*Esta selección de versos forma parte del poemario “La luz que no se cumple” (Artepoética Press Inc., New York, 2014)
“la música callada,
la soledad sonora”
San juan de la Cruz
1
Una mujer
está sola
en la música
que va dejando el viento
avanza
escucha
cómo se deshace la voz en la espuma
cómo pasa
por sus ojos el canto de otros peces
que no son del mar.
En la música del oleaje, el agua corre la tinta
de su mirada
y le abre los párpados al alba.
Mis hijos y yo
escuchamos la buenaventura:
−En medio de la tempestad, en medio
de un mar
de cuerdas abiertas
tocar el aire
es aceptar los tormentos del poema.
2
Cuando una mujer está sola en la página
su voz
y su cuerpo
tocan al fin la cadencia de las palabras.
El viaje del velero se vuelve
el trazo de un compás por el alba.
3
Lentamente viento
y velas se separan
en un ritual casi imperceptible
de piel
de quietud
y
duermevela.
Una mujer desnuda
ante el abismo del atardecer
no ilumina
las cartas de amor
del cartógrafo
no sigue
la música de sus acordes
la música
era la verdad del viaje.
4
En el rostro del agua, en su descanso más profundo que el
cielo, persiste la pasión de quien mira arder la claridad
del puerto bajo un mar cada vez más lunar.
Un banco de peces es un archipiélago de estrellas.
−¿Cómo agradeceré que el agua no se incendie
aunque asile en su rostro sereno las hogueras?
Reza el mayor de mis hijos sobre la fragilidad del Bote.
A estas horas es más fácil para ellos estar sobre la calma
y navegar el frío de su aliento
el frío, sin una música marítima a la cual ceñirse.
A estas horas, esta voz quieta
es la porción de tierra y de aire que reclaman las sombras
al paso de la tormenta.
−Cuánto daría por morir en paz, ahogado en la noche.
Reza el mayor de mis hijos sobre la fragilidad del agua.
Ninguno de ellos sabe que el mar guarda
esa dicha
al que muere en tempestad.