La Cumbre de los Nobel, el ruido y la falsa paz en Yucatán.
La Cumbre Mundial de la Paz llegó para trastocar la tranquilidad de los meridanos y, de paso, para sacar el tiro por la culata de nuestros gobernantes. Me explico: en días anteriores, participantes y moderadores que alternaron con los laureados del Nobel hicieron declaraciones que subrayaron la inconsistencia de un estado y de una ciudad pacífica tal como se la quieren vender al todopoderoso turismo, y de paso, a no pocos locales incautos.
Al Gobierno del Estado encabezado por Mauricio Vila y al Ayuntamiento de Renán Barrera, les haría bien tomar el ejemplo de Diego Luna, Paola Rojas, Miguel Bosé et al, pero en su lugar han elegido cerrar los ojos ante la discriminación, el racismo, la violencia de género y el desacato a los derechos humanos más elementales. Tal vez si en lugar de maquillar las cifras abrieran los ojos, podrían darle solución a varios temas más urgentes. Aquellos no son “laureados”, pero ciertamente son figuras que han aprovechado la palestra para señalar lo evidente, por incómodo que sea.
Tampoco es que las grandes masas fueran a escuchar los discursos o siquiera tuvieran acceso a lo que dicen los Nobel, y estos tampoco hicieron mucho por acercarse a la población marginada. Basta con ver la pasarela de personalidades del patio que asistió a la inauguración; no, este encerrón de aire acondicionado no es un evento para el yucateco de a pie, es para la élite, aunque se pongan su hipil y sus bolsas bordadas de diseñador con motivos mayas.
El viernes 20 se realizó una protesta simbólica contra el cambio climático, misma que se replicó en varias partes del mundo. Pero aquí es simbólica no solo por su escasa afluencia de gente -muchos activistas ni siquiera pudieron pasar las vallas de seguridad-, entre la que no faltaron los villamelones que acudieron por la foto, sino porque esta protesta se hace en momentos en los que nuestros mantos freáticos e infinidad de cenotes se encuentran contaminados, sin mencionar los ecocidios que están a la orden del día y del mejor postor.
Lo anterior no es culpa de los Nobel, que han venido bajo engaños a vacacionar en una de las ciudades más “seguras” del mundo, comparable con el estado de bienestar de países como Suiza -eso si no contamos la violencia intrafamiliar, contra la mujer, la alta tasa de suicidios y las muertes por VIH-. Todo eso se ha barrido bajo el tapete de huano, pero con tantos laureados encabezados por la polémica Rigoberta Menchú, ¿cómo es que no han visitado las zonas más conflictivas de la ciudad o las poblaciones maya hablantes para ver las condiciones tan “pacíficas” en las que viven?
Con la mano derecha cobran y con la mano izquierda se hacen una trenza muy mona. La realidad social de Yucatán no se alcanza a divisar desde el centro de convenciones, y la belleza de nuestro Monumento a la Patria esculpido por Rómulo Rozo tampoco se alcanzó a ver, cubierto por el escenario destinado a Ricky Martin: un hombre homosexual, casado y con hijos, impresentable según los diputados del congreso local. Sí, esos mismos que estuvieron bailando aquí donde la música en vivo es sancionada por hacer demasiado ruido, mientras algunos nos preguntamos por qué es tan injusto vivir la vida loca en la ciudad de la paz…
Hijole…
Entre la critica gestual y la practica discriminaroria que, se supone critica….
Escrito que se pierde con las ramas..