Leyendo a Fernanda Melchor: Temporada de huracanes y Páradais

En su columna, Anahí García Jáquez emprende la lectura de dos novelas de la escritora veracruzana Fernanda Melchor, trazando paralelismos entre sus obras y analizando los entresijos de su narrativa de corte realista. No dejes de leer la reseña literaria sobre esta narradora mexicana...

Fernanda Melchor es una de las escritoras más destacadas de los últimos años en la escena de la literatura de nuestro país. Se ha hecho acreedora a varios reconocimientos tanto nacionales como internacionales y esto debido a la innegable calidad de sus textos. El primero de ellos, Aquí no es Miami, es un conjunto de crónicas periodísticas con un toque de ficción que ya dejaba ver ciertos rasgos característicos del trabajo de esta autora. Su siguiente libro fue la novela Falsa liebre, donde se entrelazan las historias de 4 personajes envueltos en una espiral de violencia y vicios. Pero, en esta columna, nos ocuparemos de hablar más a fondo de sus dos trabajos más recientes: Temporada de huracanes y Páradais.

Temporada de huracanes, Fernanda Melchor, 2017, Random House

Esta novela comienza con el descubrimiento de un cadáver que flota en un canal de riego. La identificación nos hace saber que es la Bruja, un personaje amado y temido por los pobladores de La Matosa. Esta mujer, que era un enigma en sí misma desde que era una niña que vivía con su madre en un caserón y por lo tanto protagonista de diversas leyendas urbanas, era a la vez depositaria de los secretos más profundos de quienes acudían a ella en busca de ayuda para remediar problemas, por lo que su sorprendente muerte deja en shock a un pueblo donde reina la superstición, así como otros males de los que la autora va dando cuenta conforme avanza la trama.

Un narrador omnisciente nos va presentando a un grupo de personajes: Yesenia, Munra, Norma, Luismi y Brando, relacionados entre sí y a la vez con la Bruja, y nos cuenta sus historias de vida y cómo es que se fueron involucrando a grado tal que tienen que ver con su muerte y es a partir de aquí que se van abriendo diferentes cajas de Pandora, puesto que las realidades que aquí se exponen son tremendas. La podredumbre se comienza a sentir de inmediato al conocer a estos seres, sus motivos y sus pasiones, así como todo aquello que los va moviendo hacia sus fines.

Encontramos a mujeres que maltratan a mujeres y por lo mismo perpetúan las conductas machistas en los miembros hombres de sus familias, quienes a su vez son incapaces de reconocerse a sí mismos como lo que realmente son y recurren a los vicios para seguir en la negación. También madres que tienen que prostituirse para sobrevivir y por lo tanto son negligentes en el cuidado y educación de los hijos; en el otro extremo, madres que asfixian con fanatismos religiosos que usan para enmascarar la falta del padre. Y el panorama de la juventud del pueblo no es nada esperanzador, ya que desde muy jóvenes aprenden que su cuerpo es una moneda de cambio con la que pueden obtener hasta un boleto de salida de ese pueblo, donde nada progresa y resulta asfixiante, tanto o más como la forma de narración de este texto.

¿A qué me refiero con esto? A que la forma que utiliza Fernanda Melchor para contarnos todo esto no nos da tregua. El lector simplemente no puede tomarse un respiro, porque es un viaje a toda velocidad sin paradas ya que está escrito en bloques sin muchos signos de puntuación, por lo que las pausas brillan por su ausencia al tener párrafos tan grandes. La cantidad de información que se nos va dando además de cada descubrimiento y los cabos que se van atando terminan por agotar al lector, pero a la vez lo atrapan; sencillamente es imposible dejar de leerlo, por mucho que se intente.

Aún y cuando el lenguaje es coloquial y por momentos soez, es necesario con todo y la incomodidad que representa ya que expresa este submundo a la perfección. Los temas como el abuso sexual, la homofobia, el abandono, la violencia ejercida en todos sus niveles y la miseria humana son plasmados sin reserva de ningún tipo, ya que además están acompañados de descripciones que no se guardan nada, llevando al lector a sumergirse de lleno sin muchas posibilidades de tomarse un respiro. Como experiencia puede ser brutal y angustiante, pero siempre se tiene en mente que estamos ante un gran libro que no deja indiferente a quien se atreve a leerlo. Es como un huracán, arrasador al momento de estar dentro de él, pero que al moverse y seguir su trayectoria, sólo nos deja el recuerdo de la sacudida.

Páradais, Fernanda Melchor, 2021, Random House

En esta ocasión la acción se sitúa en una ciudad costera, que podría ser Veracruz, estado natal de la autora, pero a la vez se siente como si fuera en cualquiera de este país. El título del texto es una deformación de Paradise, que es el nombre de un fraccionamiento privado donde convergen dos jóvenes, tan distintos pero a la vez tan parecidos. Franco vive con sus abuelos de manera temporal, ya que sus problemas de conducta han causado que sus padres decidan enviarlo a una escuela de corte militar. Sus días transcurren en calma hasta que conoce a Polo, un chico de su edad que trabaja en el fraccionamiento haciendo labores diversas como lavacarros, barrendero y jardinero, más lo que se vaya acumulando. Un muelle cercano es el punto donde un día se encuentran y al calor del alcohol y los cigarros, empiezan a hablar de sus más profundos deseos y fantasías.

Quien leyó anteriormente Temporada de huracanes encontrará que no es tan diferente, aunque a la vez no es demasiado similar. Sobre todo, porque aquí la cantidad de personajes principales se reduce a dos, pero al ir leyendo el texto, el lector se sentirá en un terreno muy familiar ya que tanto Franco como Polo no son tan distintos de Luismi y Brando, quienes se van hundiendo en una espiral descendente de la cual salir se antoja casi imposible.

Franco y Polo son dos seres marginados, uno por su gordura y obsesión por el sexo y el otro por las condiciones de pobreza en las que vive que vienen acompañadas de maltrato y acoso. La vida que ambos llevan los está matando y lo único en que piensan es en escapar de ello; para lograrlo se unirán, aunque en el fondo será uno usando al otro para lograr su cometido y viceversa. La desesperación por escapar se hace palpable en cada página, así como la urgencia por materializar todo aquello que tienen en la cabeza y que constituye para ellos la oportunidad de otro tipo de existencia donde es posible ser libre de todo y de todos.

Aquí de nuevo nos encontramos ante un escenario de misoginia y violencia contra las mujeres, ya que Franco tiene una fijación malsana con su vecina, la señora Marián, a quien ve como un objeto de placer y el poseerla se convierte en un medio y a la vez un fin. Aunado a esto, Polo, en la búsqueda de la salida de esa vida con la que ya no puede más, se topa con la realidad del narcotráfico y todo lo que ello conlleva, por lo que la tentación es mucha y lo contempla como una alternativa, mostrándonos también el escenario de la desigualdad social, donde chicos como él nacen y crecen sin oportunidades mientras otros, como Franco, lo tienen todo al alcance de sus manos.

Otro punto en común con el texto anterior es esta narrativa vertiginosa y rica en detalles que describe los escenarios y los personajes de forma por demás minuciosa, pero que al tener muy pocos personajes, la claustrofobia se siente menos, por lo que la lectura de esta novela será un poco más ligera. El lenguaje coloquial también se hace presente en un tono un poco más ligero.

Páradais es, sin duda, un libro de innegable calidad literaria, por lo cual sería injusto compararlo con su antecesor ya que no se queda corto. La parte final, en específico el desenlace, están muy bien manejados debido a que el ritmo jamás se cae y nos va conduciendo a algo parecido a un choque de trenes: sabemos lo que sucederá, pero no podemos dejar de atestiguarlo por la destrucción que traerá consigo. El lector sabe que acabará mal, pero quiere saber qué tanto y por qué.

Es así como esta lectura nos deja ver que Fernanda Melchor está dejando su marca en el mundo de las letras de este país. Se ha ido haciendo de su propio lugar y podemos ver que, si ha logrado destacarse con sus cuatro trabajos que lleva hasta el momento, tiene aún mucho que aportar a la literatura en español.

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