Los paralelismos acústicos de Tobías Álvarez

En su reseña musical, Diego Elizarrarás hace una crónica de la experiencia auditiva que significó estar presente durante "Paralelismos, música y sonido multicanal", un proyecto acústico de Tobías Álvarez, el cual se presentó en el Centro Cultural Olimpo y cuyas funciones continúan el 12 y 13 de septiembre.

La experiencia acústica multicanal se repetirá el jueves 12 y viernes 13 de septiembre a las 7 PM en el Olimpo.

Nada de lo que escriba a continuación hará justicia a lo acontecido los días 5 y 6 de septiembre de 2024 en la sala audiovisual del Centro Cultural Olimpo: Paralelismos; un concierto de música acusmática multicanal –a seis canales (bocinas/monitores)–, con obras de seis compositores yucatecos: Javier Álvarez, Tobías Álvarez, Manuel López, David Puc, Elías Puc y Eduardo Rivas. A excepción del primero, todos vivos y presentes – aunque ahora que lo recuerdo, imaginé percibir que el espíritu del recientemente fallecido Javier Álvarez tomó presencia y estaba ahí acompañándonos–. Absorto e inmóvil, así estuve ambos días en la misma butaca tomado como rehén por una experiencia que quisiese se quedara conmigo si no fuera por mi deseo o necesidad –y francamente, obligación–, por registrar y compartir lo vivido.

No pretendo ahondar en la problemática planteada por Benjamin sobre las posibilidades de compartir una experiencia[1], hay una plétora bibliográfica para ello y dudo que la senda a caminar en esta ocasión requiera de fórmulas y teorías filosóficas –que Adorno podría argüir–, ya están caducas. Las obras, el recinto, las temáticas y los recursos tecnológicos eran –y aun son en mi memoria, por muy falible que esta sea–, el ecosistema que propiciaba el nacimiento de una atmósfera de interminables e indescriptibles leguas. Sí, leguas; pero leguas anacrónicas. Pliegues temporales acotados por numerosos umbrales en un campo de inmanencia plagado de estéticas que tienden a la metamorfosis.

No había metáforas, todo era atisbos de vida, narrados, descritos o reconfigurados por tensiones entre fuerzas tan potentes que uno no podía hacer otra cosa que cerrar los ojos y escuchar. Aves, teléfonos, balazos, cuerda frotada, piano, senoides, voces y rumores, percusión ritmada, distintos tipos de síntesis, objetos arrastrados, moscas, ruido, naturaleza… En fin, enlisto los timbres creados –o muestras grabadas–, porque tratar de describir extensivamente por medio del análisis y las referencias a obras y compositores no tan lejanos[2] –históricamente hablando– las peculiaridades y complejidades de estas músicas me parecen como parlotear mientras se está frente a un vitral de Goeritz[3], siendo uno con el paso de la luz y el multicolor de la percepción, o tomar una fotografía selfie mientras se está teniendo una conversación de una profundidad helicoidal con amigos, o pensar en cualquier cosa mientras un orgasmo se apropia de dos personas en el clímax de un encuentro erótico-sexo-afectivo.

El sensorium y las lógicas que apertura un acontecimiento como este no necesitan de ese tratamiento, al menos no en mi opinión. No hacía falta que las propuestas fueran inteligibles pues cada obra refractaba los sentidos por esas fuerzas que como dice Deleuze: “están en estrecha relación con la sensación: [pues] es preciso que una fuerza se ejerza sobre un cuerpo, es decir, sobre un punto de la onda, para que haya sensación”[4].

En la fría temperatura de la minúscula sala, estas fuerzas dejaban entrever una experiencia aurática ahí donde parecía que cada compositor se cuestionaba la totalidad y el infinito de su propia obra, como un lugar-no lugar, un espacio codificado in situ –el compositor espacializaba[5] su obra en tiempo real–, como si la última parte de cada obra fuera compuesta ahí mismo, abriendo la posibilidad para que cada presentación sea tan espontánea y presente “que no cesa jamás de reconfigurarse”[6].

En algunos momentos afloraba lo inhumano con estruendos que llegaban hasta la médula, en otros se asomaban sabidurías sonoras entretejidas con una cercanía afectiva que permitían construir procesos de elucubración frágiles pero articulados, como ensoñaciones sensibles impregnando terminaciones nerviosas por todo el cuerpo después de saturar los receptores de la cóclea. Si Berlioz hubiese nacido un siglo después tal vez hubiese explorado estas músicas y reconsiderado el imaginario para su ciudad musical[7] con música que no solo fuera orquestal u operática.

Quien no haya contemplado un atardecer de principio a fin, quizás encontrará confusa la narración de este acontecimiento, y quien nunca haya sentido la piel de gallina al permitirse sentir las posibilidades de una emoción, ese sí que encontrará casi imposible comprenderla o tan siquiera acercarse a ella. El cliché que reza: tienes que vivirlo para saber de qué hablo, no aplica tan adecuadamente como en este caso. Como lo dije antes –con otras palabras, tal vez–, la menguante comunicabilidad de la experiencia no transmite fielmente lo vivido.

Sin embargo, para aquellos que disfruten lo que el arte –particularmente esta vertiente de las artes musicales–, puede provocar en nosotros, no deben perder la oportunidad de vivir estos conciertos el jueves 12 y viernes 13 de septiembre a las 7 PM, ya que serán las últimas funciones en el Centro Cultural Olimpo de Mérida.. Una propuesta musical tan necesaria para reconstruir la escucha colectiva en esta región y, de paso, elevar el nivel de la oferta musical del estado de Yucatán

***.

Referencias:

[1] Walter Benjamin, El narrador, Obras, II, 2 [traducción de Jorge Navarro Pérez], Madrid, Abada, 2009, p. 41-67.

[2] Escúchense obras de Pierre Henry, Terry Riley, Delia Derbyshire, Luc Ferrari, Karlheinz Stockhausen, Bernard Parmegianni, Eliane Radigue, entre muchos otros precursores de la música hoy llamada acusmática.

[3] Mathias Goeritz, pintor y escultor mexicano de origen alemán.

[4] Gilles Deleuze, Francis Bacon, Lógica de la sensación, Madrid, Arena Libros 2002, p. 63.

[5] https://es.wikipedia.org/wiki/Espacialización_sonora

[6] Georges Didi-Huberman, Ante el tiempo, Argentina, Adriana Hidalgo Editora, 2006, p. 12.

[7] Hector Berlioz, Eufonía o la ciudad musical, México, FCE, CIDE, La Jaula Abierta, 2018.

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