Los juegos de la luz I: la inauguración olímpica

El fundador de los Juegos Olímpicos modernos, el Barón Pierre de Coubertin, nunca dimensionó la magnitud que alcanzaría su idea y mucho menos que se efectuarían en un 2024 convulso, complicado y con muchas personas cuestionando la pertinencia de los mismos. La reflexión de David Moreno...

París no se acaba nunca, y el recuerdo de cada persona que ha vivido allí es distinto del recuerdo de cualquier otra. Siempre hemos vuelto, estuviéramos donde estuviéramos, y sin importarnos lo trabajoso o lo fácil que fuera llegar allí. París siempre valía la pena, y uno recibía siempre algo a trueque de lo que allí dejaba. Yo he hablado de París según era en los primeros tiempos, cuando éramos muy pobres y muy felices.

 Ernest Heminghway

             París, ciudad luz, ciudad eterna. La urbe que ha inspirado a poetas, cineastas, músicos, pintores, escultores. La ciudad del arte y los croissants, la de los museos y los cafés. Cuna de revolucionarios, de hombres y mujeres visionarios que han contribuido a cambiar al mundo, a hacerlo un lugar mejor para vivir. Uno de ellos nació en alguna de sus calles en el primer día de Enero del año 1863. Su nombre: Pierre de Coubertin. Aquel aristócrata parisino que tuvo la idea de retomar esa costumbre griega de realizar competencias deportivas para celebrar a la humanidad y a lo mejor que ésta posee a través del deporte. Imagino que Coubertin jamás imaginó que la ciudad que lo vio nacer se convertiría cien años después de haber sido por segunda vez sede olímpica, en la urbe que albergaría por tercera vez a los juegos que él imaginó.

También asumo que el Barón nunca dimensionó la magnitud que alcanzaría su idea y mucho menos que los juegos se desarrollaran en un 2024 convulso, complicado y con muchas personas cuestionando la pertinencia de los mismos. Porque en el medio de un mundo cada vez más polarizado, con una guerra de ocupación en Europa, con un genocidio en marcha en medio oriente y con crisis como la del cambio climático llegando a puntos verdaderamente alarmantes, quién puede pensar en una competencia deportiva que además acarrea, por su magnitud, una serie de problemas para la ciudad que la alberga y para sus habitantes que se añaden a los de la cada vez más compleja cotidianidad.

Pero a pesar de eso, los Juegos de la XXXIV olimpiada han iniciado en París. Un París que se ha mostrado al mundo a través de una ceremonia de inauguración diferente, lúdica y revolucionaria. Los franceses han sacado al inicio de las olimpiadas del sacro santo Estadio Olímpico y han llevado el espectáculo a las calles. Lo han hecho pensando sobre todo en mostrar a su capital y a su historia al mundo entero. Nunca antes una ceremonia de inicio de Juegos Olímpicos había sido tan perfecta en términos televisivos, pero también nunca antes una ceremonia le restó protagonismo a los deportistas como lo hizo la parisina. No estuvo exenta de momentos emotivos sobre todo a partir de su último tercio con la presencia de leyendas olímpicas y del deporte (Nadia Comanecci, Serena Williams, Rafael Nadal, Zinedine Zidane, Amelie Mauresmó, Tony Parker y otros) y con el encendido de un pebetero olímpico innovador, que también ha sido sacado del Estadio Olímpico.

Es algo sintomático que a días de la inauguración la discusión en el mundo no esté alrededor de los números musicales o del bonito y, paradójicamente, deslucido desfile de embarcaciones fluviales por el cauce del Sena. Lo que hoy se discute tiene que ver con la representación (que no parodia) del cuadro de La Última Cena de Leonardo DaVinci, algo que también es síntoma de nuestros ofendidos tiempos Aunque cosas de esta naturaleza eran de esperarse en un país que se ha destacado por ser la cuna del liberalismo y de las libertades, lo que hemos visto reafirma ese espíritu revolucionario, provocador y liberal de una ciudad y de una nación que han tenido  esas ideas como bandera desde prácticamente el inicio de su historia.

Es momento de dar vuelta a la página de la inauguración porque ha comenzado lo verdaderamente importante: los juegos. París espera que sus olimpiadas estén llenas de historias de éxito, emocionantes, inspiradoras. Ya han salido a sus escenarios algunos de los grandes nombres de la justa deportiva: Simone Biles, Rafael Nadal, Carlos Alcaraz, Breana Stewart, Stephen Curry y otros atletas que suelen ocupar los titulares deportivos periódicamente en todo el mundo. Están listos para añadir más páginas ilustres a sus carreras deportivas. Pero las verdaderas historias  olímpicas no suelen estar ahí. Las mejores las encontramos en aquellos deportistas que no suelen acaparar las marquesinas de los mejores escenarios del planeta.

Las historias de deportistas palestinos o del equipo de atletas refugiados son las que hacen del movimiento olímpico algo que vale la pena contar porque reflejan lo mejor del espíritu humano a través del deporte y nos recuerdan que a pesar de los conflictos, de los ofendidos de siempre y de un mundo lleno de problemas, puede existir esperanza para que la humanidad avance un poquito a un mejores escenarios tanto individuales como colectivos. Escenarios que reconozcan a la diversidad como una de nuestras mayores riquezas y a la justicia como una necesidad para todos los que habitamos a nuestro esférico planeta.

ARCHIVO – Los anillos olímpicos están instalados en la plaza Trocadero con vista a la Torre Eiffel en París, el 14 de septiembre de 2017. Estados Unidos y China se espera que terminen 1-2 en el medallero general y en el conteo de preseas de oro en los Juegos Olímpicos de París, que se inauguran en 100 días. (AP Foto/Michel Euler, Archivo)

P.D. ¿Qué esperar del equipo mexicano? Al momento de escribir estas líneas la delegación mexicana se ha colgado ya su primera medalla de bronce. Ha venido de los arcos y las flechas del equipo femenil de la especialidad. Las históricas Alejandra Valencia, Ana Paula Vázquez y Ángela Ruiz, han puesto a México en el cuadro de medallas. Se espera que los mexicanos compitan en varios deportes como los clavados, el tal kwon do, el triatlón y el pentatlón con posibilidades de medalla. Todos los triunfos que se consigan serán una proeza, pues como bien apuntó en X el periodista Ricardo López Si:

“Nunca está de más recordar que cada medalla para México es una hazaña gestada por héroes y heroínas capaces de imponerse a un sistema corrupto y a una estructura deportiva sostenida con alfileres”.

 

 

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