Las siete vidas de Alexandra o la multiplicidad de la vida

En su columna, Óscar Muñoz reseña "Las siete vidas de Alexandra", novela de Sarah Ríos Cortés de reciente aparición, en la que se aborda la reencarnación espiritual y la multiplicidad de identidades existenciales. El presente texto fue leído durante la presentación, ¡a leer se ha dicho!

“Las siete vidas de Alexandra”, y no precisamente las siete vidas de una gata, parece reflejar una de las teorías de la reencarnación. Según las creencias de los antiguos egipcios, adoradores devotos de los gatos, éstos estaban convencidos de que los pequeños felinos tenían la misma capacidad de los humanos de vivir y revivir hasta siete veces, aunque en la última reencarnarían en la forma humana. Sin embargo, a través de los siglos, esta creencia mitológica ha cambiado; actualmente simplemente se cree que los gatos, por su capacidad de caer siempre de patas, salvan su pellejo hasta siete veces, tal cual ha permanecido en los dichos populares.

Entre las diversas teorías sobre la reencarnación, las más difundidas son las de origen “oriental”, específicamente budista, y la que planteó en la Grecia antigua el filósofo Platón. Sin embargo, algunos filósofos e historiadores contemporáneos han determinado que las teorías más antiguas no son de origen oriental, sino que comenzaron a ser formuladas en la cultura celta. En efecto, los primeros en creer y difundir la idea de la reencarnación fueron los druidas celtas, que eran sacerdotes o chamanes que tenían el monopolio de las ceremonias religiosas y la magia.

El libro fue presentado el 31 de marzo en el Gran Museo del Mundo Maya.

Tiempo después, fueron los griegos quienes difundieron la idea de la reencarnación, particularmente los órficos y los pitagóricos. Sin embargo, no fue sino hasta la época de Platón que esta teoría se difundió ampliamente. Precisamente Platón enseñaba tales ideas en la Academia. En los Diálogos de Fedón, Platón afirmaba que “la vida humana nace de las almas que anteriormente han muerto”, es decir, la vida nace de la muerte. He aquí la base de la teoría griega de la reencarnación.

De regreso a Alexandra, la protagonista de la novela de Sarah Alejandra Ríos, aparece esta circunstancia de la reencarnación y narra cada una de las vidas anteriores por las que ésta tuvo que pasar hasta llegar a su vida actual. En el desarrollo de la novela, más que utilizar el flash back como recurso literario para mostrar las vidas anteriores de Alexandra, es decir, como recuerdos, sus pasados son usados por la protagonista para continuar adelante su vida actual. Para ello, va, no regresa, va a alguna de sus vidas pasadas y regresa a la actual para volver a ir a otra de sus anteriores vidas, y así hasta retornar al final a actualidad. Como se podría apreciar, la protagonista avanza, no estrictamente hacia el porvenir, sino que trae sus propias vidas del pasado al futuro inmediato de su propia vida.

Por otro lado, la propia Alexandra no es nunca la misma en sus vidas pasadas, sino que siempre es una diferente, con otro nombre, nacida en otra parte y otro tiempo, con un aspecto diferente y su ocupación es otra distinta a la actual y a las demás anteriores. Por lo tanto, es Alexandra y, al mismo tiempo no lo es. Es decir, en esencia, la protagonista es la misma de siempre, aunque sus características físicas y circunstancias culturales sean otras. Es y no es, ése es el dilema. Así que, aunque cada capítulo de la novela parece narrar historias distintas, con protagonistas diferentes y circunstancias diversas, relata una sola historia, la de Alexandra.

En comparación con otras obras, ya sea de la literatura o del cine, donde esencialmente es posible narrar historias, esta novela podría ser equivalente a la película La doble vida de Verónica, de Krzysztof Kieslowski, aunque en apariencia. En el filme, son relatadas las vidas de dos Verónicas, una nacida en Francia y otra en Polonia, y una y otra son la misma Verónica. Las vidas de Verónica, doble vida efectivamente, ocurren sincrónicamente, al mismo tiempo, y no diacrónicamente, a través del tiempo, una luego de otra. Esta característica de la narración de Kieslowski es diferente a la de la novela de Sarah. En efecto, las vidas de Alexandra suceden diacrónicamente, una detrás de la otra, aunque la circunstancia actual que la protagonista vive, mejor dicho, la circunstancia de muerte que le acecha permite traer a la actualidad las vidas anteriores para siga respirando bajo el agua.

Joaquín Tamayo, la autora y Óscar Muñoz.

También es posible comparar Las siete vidas de Alexandra con otra película, en este caso con una del cineasta Luis Buñuel, titulada Ese oscuro objeto del deseo, donde participan dos actrices, una española, Ángela Molina, y una francesa, Carole Bouquet, quienes representan en el filme a la misma protagonista Conchita. Sí, dos actrices para una sola protagonista. En consecuencia, la actuación de una y otra actriz es distinta una de otra, aunque se trate del mismo personaje, ya que la actuación de las actrices representan a Conchita con un estilo distinto de actuación. Entonces, Conchita, la protagonista de Buñuel, parece tener dos vidas al mismo tiempo, la que le representa la actriz española y la que le da vida la actriz francesa. Por ello, esta circunstancia de la película permite encontrar cierta similitud en la novela de Sarah Alejandra Ríos, la cual radica en el hecho de que, a pesar de la diversidad de Alexandras de la novela, ya sea por su aspecto físico distinto y sus ocupaciones diferentes, en el fondo es la misma Alexandra.

En cuanto a obras literarias, me parece que la más cercana a la novela de Sarah Ríos es la que escribió Luis González de Alba, que se llama Y sigo siendo sola. En esta novelita, la protagonista central llamada Delfina Borato reencarna en diversas mujeres de la historia de México. Al principio, aparece como Coatlique, la divinidad azteca de las dualidades, como el día y la noche y la vida y la muerte. Luego reencarna en Malintzin, la traductora de Hernán Cortés; posteriormente, en Sor Juana Inés de la Cruz, la escritora novohispana; más adelante, en Josefa Ortiz de Domínguez, la corregidora de Querétaro y e insurgente durante la Independencia de México, y después, muchas otras mujeres celebres. Pero en esta novela, el autor utilizó la reencarnación como estrategia literaria para dar cuenta de la participación de estas mujeres de la historia con una intención satírica y burlesca.

Imágenes de la presentación del libro de Sarah Alejandra Ríos Cortés.

Ahora bien, si el personaje de la novela es comparado con el personaje de una novela de Carlos Fuentes titulada “Aura”, entonces la similitud es aún más cercana. En la narración de Fuentes, Aura y la señora Consuelo son la misma: Aura aparece durante la mañana y al final del día termina como Consuelo, la anciana de la narración. Por lo tanto, conforme pasan las horas pasan los años del personaje, quien inicia joven y culmina anciana. Esta situación podría representar una dualidad de la vida de la misma protagonista de la novela de Fuentes. Aunque, en la novela de Ríos, la protagonista recorre sus seis vidas anteriores en segundos, que es el tiempo concentrado para que Alexandra viaje a cada una de sus vidas pasadas, siempre bajo el agua.

En conclusión, es posible afirmar que la vida de Consuelo y Aura, que son la misma, renace cada día, en tanto que las diversas vidas de Alexandra, la actual y las pasadas, renacen cada segundo. Además, en lugar de ser sólo dos en una, como el caso de Aura, en Alexandra son siete en una sola. De ahí que sea posible afirmar también que, mientras en Aura aparece una dualidad de vidas, una seguida de la otra, en Alexandra ocurre una multiplicidad de vidas, una luego de otra y otra y otra, aunque traídas una por una a la vida actual de la protagonista. Por ello, la novela de Sarah podría representar la multiplicidad de la vida a través de las siete vidas de Alexandra.

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