Emotiva velada con la Orquesta Sinfónica de Yucatán

El fin de semana la Orquesta Sinfónica de Yucatán tuvo ocasión de recordar la vida del primer contrabajo de la OSY, Stanislav Grubnik, quien falleció en días pasados. Como solista invitada, se contó con la soprano polaca Agnieszka Slawinska, quien interpretó poemas musicalizados de Rilke, compuestos por Einojuhani Rautavaara, según cuenta Diego Elizarraraz...

In memoriam, Stanislav Grubnik (contrabajo principal de la OSY) .

Stanislav Grubnik (+)

Mientras para algunas sociedades la muerte es parte del ciclo de la vida, en sociedades como la nuestra los rituales entorno a la muerte tienden a honrar el recuerdo de una vida, y este fin de semana la Orquesta Sinfónica de Yucatán tuvo ocasión de recordar, bajo el marco del quinto programa de la temporada 2025, la vida del primer contrabajo de la orquesta quien falleció el pasado 18 de febrero.

Antes de comenzar y con una congoja compartida con la orquesta – evidentemente con todos sus miembros, no solo los intérpretes–, el director José Areán nos compartió la tristeza de esta familia/sociedad por lo sucedido. Continuó con unas palabras y un gesto a la vez solidario y de una noble humanidad para la familia nuclear de Stanislav Grubnik, que se encontraba presente en lo que se sintió como un hermoso in memoriam.

Blumine, de Mahler, una pieza encantadora, nostálgica, lírica y melancólica –como la describe el crítico musical Máximo Hernández en el programa de mano–, abrió la noche con una orquestación transparente y un color tonal refinado. La instrumentación es de talle delicado y camerístico, la trompeta solista protagoniza el tema principal con un carácter pastoral mientras los cornos proporcionan apoyo armónico sutil y ocasionales comentarios melódicos.

A mi escucha –siempre aprendiz–, las cuerdas adoptan al arpa para agrandar la familia y su alcance tímbrico. Los violines crean texturas etéreas y transparentes a la par de las violas y violonchelos que ofrecen un fundamento armónico cálido mientras los contrabajos se reservan para momentos de mayor intensidad.

A propósito de la familia, la de las maderas, aquí es tanto dialéctica como estructural. La flauta y el oboe dialogan con la trompeta solista, los clarinetes esfuminan los colores tímbricos en los pasajes intermedios, y los fagotes refuerzan el bajo armónico con discreción. Desde la transparente exposición con la trompeta solista sobre el colchón de cuerdas divididas, hasta la densidad gradual con cauce en la recapitulación y la coda con el retorno de la textura inicial enriquecida y una disolución gradual, el director y la orquesta nos persuadieron a percibir la intimidad y cercanía de esta fértil obra.

La velada continuaba con cuatro canciones interpretadas por la tersa voz de la soprano polaca Agnieszka Slawinska. Compuestas por el gran Einojuhani Rautavaara, el balance entre solista y conjunto, factor decisivo en toda composición orquestal con voz, fue exquisito. La reducida dotación y el carácter, al igual que la obra previa, íntima, pero decididamente más intensa –ya lo escribía el crítico musical Máximo Hernández en el programa de mano–, hacían de la resplandeciente y diáfana voz de la solista un imán de oídos.

Cada canción parecía una indagación en los ignotos territorios del tema elegido por el autor de los poemas, Rilke: el amor. Nada más adecuado para abrevar al homenaje de Stanis –como le nombraba el director en un inicio-. Ya lo escribía Máximo: una experiencia musical muy rica. Una conmovedora interpretación. ¡Bravo, Agnieszka!

Concluido el intermedio, la orquesta continuaba una interesante configuración de los movimientos de las Suite No. 1 y 2 de Romeo y Julieta de Prokofiev, una de tantas caracterizaciones musicales del drama shakesperiano. El director optó por reemplazar el primer movimiento de la primera suite con la majestuosidad amenazante percutiva de los Montescos y Capuleto y la inocente delicadeza de La Joven Julieta, ambos traídos de la segunda suite.

La orquesta mantuvo la tensión dramática en Escena que fue relevada por la intimidad del Madrigal antes de pasar a la elegancia del Minueto. Con el misterio de Máscaras el conjunto nos condujo a la sublime belleza de Romeo y Julieta, mostrando la maestría del compositor en el manejo de diferentes texturas y colores orquestales. La progresión dramática culminaba con una energía trágica en la Muerte de Tybalt haciendo honor a un arco narrativo coherente y emocionalmente impactante.

El silencio de un contrabajo que ya no será audible fue visible, en escena yacía de costado y frente al público el compañero musical del ser humano, que como dijo el director Areán al finalizar sus palabras iniciales se iba, pero no les dejaba. Hasta pronto, Stanislav. ¡Bravo y gracias, OSY!

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