El 6 de octubre se votó por la eliminación de 109 fideicomisos, como el que apoya al cine mexicano.
Desde que fue creado en 1998 y hasta 2019, el Estímulo Fiscal a Proyectos de Investigación en la Producción y Distribución Cinematográfica Nacional ha apoyado 405 largometrajes mexicanos. Películas que sin estos fondos muy posiblemente no hubieran podido salir a las carteleras no solamente de nuestro de país sino de todo el mundo. Solamente en 2019, la Secretaría de Hacienda destinó más de 596 millones de pesos provenientes de ese fondo para apoyar a 59 proyectos cinematográficos. Prácticamente toda la producción de cine en nuestro país requiere de los recursos generados por FIDECINE (Fondo de Inversión y Estímulos al Cine) para poder ser completada.
Los fondos no solamente se utilizan en la filmación, sino también en otros aspectos muy importantes como lo son la post producción o las estrategias de mercado para que la película pueda ser distribuida. La industria del cine en México ha podido salir de épocas muy oscuras en las que prácticamente no existía, gracias a los diversos estímulos fiscales que se crearon en los últimos años y que han permitido que empresas de los más diversos giros inviertan en el cine. Con la inminente desaparición de FIDECINE, se pone en riesgo a toda una industria que aún no es autosuficiente para poder existir.
Si bien es cierto que la Secretaría de Cultura a nivel federal ha anunciado que los apoyos no van a desaparecer y que estos se entregarán directamente a productores y realizadores, tampoco ha dejado en claro cómo se hará esta entrega. En la página de la dependencia federal puede leerse que ahora será un “consejo ciudadano” el que determine los montos que serán entregados a los proyectos que cumplan todos los requisitos, pero aún no está claro cómo y por quiénes estará conformado dicho consejo, y mucho menos cuáles serán las reglas de operación que tendrá el mismo. Es un asunto que puede detener la producción cinematográfica del país, lo que podría significar una pérdida importante en los empleos tanto directos como indirectos que ésta genera.
En las redes, algunos usuarios argumentaban que con la desaparición de FIDECINE se garantizaba que filmes como los protagonizados recientemente por actores como Martha Higareda y Omar Chaparro ya no recibirán fondos públicos. Pero están equivocados; filmes del tono de “No Manches Frida” son los que menos corren riesgo de desaparecer, pues son éxitos taquilleros que han demostrado una buena rentabilidad comercial. Es otro tipo de cine, aquel que tiene un discurso que busca reflejar nuestra realidad o que plantea importantes elementos artísticos, el que está en mayor riesgo.
Además no hay que olvidar que incluso las películas ramplonas y de fórmula que comienzan a producirse en demasía en nuestro país, son generadoras de empleos para personas cuyo trabajo es sumamente especializado, como escenógrafos, operadores de cámara, iluminadores, editores, operadores de audio, etc. Sin la producción de esos filmes, estos técnicos que se encuentran tras bambalinas tampoco podrían estar llevando alimento, ropa y educación a sus propios hogares. Ya veremos qué sucede con este tema. Por lo pronto, el IMCINE sigue teniendo una presencia importante para apoyar a las películas nacionales y está en las manos de una realizadora inteligente y respetada como lo es María Novaro, alguien que conoce la industria y sus necesidades.
La directora de “Danzón” tiene sobre sus hombros una carga importante de trabajo. De la libertad que tenga para llevarlo a cabo, depende en buena medida que la producción cinematográfica mexicana no decaiga. El cine –el arte en general– es un factor muy importante de desarrollo. Que más mexicanos tengan acceso al mismo, que más producciones versen sobre temas de importancia para el país, que el cine siga siendo una ventana para mostrar a México en el extranjero, deberían ser factores prioritarios para un gobierno que se tilda a sí mismo de progresista e innovador. Al tiempo.