“No sólo estoy en todo, también cocino y doy masajes”. Ricardo E. Tatto
Conocí a Ricardo Tatto hace muchos años, cuando iniciaba su trabajo como cronista de jazz en el periódico Por Esto!. Entonces había en Mérida una especie de frenesí por este género e incluso, se llevaba a cabo un festival anual, que créase o no, logró reunir a importantes figuras internacionales. Debido a sus inteligentes reseñas, me lo imaginaba como un musicólogo de edad madura, extranjero, oriundo de algún país frío, que había llegado a la península en busca de paz y de nuestro invencible sol.
Pero cuál no sería mi sorpresa al enterarme que Tatto era nada más y nada menos que un brillante estudiante de comunicaciones, nacido en la Ciudad Blanca, cuyos padres jamás habían vivido fuera de la península de Yucatán. Más tarde, Ricardo ampliaría sus horizontes periodísticos y comenzaría a publicar, además de sus crónicas musicales, reseñas de obras de teatro, críticas de espectáculos de danza contemporánea y de otros programas artísticos que, con el paso del tiempo, aparecerían compiladas en un interesante libro publicado por el Ayuntamiento de Mérida en el año 2009, al que titularía Tercera llamada, encuentros -y desencuentros- con el teatro.
Y ya que hablamos de la trayectoria de Tatto, es justo recordar que durante algún tiempo dirigió la revista impresa Soma, Arte y Cultura, una suerte de magazine cultural, por cuyas páginas habrían de pasar varias plumas peninsulares destacadas. Hoy en día, la revista pervive en formato digital.
Pero, ¿quién es en realidad Ricardo Tatto? ¿Un promotor cultural con aspiraciones literarias? ¿Un cronista de nuestros tiempos que se vale del Facebook, el twitter y otras redes sociales para escandalizar a las buenas conciencias? ¿O simplemente un periodista enamorado de la literatura que no se conforma con publicar artículos y crónicas en medios impresos o en la red, sino que está decidido a incursionar, también, en la competida República de las Letras?
Si la mejor definición de Tatto viniera a ser esta última, entonces Cuentos, minificciones y aforismos del descaro, el libro que hoy nos ocupa, sería el boleto de entrada de Ricardo Tatto al veleidoso y exigente universo de la literatura.
Con sus relatos, reunidos en este volumen editado por Libros en Red, a raíz de una convocatoria llevada a cabo por el Ayuntamiento de Mérida, da la impresión que Tatto aspira a convertirse -muy al estilo de Charles Bukowski-, en una celebridad, en una leyenda cuya fama debería de aumentar con la publicación de otros libros.
Misóginos, atrevidos, irreverentes, descarados, llenos de un salvaje y tierno sentido del humor, pero sobre todo, cargados de una tremenda sinceridad, estos textos consiguen, gracias a su libertad, conectar inmediatamente con el lector. Coincido con Eusebio Ruvalcaba cuando dice en la contraportada que “Cuentos, minificciones y aforismos del descaro no tiene asidero, de no ser el libre albedrío de Ricardo Tatto”. Y para muestra basta un botón:
Así, en ese sentido nos toparemos con otras historias breves -algunas demasiado para mi gusto-, cuyo principal mérito, ya lo he dicho, radica en su frescura y libertad. Debo confesar también que, aunque no soy un fanático del Facebook, en el caso de Ricardo Tatto vale la pena checar de vez en cuando sus comentarios, pues estoy seguro que de estos dardos venenosos, surgirán nuevas ideas para alimentar nuevos libros. Y para muestra, otro botón, tomado directamente del muro facebokeano:
Receta para desayuno de campeones:
*Una cama
*Una mujer desnuda a la izquierda
*Un libro a la derecha
*Un cuarto de copa de vino de la noche anterior
*Media cajetilla de cigarros
*Encendedor
Cocínese a fuego lento…
Vale la pena acercarse a este libro, tanto para divertirse y olvidarse por un rato de los duros momentos que vive el país en este principio de año, como para entender, a través de las letras, de qué manera se plantean el amor y la vida en pareja en las generaciones del nuevo siglo.