Como parte de sus exposiciones trimestrales, el viernes 28 de abril se inauguró la exposición “El placer de la mirada de Juan García Ponce” en el Museo Macay, de manera paralela a la muestra “Confrontación 66”, en la cual adquirieron protagonismo varios autores pertenecientes a la llamada “Generación de la ruptura”, concepto que el propio García Ponce acuñó y ayudó a darle forma en su ya histórico libro “9 pintores mexicanos”.
Si bien ya se habían tardado, nunca es tarde para homenajear al escritor yucateco más relevante del siglo XX, cuya labor literaria trascendió incluso las fronteras mexicanas. En la sala dedicada a él, pudieron apreciarse numerosos objetos producto de una extensa labor de investigación y recopilación, donde lo mismo pudimos ver su máquina de escribir, silla y escritorio, que primeras ediciones de sus libros, fotografías, cartas e, incluso, originales corregidos a partir de hojas mecanografiadas por la que fuera su asistente durante más de 13 años: María Luisa Herrera, quien dio prestada parte de su colección para exhibirla.
Algunos de los intercambios epistolares presentados incluyen misivas de escritores como Mario Vargas Llosa, Pierre Klossoski, Octavio Paz y José Emilio Pacheco. Todo revestido con una línea de tiempo en la cual podemos seguir de cerca la azarosa, erótica y prolífica existencia de nuestro querido Juan, quien en vida alcanzó a recibir los mayores reconocimientos que un escritor mexicano puede tener.
Por lo que es de celebrar que al fin se le haga justicia a García Ponce en su propia tierra, ya que constituye una inmejorable oportunidad para acercarse y conocer a este intelectual y polígrafo mexicano de primer nivel, a pesar de tantos años en los que su memoria ha caído paulatinamente en el olvido en este Yucatán tan ingrato para los suyos.
Aún así, lamento -todos deberíamos-, que la presencia de personalidades como José Antonio Lugo, Arnaldo Coen, Gabriel Ramírez, Rogelio Cuéllar y la propia María Luisa haya sido tan desperdiciada, puesto que el trabajo y los recursos destinados para traerlos por tres días pudo haber redundado en un coloquio de mayor relevancia, con la consecuente derrama cultural que las conferencias pudieron haber dejado en la localidad.
Sólo algunos afortunados pudimos disfrutar de un breve conversatorio, donde cada uno de los participantes charlaron alrededor de 5 minutos. Eso sí, la exposición no tiene desperdicio: vaya a verla de manera gratuita, estará abierta hasta julio… ¡Enhorabuena!