Una rayadura a la mitad del disco…

Una reunión de parejas, un pincharolas desatinado y un ritual satánico en la consola... En esta entrega de sus relatos a 33 RPM, Óscar Muñoz narra lo que ocurre cuando una rayadura aparece a mitad de un disco. Incluye playlist, ¡súbele el volumen!

CRÓNICAS MELÓMANAS

Ya amaneció y la velada de anoche no ha terminado; es más, la noche se detuvo en el departamento de Lupita. No entiendo lo que ha sucedido: todo estaba bien, muy normal. Carmen y yo llegamos temprano anoche, como a las 9:00. Sólo estaba Lupita y su marido y una pareja más. Aunque casi atrás de nosotros llegaron los demás invitados, todos en pareja. Lupita nos invitó a una cena y a escuchar música del gusto de todos. Nos había convocado a la reunión en su departamento, pero únicamente parejas.

Al principio, algunos pidieron escuchar música de la vieja época y el marido de Lupita se encargó de poner los discos solicitados. Lo cierto es que, en toda la noche, no hubo una secuencia armónica de géneros y estilos musicales. Unos pidieron oír algún álbum de los Beatles, pero otros quisieron escuchar canciones de Enrique Guzmán. Bueno, hasta hubo quienes solicitaron un disco de Enrique Rambal y otros más quisieron disfrutar el Huapango de Moncayo. Vaya que resultó un verdadero lío.

Durante la cena, todo pareció estar regulado. Como todos estábamos concentrados en los platillos, las bebidas y las charlas, los discos que puso el marido de Lupita fueron un poco más congruentes e hilvanados: sólo música instrumental. Así que todos nos deleitamos con algo de Paul Mauriat, un poco de Henri Mancini y otro tanto de Francis Lai. Y acabada la cena, varias parejas quisieron bailar. Entonces el ambiente regresó a los conflictos musicales: mientras que algunos querían bailar rock and roll, otros deseaban zapatear un jarabe tapatío.

Como a eso de las doce de la noche, Carmen quiso irse a dormir; estaba muy cansada de tanto bailar. Y como vivimos en el mismo edificio, le dije que la alcanzaría tan luego terminara de ayudarle al esposo de Lupita a guardar todos los discos que habíamos escuchado durante la velada. Así que, en tanto que él guardaba en su funda correspondiente cada disco LP, yo me encargué de los discos de 45 rpm.

De pronto, casi al terminar de ordenar todos los discos, Lupita encontró entre los de 33 rpm, uno de El Ritual, un antiguo grupo de rock nacional. Ella se animó a ponerlo y recordar aquellos bailes frenéticos que ocurrían en los viejos hoyos funkies. Luego de ponerlo en el tocadiscos, me pidió que la acompañara a bailar, ya que su marido se negó, según él, a hacer el ridículo.

Lupita puso el lado A de ese álbum, que incluía como a la mitad del disco su canción favorita: Satanás. Pero el disco era tan viejo que tenía una rayadura a la mitad de aquella pieza. Y, sin importarnos mucho, comenzamos a bailar ese rock diabólico. Aunque, al llegar la aguja a la mitad de Satanás, ya no pudimos seguir… nos quedamos a la mitad del baile… el marido de Lupita se quedó a la mitad de su labor… la velada, a la mitad de la madrugada…  y los sucesos, a la mitad de la historia…

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