisa. “Mi nombre es Emily Pérez y trabajo en el INEGI, estamos haciendo el censo de población y vivienda 2020, ¿te podría hacer unas… unas…?”, y empezó a toser descontroladamente. “¿Estás bien?”, le dije, “sí, sí”, me dijo entre arcadas y espasmos, “¿tú vives aquí?”; le dije que sí, y en ese momento soltó por la boca y la nariz un gran chorro de sangre que se estampó contra la ventana. “Oye, amiga –le dije–, deberías ir al hospital, ¿cómo puedes seguir trabajando en estas condiciones?”, a lo que ella me contestó: “¿usted se considera afromexicano, negro o afrodescendiente?”, mientras le escurría sangre de los ojos y de la nariz. “Voy a llamar al 911”, le dije. “¿De qué material es la mayor parte del piso de su vivienda?”, recibí como respuesta.
Marqué… 9… 1… 1… Y entonces la oí gritar: “¡por favor, necesito (toses y vómito)… sus datos… joven… no volverán a contratarme en ninguna instancia… (tos con sangre) de gobierno… (arcadas y vómito)… nunca más, y me perseguirán hasta por cinco años para que les devuelva los gastos de campo en caso de dejar alguna entrevista (ruido de azotón contra el pavimento)… incompleta!
Cuando me contestaron en el 911 ella ya estaba rascando mi puerta, desprendiéndose las uñas: se había convertido. Ese fue el primer caso zombie, y fue aquí, en mi puerta, ¿crees que pude haber hecho algo? ¿Qué hubieras hecho tú?
Finalmente el capitalismo fue lo que convirtió una gripita inofensiva en un apocalipsis zombie… Sabíamos que iba a pasar, pero ¿te lo imaginabas así, tan literal?
Todo este mes y medio he tenido tiempo de pensar y tomé la decisión de que, cuando se nos acabara la comida a Samantha y a mí, decidiríamos quién se convertiría en la nueva fuente de alimento por medio del único sistema que ha funcionado de manera efectiva en la historia de la humanidad: la mayoría de votos.
Ayer, después de que nos acabamos las últimas croquetas de Samantha, hice una encuesta en una historia de Instagram. Decía así: “Ya no tenemos comida, ¿quién debería ser devorado en pequeñas porciones para que logremos sobrevivir por un poco más de tiempo? Primera opción: Samantha, segunda opción: yo”.
Es sorprendente que todavía un par de mis seguidores de Instagram respondieron a la encuesta hoy por la mañana, pero nadie contestó mis mensajes de ayuda durante estos cuatro días. Ve tú a saber, Jimmy, si son bots rusos o simplemente espectadores que engullen ávidos la desgracia ajena, pero el resultado final de la encuesta fue arrojado apenas un minuto antes de que pudiera conectarme contigo.
NEVILLE acaricia tristemente a SAMANTHA.
Te pido que pases el mensaje de quién ocasionó esta masacre porque yo… yo voy a ser la cena. Pero antes de que proceda a cortar mi carne en pedacitos para que nos alimentemos Samantha y yo, debes saber que las últimas palabras inteligibles de Emily Pérez fueron… “La Licenciada Clarita es la responsable de todo… ”.
Toma un cuchillo, se rebana un par de pedacitos de piel, uno se lo lanza a SAMANTHA y el otro se lo come él.
Jimmy, busca a la Licenciada Clarita, detenla y… ¡Haz que pague!