Diamantina Ovárica: una charla entre libros y pelucas

Entrevista a Gabriel Briceño Rivas, escritor, guionista y drag queen…

Las puertas de hierro forjado se abren, dejando ver todo tipo de vegetación tropical en el interior de la residencia, así como escuchar el sonido del agua en la que chapotean una veintena de carpas doradas. Al paso me encuentra Tieta, una labradora que viene seguida por Alex, quien me ofrece una taza de café. Son las ocho de la mañana, debo apurarme pues Gabriel y yo grabaremos su programa de radio cuyo tema es los Atorrantes Escritores, quienes iremos a la Ciudad de México a presentar un libro. “Nos vemos a la Salida” se transmite por Radio Yucatán a través de internet, y la estación en el centro de la ciudad nos queda a gran distancia.

La casa de Gabriel y Alejandro está totalmente iluminada. Por donde mires, los anchos ventanales reciben la luz del sol y el aire matinal que anuncia el invierno meridano. Alex me conduce al segundo piso donde Gabriel tiene un cuarto de producción. Gabo, como le decimos sus amigos, está sentado frente al espejo electrónico iniciando su transformación. Me abraza y continúa produciéndose al tiempo que habla del clima, de los minutos que corren y de la fiesta de anoche, todo mientras poso la mirada en los atuendos estrafalarios y multicolores que penden de las perchas de madera: tules, capas, tafetanes de colores chillones y brillantes; guantes, abanicos de mano, listones y sombreros. Junto a la ropa y accesorios también cuelgan las pelucas multicolores lacias, rizadas y crespas en tonos rosa pastel o azul turquesa, amarillo mírameahuevo y la clásica violeta feminista. Tieta se echa a mis pies enseñándome su juguete preferido, un oso de felpa que vio mejores tiempos antes de terminar entre las fauces del can.

Luis Gabriel Briceño Rivas es de ascendencia yucateca. Me cuenta que su padre aprendió a jimar henequén en Tekal de Venegas donde nació. Un municipio cuyo nombre en lengua maya significa “encerrado”. Quizá por eso el padre de Gabriel puso pies en polvorosa hacia la Ciudad de México, en donde se estacionó con el objetivo de triunfar en la difícil actividad del boxeo. Del cuadrilátero brincó a la pintura y a la cerámica artística. Entre pintores, escultores y actores, el padre de Gabriel conoció a la que sería su esposa en las inmediaciones de los Estudios Churubusco, en la colonia donde habitaban íconos del cine como El Santo, Charito Granados, Dolores del Río o Jacqueline Andere.

Gabo está probando maquillaje nuevo para dar a su rostro un aspecto más brillante. Es lo que me dice al tiempo que aplica la crema un tono más claro que el color de su piel. En lo que narra sus orígenes, se coloca en las pupilas los lentes de contacto azules, una de las características físicas más importantes de Diamantina Ovárica, quien poco a poco y en el transcurso de la charla comienza a resplandecer a través del reflejo del espejo.

“Mis padres siempre fomentaron el arte en mi hermana y en mí. La plástica, el teatro y el cine fueron el primer acercamiento. Por eso estudié la secundaria en el Centro de Educación Artística (Cedart) y posteriormente en Bellas Artes, lo que finalmente me llevó a la escritura y a la actuación”.  

Gabriel tiene la barba más cerrada que he visto en un hombre, más que en aquellos muñecos aventureros y de acción Lilí Ledy. Por eso me asombra que, a los pocos minutos de la entrevista, su rostro comience a perfilarse cuando aplica con pinceles el maquillaje en diversos tonos marrón, los cuales dan la ilusión de finos rasgos.

 “Aprendí maquillaje y caracterización en Bellas Artes donde también conocí a escritores importantes que se hicieron mis amigos. Así entré al mundo de las letras e inicié la carrera en la escuela de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) y en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). De ahí me fui a la televisión escribiendo guiones para telenovelas y las series Lo que callamos las mujeres, en Televisión Azteca y Como dice el dicho, en Televisa, programa para el que sigo creando historias”.

A los cuarenta años de edad Gabriel decidió radicar en la tierra de su padre. Desde Mérida envía sus guiones a la televisora en la capital. Buscando pertenecer al ámbito artístico yucateco dio con los Atorrantes Escritores, un colectivo sui generis que reúne plumas añejas y jóvenes, de mujeres y hombres con ideologías diversas y pensamientos disímbolos.

Con los Atorrantes integró una antología de cuentos al tiempo que maquinaba en su mente la manera de insertarse en el activismo social a través del arte. La violencia imparable contra las mujeres, los homosexuales y todo lo que a la sociedad doblemoralina espanta y sentencia a lo largo y ancho de México, le duele y molesta a Gabo.

“Siempre creí que mi orientación sexual era totalmente aceptada porque nunca me vi segregado ni por mi familia ni por el entorno, hasta que leí El machismo invisible de Marina Castañeda Gutman. Ese libro me hizo entender que quien es discriminado, siempre se esfuerza por justificar la intolerancia o minimizarla. Muchísimos años de mi vida me hice de la vista gorda con la molestia de mi familia hacia lo que soy, un hombre cuya vida no respondía a los cánones establecidos. La presión de mis padres para que yo fuera lo que ellos querían, la violencia física para caminar por senderos dizque correctos, crearon tal confusión en mi autoestima que no sabía realmente qué tanto de eso estaba directamente relacionado con mi homosexualidad. Tampoco ahora lo sé porque me alejé, y cuando mi familia me buscó y me encontró después de muchos años, cuando tenía la vida hecha, una carrera sólida, la economía resuelta y una pareja estable, mi padre ya estaba enfermo. Creo que es algo que nunca podremos hablar”.

Gabo necesita de luz brillante para dar forma a los ojos de Diamantina Ovárica. Da click en uno de los botones del espejo. Las sombras naranja tornasol impregnadas con chispas de polvo dorado y destellos en azul turquesa, crean la extraña combinación entre siniestra y melancólica de su mirada, la cual potencializa con un par de pestañas de mink.

Como activista, Gabo se inició en un bar gay de la Ciudad de México llamado El Taller. Ahí y a través del espectáculo informaba sobre derechos, política y arte. Tito Vasconcelos, actor de travestismo, precursor de las marchas por los derechos LGBT fue su ejemplo a seguir. La idea de Gabriel era replicar esta lucha social en Mérida a través de la creación del personaje que le ha dado fama en la ciudad más segura del país, pero también la más racista, xenofóbica, homofóbica, misógina y machista.

“El drag me sorprendió cuando llegué a esta ciudad porque descubrí que, en su medida, existe apertura en ciertos grupos de la sociedad al tema del activismo enfocado a la lucha contra el machismo. Aquí estoy más cerca de hacer teatro gracias a Diamantina Ovárica, el personaje por el que siento gran pasión y que me adentra en la comunidad gay, en los círculos juveniles y de las mujeres y sus problemáticas”.

Gabo se refiere al arte de la transformación a través del drag queen, un término que describe a la persona cuyo atuendo es a la usanza del estereotipo de mujer de rasgos exagerados, con intención primordialmente histriónica.

Fue el escritor Adolfo Calderón Sabido quien lo invitó a participar en el programa “Nos vemos a la salida”, que se transmite los jueves a las ocho de la noche por Radio Yucatán a través de internet. Por una hora, Diamantina y sus invitados discuten temas sociales, culturales y artísticos de actualidad preponderando la literatura, con noticias candentes y controversiales que no tienen cabida en otros medios de comunicación de nuestra blanca e hipócrita Mérida.

A través del transformismo, Gabriel altera su apariencia y los patrones de su personalidad para ajustarlos a Diamantina, exagerando las cualidades estéticas asociadas popularmente a la mujer mediante la utilización de vestuario, peinados y maquillaje exuberantes, pero siempre teniendo en cuenta que está representando un personaje para la sociedad.

“Esto de ser atorrante, también es pertenecer a una militancia cultural que responde a cierto tipo de represión por parte de la sociedad más conservadora. Los Atorrantes Escritores somos anárquicos, contestatarios, diversos. Son mi familia y en la que nació Diamantina Ovárica que brilla en las manifestaciones por los derechos de las mujeres. La familia que arropa a esta drag con los ovarios bien puestos para difundir a través de la literatura, la actuación y la comunicación la libertad de las personas que no son heterosexuales. 

El impacto de Diamantina entre los jóvenes -incluso entre los mayores que se dan cita en las diversas comunidades al interior de Yucatán, poblaciones a las que los Atorrantes hemos viajado para promover nuestros libros y difundir la lectura en general-, ha sido positivo, porque llevo junto con mis compañeros información sobre derechos, equidad y libertad. El drag es un tema novedoso en Yucatán; esa novedad combinada con la literatura nos abre las puertas no sólo para que se conozca nuestro trabajo como escritores, sino también para hacer activismo, activismo por la libertad de lo que queremos ser, activismo porque desaparezcan los homosexuales de clóset casados con mujeres que viven bajo engaños. Es sorprendente ver cómo el pilar de la sociedad y la familia, muchas veces está cimentado en la mentira”.

Diamantina Ovárica (Foto: José Luis Bueno)

Nos quedan pocos minutos para llegar a la estación de radio y grabar el programa. Gabriel -ya convertido en Diamantina- firma su personaje con miles de partículas de brillantina azul entre los cabellos de su espesa barba. El mismo color para la peluca lacia que cubre su corte de cabello estilo militar. Tieta nos sigue hasta el auto con el oso de felpa entre los mofletes y, a su lado, Alex nos desea éxito. Ambos nos miran alejarnos hacia una aventura más…    

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