Detrás de un vértigo discográfico

Regresan las Crónicas Melómanas de Óscar Muñoz. En esta entrega, nos refiere un relato sobre un disco de Black Sabbath que causa un extraño vértigo onírico, el cual es capaz de transportar a sus usuarios a otra dimensión, a un espacio que se asemeja al más allá... ¡Incluye playlist, súbele el volumen!

CRÓNICAS MELÓMANAS.

Siempre estuve muy orgulloso de tener el primer disco de Black Sabbath en su marca original. A pesar de haberlo conseguido tres años después del lanzamiento del primer álbum del grupo, todos envidiaron siempre mi disco Vértigo, la marca británica que publicó este maravilloso vinilo. Cualquiera ha de imaginar que yo cuidaba el disco hasta el extremo: nunca lo presté, nunca lo cambié por otro, nunca lo llevé a las fiestas, aunque siempre convidé a muchos a escucharlo juntos en mi casa y nunca fuera de ella.

Fue en 1973 cuando adquirí ese maravilloso disco Vértigo, el cual tenía en el centro una etiqueta con un diseño muy vertiginoso, es decir, una especie de círculos concéntricos en Op Art que se alejaban hacia dentro, muy parecido al escenario de la serie de tv El Túnel del tiempo. Incluso, algunos de mis amigos quedaban hipnotizados de tanto ver las vueltas que daba el sello del centro. Una ocasión, uno de ellos cayó al piso totalmente inconsciente, luego de estar mirando las vueltas de la marca durante el tiempo en que duró una de las canciones.

Desde entonces, han pasado décadas y aún conservo el maravilloso álbum de Black Sabbath. No debe quedar duda que conservé este disco y seguí deleitándome de sus vertiginosas canciones por mucho tiempo. Aunque confieso que hubo una larga temporada en que dejé de escucharlo, y no sólo este vinilo sino muchos más. Sí, abandoné por un tiempo el placer de escuchar una buena cantidad de discos fascinantes desde que murió Inés. Y no fue sino hasta que pasaron muchos años de su fallecimiento que he sacado del baúl los discos que más me han encantado, entre ellos el primer álbum de Black Sabbath.

Ahora mismo, tengo entre mis manos el disco Vértigo del grupo británico. Lo colocaré en la tornamesa que recién adquirí en una ganga; se trata de un equipo muy fino y potente, muy adecuado para escuchar el álbum. En tanto que avanza el disco, iré a destapar aquella botella de vino que he tenido guardada para este momento, precisamente la fecha en que moriste, Inés, y brindaré por todos estos años en que ya no has estado cerca de mí, ni yo de ti.

Estoy en el segundo sorbo de vino cuando ha iniciado la tercera pieza del disco: Behind the Wall of Sleep (Detrás del muro de los sueños). Me acerco entonces a la tornamesa y miro detenidamente las vueltas del sello del disco… A mitad de la canción, he sentido un mareo inesperado y no me alejo, sino me concentro en los círculos concéntricos que me jalan hacia dentro del túnel. No siento mis partes corporales; sólo percibo una serie de vibraciones eléctricas alrededor de mi cuerpo. Entonces me dejo llevar hasta no sé dónde, hasta quién sabe qué lugar, eso sí, muy detrás del sello discográfico.

En tanto el vértigo me absorbe totalmente, Ozzy sigue cantando:

Frialdad y entumecimiento de la cabeza a los pies

Sol helado con gélido resplandor

Palabras que hablarán de tu tristeza

Palabras que dirán que no hay mañana

 

Siente tu espíritu levantarse con la brisa

Siente tu cuerpo ponerse de rodillas

Durmiendo, el muro de los remordimientos

transforma tu cuerpo en un cadáver

transforma tu cuerpo en un cadáver

transforma tu cuerpo en un cadáver

Por un instante parece que me encuentro en una especie de frontera, la cual divide el final de la vida y el comienzo de la eterna oscuridad, entre el último aliento de vida y la lúgubre premonición de la muerte. Es una especie de limbo, sin más nada que identifique el lugar. Y en ese preciso ambiente, me ha atrapado un sueño que se debate entre la vida y la muerte, la existencia y lo inerte… Sin embargo, al mismo tiempo, es como una barrera que hace fluir una especie de desconexión entre la luz y la oscuridad.

En esta frontera inexplicable, te he alcanzado a ver detrás del sueño que vivo. Aunque eres la misma pero tan distinta, he dudado de que seas precisamente tú y nadie más que tú. No me importa mucho porque tengo la sensación de cierta proximidad entre nosotros. Sólo falta que, en medio del sueño, tus secretos y los míos, que se habían mantenido vedados a la consciencia todo este tiempo, se revelen ahora en esta inconsciencia onírica.

Han comenzado a llover flores marchitas, quejidos y lamentos y han tapiado todo mi cuerpo, que comienza a transformarse en un cadáver. El escalofrío me ha envuelto totalmente y estás a punto de recibirme, de recogerme de ahí y llevarme quién sabe a dónde. De pronto, el sol ha penetrado por el fondo de la espiral del sello discográfico y me estiro hasta alcanzar uno de los rayos luminosos que se han filtrado.

Por fin logro salir por una continua y prolongada espiral fatídica entre la vida y la muerte, hasta el piso terrenal de la casa. Pero salgo tan sólo de aquel éxtasis extraño como un cuerpo inerte, como un cadáver inesperado. Siento que algo de mí ha quedado enredado entre la espiral del vértigo del disco. Así que seguramente mañana que vengan mis hijos a visitarme me verán en este estado tan deplorable y me sepultarán finalmente junto a ti, y el disco lo guardarán por algunos cuantos años más.

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